Como si de un coloso se tratara, así se alza, protector, el
castillo de Santa Catalina sobre la ciudad de Jaén y toda su comarca. La Historia nos transmite
que su conquista a manos del Rey Fernando III el Santo, acaecida el 25 de noviembre de 1246 tras un largo asedio, se logró de forma heroica, como bien nos recuerda
Andrés Marco Burriel en sus memorias para la vida del Santo Rey Fernando III, -San
Fernando fue el primero en tomar la lanza y comenzó a alentar a los suyo
diciéndoles “buenos dichos de osadía”; “Santa
osadía, basada en la confianza que en Jesucristo tenía puesta, y le rebosaba
del pecho en las palabras y en la sonrisa”- y con estas arengas del Rey, la
tropa castellana se lanzó hacia el último bastión moro con la fe en la victoria;
y antes de caer el sol de aquel lejano día de invierno, como nos recuerda el
Padre Retama _ la mortandad de la morisma fue espantosa-, se rindió la fortaleza. Justo tras
la entrega de la plaza cuenta la leyenda que el propio Rey clavó su espada en
la parte más empinada del risco, y mandó rezar un “Te Deum” a todas sus tropas.. Actualmente,
sobre el lugar donde el Rey formalizó la Reconquista del Reino de Jaén se levanta una
enorme cruz.
Hoy, poco queda de la vieja fortaleza musulmana -Alcázar
viejo- sobre la que se levantó un parador de turismo en los años sesenta, pero
sí podemos disfrutar del castillo cristiano levantado por el propio San
Fernando y al que advocó a la protección de Santa Catalina de Alejandría. Aún
así, son muchos los recuerdos que se mantienen del Santo Rey en este lugar, lo
que hace que el castillo de Santa Catalina se mantenga firme como símbolo y
homenaje a la fabulosa gesta reconquistadora hispana de la Castilla del Rey Fernando
III el Santo.
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