El pasado día uno de Septiembre asistimos a la enésima
demostración de la putrefacción institucional en la que se encuentra sumida en la actualidad la
vida política española; y no me refiero en este caso al esperpento de “no
declaración de investidura” al que asistimos, y aún ni siquiera al bochorno para los sentidos que
representó ver una vez más en el “Congreso de los Diputados” a decenas de tipos desarrapados y amenazantes, insultantemente orgullosos de ostentar el voto de la ignorancia, el miedo y la podredumbre moral; dignos representantes de las lacras separatista y pseudo-izquierdista.
No, en este caso me refiero a la sorprendente e inaceptable declaración
institucional de apoyo al mal llamado proceso de paz colombiano, apoyada por
unanimidad por todos los grupos de la Cámara.
Que el diputado representante del Partido Comunista Alberto
Garzón proponga el consenso de tal proceso, y que muchos de los partidos que habitan la
Cámara de la Carrera de San Jerónimo lo apoyen, no puede sorprendernos; pues no
deja de ser una pica más en la línea que lleva esta gente a la hora de legitimar a los grupos
terroristas de izquierda (en España tenemos experiencia sobrada), igualando su
posición y derechos, no con tal o cual estado (de los que también cabría hablar en otro momento de su legitimidad), sino con todas aquellas personas que nunca se han dedicado
ni a asesinar, ni extorsionar, en nombre de ideología alguna. Así las cosas, lo
verdaderamente sorprendente, o quizá ya ni eso, es que otros partidos que se
llaman a sí mismos legalistas y constitucionalistas apoyen tal comunicado en
consenso general, sin apenas inmutarse, cuando ni siquiera la mayoría de
los colombianos lo apoyan.
Seamos claros, con el consenso de los partidos representados
en el Parlamento a la declaración de apoyo al vomitivo “plan de paz” del
presidente Santos, los actuales representantes del Estado Español legitiman de
forma repugnante el derecho de cualquier grupo terrorista (si es de izquierdas claro está) a negociar sus
propuestas y condiciones. En el caso español, llevamos al menos una década
soportando con deshonra y hastío a partidos políticos salidos del terrorismo
izquierdista en todo tipo de instituciones; de las que además se nutren económicamente
con dinero obtenido muchas veces de los impuestos que el estado recauda a sus
propias víctimas. Y ahora, quizá para que esta España ruinosa (al menos moralmente) no soporte en soledad esta vergüenza,
vemos que los representantes del Estado, aunque algunos con la boca
pequeña se quejen de esta situación, apoyan en conjunto que ocurra la misma indecencia en
Colombia, a pesar de que como he recordado, la mayoría del valiente pueblo
caribeño lo desapruebe. Es innegable, que cualquiera que se moleste minimamente en informarse de las medidas
que aporta dicho “acuerdo de paz” redactado en la "Cuba Castrista", se dará cuenta de que no
se trata más que de otorgar la victoria a los no más de 8.000 terroristas que se mantienen
en las FARC, frente a todo el pueblo colombiano. Quizá para entenderlo plenamente, debiéramos darnos cuenta de los oscuros intereses que algunos pretenden “limpiar”
y salvaguardar a toda costa; y no hay duda de que visto así, tanto los llamados "procesos de paz", como las "primaveras árabes" siguen siendo infalibles elixires para despistar al vulgo. Pero eso ya es harina de otro costal.
Con todo, y no es baladí, esto no fue lo más ignominioso a lo que asistimos
los que nos molestamos en ver la farsa de la de nuevo “no declaración de investidura” el
pasado primero de Septiembre. No, lo peor, por sintomático del vasallaje al extranjero que representa para España, y absoluta falta de amor por nuestra Historia y derechos, fue escuchar al
iniciar la lectura de la declaración de apoyo a la señora Alicia Sánchez
Camacho, denominando a nuestra querida tierra Hispano Americana,
con el falso y detestable apelativo de “Latino América”; que como todos sabemos, presupongo, fue un término inventado por la masonería más jacobina y anti-española del siglo XIX. Como
se tuvieron que relamer en su escaño al escuchar esto los miembros del Partido Comunista que redactaron
la asquerosa declaración, y todos aquellos que se alimentan del odio a España.
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo