Hoy me preguntaban si estaba enfadado respecto a la decisión
del Ayuntamiento de Madrid de cambiar el nombre de la Plaza Vázquez de
Mella (con retirada de monumento incluido), por el de Pedro Zerolo. La
respuesta, -No, en absoluto-. Al fin y al cabo, que cambien el nombre de una
Plaza en la capital de España dedicada a Don Juan Vázquez de Mella, uno de los
hombres más íntegros y eruditos que ha dado nuestra Patria, por el de un tipo
como Pedro Zerolo que es… bueno, simplemente todo lo contrario que se pueda ser
a Vázquez de Mella en todos los aspectos, no deja de ser un síntoma inequívoco
de una sociedad gravemente enferma. Enfadarse por ello, sería tan absurdo como
enfadarse porque el agua moje o el fuego queme..
Lo cierto, es que mi alto nivel de cabreo hace tiempo que
pasó, para transmutarse en pena. Pena de lo que se ha hecho con España los
últimos cuarenta años, aunque la inquina y miseria estén presentes en nuestra
sociedad desde hace al menos doscientos. Pena , que solo puede desembocar en
hartazgo y hastío; o por el contrario, y ese es el camino que elegí yo,
entender la situación actual como un honorable desafío para quien sabiendo todo
podrido, recoge las sagradas banderas del honor y la lealtad y las enarbola
como seña de esperanza. Para llegar a esta situación, de sano positivismo, tras
atravesar el desierto del cabreo y la desesperación, hay que tener claro que
nada se puede anhelar ya de este sistema nocivo (ahora sabemos a ciencia cierta
que nunca se pudo), nacido de la traición de muchos y alimentado en la desidia
de casi todos.
Cuatro columnas esenciales son las forjadoras de las
libertades y tradiciones de una sociedad a nivel institucional; la monarquía,
la iglesia, la nobleza y el pueblo. Haciendo un pequeño análisis a esto cuatro
soportes en la sociedad contemporánea, nos encontramos con que en España la monarquía legítima
-única columna que se mantiene en pie de las cuatro- lleva en el exilio casi
dos siglos, y no volverá hasta que el pueblo la reclame, al ser de nuevo
merecedor de ella. La Iglesia Católica ,
al igual que en el resto del orbe cristiano se ha reconvertido tras el CVII
–salvo honrosas y santas excepciones- en una caricatura revolucionaria de su propia
naturaleza, olvidando el evangelio de Nuestro Señor, abrazando todo orden de
dogmas modernistas sin el menor rubor y dejando a sus hijos más fieles en el
camino.. De la nobleza nada sabemos desde hace casi dos siglos, y nada sabremos
hasta que una nueva nobleza resurja de lo mejor del pueblo el día de mañana.
Pueblo que hoy se nos muestra perdido y cobarde, a la vez que maleado,
apesebrado y penosamente idiotizado.
Ante esta desoladora perspectiva, solo continuar firmes en
nuestras lealtades y actitudes, en nuestra fe y tradiciones, -teniendo claro
como ya dije antes que nada podemos esperar de quienes nos han arrastrado a
esta situación-, pueden hacer que esa parte del pueblo que aún masculla cabreo,
hartazgo y hastío, síntomas de vida en el alma, entiendan que mientras no
transformen esos legítimos sentimientos derrotistas en noble e ilusionante
“ardor guerrero”, nada cambiará.
Recordemos, que aunque el mal llamado “régimen democrático”
está absolutamente tele-dirigido, la llegada de estos grupos de extrema
izquierda que hoy manejan el poder en importantes comunidades autónomas y
ciudades de España, se produjo porque el pueblo los votó, y que en el fondo no
son mucho peores que otros que antes han estado, sino sus criaturas y por tanto
sus consecuencias naturales. Finalmente recordar, volviendo al caso de “Vázquez
de Mella”, que todos los votos del Ayuntamiento de Madrid que actuaron en el
pleno por el cambio de denominación de la Plaza , estuvieron a favor, excepto el PP, que lo
desaconsejó por el excesivo gasto económico que supondrá para las arcas municipales
dicho cambio de nombre…
Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras!!!
22/07/2015
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo