DCCXCVII Aniversario de la proclamación del Rey Fernando III el Santo en Autillo de Campos




  Empieza la cuenta atrás, así tituló Diario Palentino su crónica de los actos realizados en Autillo de Campos con motivo del 797 aniversario de la Proclamación de Fernando III el Santo como Rey de Castilla el pasado 14 de junio. Titular al que sin duda nos sumamos desde nuestra Asociación, pues define perfectamente el reto de conmemorar con grandeza el Centenario de 2017, y que con tanta ilusión nos propusimos realizar hace ya unos cuantos años.

  Celebrar un aniversario de este tipo no es tarea fácil, pues son muchas las incomprensiones y dificultades que se plantean en ese camino, cuando de ensalzar a un hecho tan lejano en el tiempo, y una figura tan significativa en su reinado además de recta en las formas y principios como fue San Fernando. Pero nosotros teníamos claro que era u desafío y una obligación llevarlo a cabo, tanto por deferencia hacia la figura de nuestro Santo Patrón, por el amor que sentimos por nuestra tierra palentina, y como no, por esa necesidad natural de reivindicar la verdad sin complejos que desde siempre ha distinguido a nuestra Asociación.

  La idea principal, como hemos dicho, es que el 14 de junio de 2017, VIII Centenario de la Proclamación, no fuese una fecha más en el calendario, y que por desidia y desinterés viésemos una vez más desaprovechada la ocasión de rendir el justo homenaje a los símbolos de nuestra Historia Patria, y por ello, con la gran colaboración del Ayuntamiento de Autillo de Campos, y su alcalde Ángel Castro a la cabeza, empezamos este año con la idea de ir creciendo año a año, hasta llegar a ese 2017 con un gran proyecto.

  Este primer año, se organizaron una serie de actividades en las que hemos pretendido conjugar ocio y cultura, pero siempre respetando un estilo sobrio y lo más fiel posible a la celebración que tratábamos. Así, por la mañana se organizaron una serie de justas medievales y tiro con arco a cargo de la Asociación de Recreación Medieval Caballeros del Duero, en la Plaza del Ayuntamiento en las que el público asistente pudo interactuar; también desde primera hora de la mañana se pudo disfrutar de un mercado gastronómico de productos locales, que hizo las delicias de los asistentes. La mañana finalizó con la representación de la Proclamación en el pórtico de la iglesia de Santa Eufemia; actuación, que teniendo en cuenta que ninguno de sus actores es profesional, y que era el primer año que se representaba, podemos calificar como un éxito.

Situados en el justo lugar donde San Fernando fue proclamado Rey de Castilla, se encuentran la placa y el olmo que rememoran tan magno acontecimiento.
  La tarde comenzó con la plantación de un olmo que recuerda la efeméride y la inauguración de una placa donada por nuestra Asociación en la que se rememora los hechos ocurridos en Autillo aquel 14 de junio de 1217. El Presidente de nuestra Asociación leyó un manifiesto, y posteriormente junto al Presidente de la Diputación de Palencia y el Alcalde de Autillo de Campos, se descubrió dicha placa. El manifiesto leído rezaba lo siguiente:

Hoy, sábado 14 de junio de 2014, Autillo de Campos se reencuentra con su historia, y lo hace recordando un hecho que sucedió aquí mismo, junto a la vieja ermita extramuros hace nada más y nada meneos que 797 años.

Y es que aquí mismo, fue proclamado Don Fernando III el Santo Rey de Castilla, un acontecimiento de tal importancia, que pese al tiempo transcurrido, debe enorgullecernos a los palentinos, pues aquí comenzó su glorioso reinado quien acabaría, entre otras muchas azañas, uniendo los reinos de Castilla y de León definitivamente, Reconquistando los Reinos de Córdoba, Jaén, Murcia y Sevilla, y además ser un ejemplo inequívoco de valores y virtudes cristianas de tal altura, que acabarían llevándole a los altares un siete de febrero de 1671.

Don Severino Rodríguez Salcedo, quien fuera alcalde de Palencia y gran defensor de esta causa, nos recuerda los gloriosos acontecimientos ocurridos en Autillo aquel catorce de junio de 1217, en que Doña Berenguela cedió el trono de Castilla, que por ley ella heredaba, a su hijo Fernando. “En la llanura que se hacía fuera del recinto amurallado del castillo, alzábase solitario un olmo corpulento y frondoso. A la sombra de sus ramas quiso Doña Berenguela que fuese levantado el sólito cadalso para verificar la sencilla ceremonia de la publicación real. Morisca alfombra cubría el entablado, sobre la cual quedaron dispuestos dos ricos sitiales para la Reina y su joven heredero. Alrededor estaban prelados y magnates. Eran aquellos los obispos Don Tello de Palencia y Don Mauricio de Burgos; figuraban entre estos Don Gonzalo Ruiz, Don Lope Díaz, Don Alfonso y Don Suero Téllez de Meneses, Don Fernando Suárez y algunos otros. Gentes de armas, a caballo o de pie, rodeaban el tabladillo, circuídas a su vez por grupos de pecheros llegados de Frechilla, Fuentes y Castromocho. Con toda sencillez, ordenó Doña Berenguela que tremolaran pendones y fuese dado el grito acostumbrado, cuando se alzaba nuevo Rey, a favor de su heredero el príncipe Fernando. “Et allí luego en Otiello” _dice la “Crónica General”_ le alçaron Rey et llamaron con él ¡Real!”.

Hoy, inauguramos junto a la ermita extramuros donde se sucedieron estos hechos, un olmo que sirva de recuerdo y símbolo de aquel que nos habla la Crónica Alfonsina, y una placa donada por la ACT Fernando III el Santo, que reproduce una anterior que ya hubo en siglos pasados en esta misma ermita y que dice “En este pueblo y este sitio fue proclamado Rey, por primera vez, Don Fernando III el Santo”

Sirvan estos símbolos, como primer paso hacia la consolidación de esta “Fiesta de la Proclamación”, en la que nuestra Asociación y el Ayuntamiento de Autillo han puesto tanta ilusión, pero que para que realmente arraigue, han de ser las gentes de Autillo y de la Tierra de Campos palentina quienes verdaderamente la vivan y sientan como propia. Si conseguimos esto, y más teniendo en cuenta que en 2017 será el VIII Centenario, estamos seguros que Autillo de Campos se convertirá en un símbolo de nuestra gloriosa historia.

Placa donada por nuestra Asociación
  Posteriormente, ya por la tarde, en la iglesia de Santa Eufemia disfrutamos de dos conferencias a cargo de Don Andrés Barón y Don Guillermo Rocafort. Barón, historiador afincado en Valladolid y gran experto en el medievo castellano de los siglos XI, XII y XII disertó sobre los hechos que precedieron y finalmente condujeron a Fernando III el Santo al trono de Castilla aquella primavera de 1217, dejando claro que fue en Autillo donde se produjo la Proclamación del Santo Rey, para posteriormente ser reconocido en Cortes en Valladolid el dos de julio de ese mismo año. Rocafort por su parte, con una conferencia titulada “Perfil y legado de Fernando III el Santo”, exaltó la figura del Rey, haciendo hincapié en su identificación con el pueblo sufriente, su valor y entereza para continuar la Reconquista, recogiendo el legado de que en la Batalla de Las navas de Tolosa edificó su abuelo Alfonso VIII. Nos recordó su sentido de la libertad, justicia, piedad y del deber, que se puede resumir según sus propias palabras en que “Hay Reyes que al final de sus Reinados dejan a sus Patrias engrandecidas, unidas y pacificadas. Otros, todo lo contrario. Nuestro Fernando es el ejemplo a seguir. Y hoy y aquí le rendimos tributo e invocamos su Santo nombre para que no se olvide de su obra y de su Pueblo”.
                                                         
Don Andrés Barón y Don Guillermo Rocafort en sendos momentos de las conferencias impartidas.
  Tras las conferencias, la jornada concluyó con un concierto de órgano ibérico a cargo de la Fundación Francis Chapelet, y un vino español en el que los presentes se juramentaron a continuar con este proyecto con ilusiones renovadas de cara a futuras ediciones.


  Como conclusión, queremos dar las gracias a todos aquellos que con su colaboración y participación han hecho posible esta primera jornada "fernandina" en Autillo de Campos de marcado carácter identitario y cultural, empezando por los dos conferenciantes, la Diputación de Palencia que generosamente patrocinó el evento, el Ayuntamiento de Autillo y autoridades que nos acompañaron, así como a los miembros de nuestra Asociación que de forma desinteresadamente se han esforzado en llevarlo a cabo. También reconocer a los medios de comunicación locales y a Don José Javier Esparza su inestimable apoyo; a la Real Hermandad de Caballeros de San Fernando encabezada por su Presidente-Regidor, el GD (R) Excmo. Sr. D. Feliciano Calvo González; a los amigos y buenos patriotas llegados de Madrid, Santander, Asturias, Burgos o Valladolid pertenecientes a asociaciones culturales hermanas como la Asociación Cultural Alfonso I de Cantabria o Iniciativa Reconquista Astur, así como una delegación del PxL llegada desde Madrid; y por supuesto, a todos aquellos que de alguna manera con su ánimo y compromiso nos han ayudado, aunque no hayan podido estar presentes.

  Lo dicho, empieza la cuenta atrás, y a partir de ahora solo queda redoblar esfuerzos con el objetivo de que Autillo de Campos consolide esta fiesta  y sea un símbolo para todos los palentinos, castellano-leoneses y españoles de bien que sienten el orgullo por sus símbolos y tradiciones.

Reconquista de Córdoba




El próximo 29 de junio, Luis Carlón,  Presidente de la ACT Fernando III el Santo, invitado por la Asociación Cultural Gran Capitán, impartirá en Córdoba una conferencia sobre la Reconquista del Reino cordobés por las tropas de Fernando III el Santo.

Entrevista al Presidente de la ACT Fernando III el Santo en Radio Inter




Proyecto Reconquista: RECONQUISTA. Entrevista en el programa "Una Hora e...: Radio Inter entrevista a Luis Carlón, en su calidad de Presidente de la ACT Fernando III "El Santo" y miembro de la "Federac...




Proclamación de Fernando III el Santo como Rey de Castilla en Autillo de Campos (Palencia)



Cartel oficial de las actividades programadas el año 2014
Un 14 de junio de 1217, Fernando III el Santo fue Proclamado Rey de Castilla en una pequeña localidad palentina llamada por aquel ya lejano siglo XIII “Otiello”. Muchos siglos han pasado desde entonces, y aquel memorable acontecimiento regio, convertido en orgulloso recuerdo de las gentes de Autillo de Campos, generación tras generación, fue cayendo en el doloroso olvido al que nos acostumbra la vida moderna.

Pero solo había que remover un poco la memoria de las gentes que allí viven, para darse cuenta que el recuerdo y orgullo de ese pasado no estaba perdido, solo aletargado. Así, en cuanto ofrecimos nuestro proyecto, la ilusión de las gentes de Autillo, empezando por su alcalde, Don Ángel Castro (gran defensor de su tierra y tradiciones) se reactivó ipso facto.

Y es que era de justicia recuperar lo ocurrido en Autillo aquella lejana primavera castellana. Lo era por Autillo y sus gentes; también por Palencia y sus muchas veces olvidado esplendor medieval, del que tan orgullosos nos sentimos muchos palentinos; y lo era sobre todo, por volver a recuperar la Historia tal cual fue, poniendo así a la figura de San Fernando en su justo lugar en la memoria popular.

Durante muchos años, una placa colocada en la vieja ermita de Autillo, recordaba con el lema “En este pueblo y este sitio fue proclamado Rey, por primera vez, Don Fernando III, llamado el Santo”, los hechos allí acaecidos, y que nos explica especialmente la “Crónica Alfonsina”. Desgraciadamente esta placa se perdió, como también está a punto de perderse si no se pone un remedio urgente el llamado Palacio de Doña Berenguela, cuyo actual estado ruinoso es un grito de auxilio en sí mismo (a quien pueda y corresponda). Este Palacio, del que también se conserva el torreón, que hace actualmente las labores de torre-campanario de la iglesia de Santa Eufemia, formaba parte de la fortaleza que los Girón, Señores de Frechilla, poseían en aquel tiempo en Autillo, y donde sabemos a ciencia cierta que fue protegida la Reina Doña Berenguela en la guerra civil castellana que devastó la Tierra de Campos aquella primavera de 1217.

Las crónicas antiguas son claras al recordar los hechos acaecidos en Autillo hace casi ocho siglos, y salvo que no se quiera ver la verdad, es innegable lo que allí ocurrió tras la muerte en el alcázar episcopal palentino del rey Enrique I, y la consiguiente proclamación como reyes de Berenguela y Fernando en el sitio de Otiello. Luego, tras pasar por Palencia y Dueñas, Fernando III fue coronado y reconocido como Rey por las cortes en Valladolid a primeros de julio de ese mismo año.

Don Severino Rodríguez Salcedo, además de inolvidable alcalde de Palencia, fue un gran defensor de esta causa, y así nos contaba lo ocurrido en Autillo aquel 14 de junio de 1217 en su trabajo: “VII Centenario de la muerte de Fernando III, el Santo. Precedentes de un glorioso reinado que toca a Palencia”:
“En la llanura que se hacía fuera del recinto amurallado del castillo, alzábase solitario un olmo corpulento y frondoso. A la sombra de sus ramas quiso Doña Berenguela que fuese levantado el sólito cadalso para verificar la sencilla ceremonia de la publicación real. Morisca alfombra cubría el entablado, sobre la cual quedaron dispuestos dos ricos sitiales para la reina y su joven heredero. Alrededor estaban prelados y magnates. Eran aquellos los obispos Don Tello de Palencia y Don Mauricio de Burgos; figuraban entre estos Don Gonzalo Ruíz, Don Lópe Díaz, Don Suero y Don Alfonso Téllez de Meneses, Don Fernando Suárez y algunos otros. Gentes de armas a caballo o de pie, rodeaban el tabladillo circuídas a la vez por grupos de pecheros llegados de Frechilla, Fuentes y Castromocho. Con toda sencillez, ordenó Doña Berenguela que tremolaran pendones y fuese dado el grito acostumbrado, cuando se alzaba nuevo rey, a favor de su heredero el príncipe Fernando. Et allí luego en Otiello, dice la crónica general, le alçaron rey et llamaron con el real.”

Junto al viejo olmo que recuerda la Crónica, estaba entonces la recientemente restaurada vieja ermita. Y justo en ese lugar, el Ayuntamiento de Autillo plantará un nuevo y joven olmo, que junto a la placa que la ACT Fernando III el Santo ha rehecho con las mismas palabras que la que ya hubo, y que donará a la localidad el próximo 14 de junio, han de ser los símbolos que refuercen este proyecto de cara al VIII Centenario que se celebrará Dios mediante el ya cercano año 2017.

De cara al VIII Centenario de este memorable acontecimiento, desde nuestra Asociación esperamos ir consolidando esta celebración. Ya para este año, junto con el Ayuntamiento de Autillo de Campos, y con el inestimable patrocinio de la Diputación de Palencia, hemos preparado un programa de actividades y conferencias atractivo en el que jóvenes y mayores sin duda podrán disfrutar rememorando nuestra historia y tradiciones.

3/06/2014
Luis Carlón Sjovall
Presidente A.C.T. Fernando III el Santo 

Proyecto Reconquista: Crónica de la Primavera Castellana 2014. Algo gran...



El pasado sábado 31 de mayo, una delegación de nuestra
Asociación estuvo presente en la Primavera
Castellana, organizada por la Asociación Cultural In Memoriam Juan Ignacio
en la vecina ciudad de Valladolid. La jornada, que resultó un éxito en lo
organizativo y en lo cultural, sirvió también para presentar el Proyecto
Reconquista, siendo uno de los oradores el Presidente de la A.C.T. Fernando III el
Santo.

Durante la presentación de Reconquista, se informó que

su creación viene dada por la lógica necesidad de unir proyectos e ideas entre
las diferentes asociaciones culturales patrióticas que se han ido creando en
distintos lugares de nuestra nación en los últimos años, motivado por la
preocupación que nos causa la situación de degradación cultural, moral y
política que padece nuestra Patria. Con Reconquista se pretende crear una base
cultural y ética que nos permita en un futuro próximo, como ya hicieran
nuestros antepasados en otros delicados momentos de nuestra Historia, poder defender
la integridad, cultura y tradiciones de nuestra Patria, frente al abandono y el
ataque, que sufre España desde hace ya demasiado tiempo

Intervención del Presidente de la A.C.T. Fernando III el Santo
 Una vez más, las Jornadas de la Primavera Española, que este año se han celebrado en Valladolid con el hermoso nombre de Primavera Castellana...

Festividad de San Fernando 2014


Por octavo año consecutivo, la A.C.T. Fernando III el Santo celebró la festividad de San Fernando con una misa en la Capilla de nuestro Santo Patrón de la Catedral de Palencia.

Momento de la ceremonia religiosa en la capilla de San Fernando de la Catedral de Palencia
Don  Juan Bermejo recibiendo el Premio San Fernando 2014
Tras la ceremonia, que contó con una nutrida presencia de socios y simpatizantes, se celebró la tradicional cena, durante la cual,  se recordó lo conseguido durante el año. Finalmente, se hizo entrega del tercer Premio San Fernando, que reconoce al socio que se distinga especialmente en su compromiso con la A.C.T. Fernando III el Santo, y que este año recayó en Don Juan Bermejo.

Desde nuestra Asociación aprovechamos esta festividad para agradecer a todos aquellos que participan y colaboran en nuestros proyectos, contribuyendo así a su éxito, y que nos anima a seguir adelante en este camino emprendido hace ya seis años. Camino que no tiene otro fin que la defensa y exaltación de los valores, cultura y tradición hispánicos. Especialmente en estos tiempos en que vemos como estos principios básicos son atacados, olvidados y traicionados en este proyecto de oscurantismo y bestialización al que nos encamina la modernidad.


Vida de San Fernando; el finamiento del Rey Don Fernando


  El jueves 30 de Mayo de 1252, consumido por la hidropesía que adquirió durante larga y trabajosa vida castrense, expiraba el Rey Fernando, con la paz envidiable del justo, en uno de los salones del Alcázar sevillano.
 
  Doble diadema ceñía sus sienes al morir: temporal y perecedera la una; celeste y eterna la otra.
  
  Fue Monarca prepotente, verdadero. “Emperador de España”. De sus
padres, Berenguela de Castilla y Alfonso de León, hereda Fernando, en
1217 y 1230, el cetro de ambos reinos, separados en 1157, que así
quedaron unidos definitivamente. Al esfuerzo de su brazo, se debe las conquistas de Córdoba (1236), Murcia (1244), Jaén (1245) y Sevilla (1248).


Tanta ocupación, tanto afán, el ningún descanso que en ocho años continuos que estuvo en Andalucía padeció el Rey, no podía menos de causarle grave alteración en la salud. En el sitio de Sevilla infestó al ejército una especie de contagio, porque el exceso de calor que abraza aquel clima hizo un gran movimiento en los castellanos, y como el Rey se guardaba poco y trabajaba mucho, era necesaria consecuencia, que en más delicado cuerpo hiciese más impresión la mudanza. A todo este trabajo visible del Rey añadía la penitencia secreta de los cilicios y ayunos, y el mitigar y sosegar las pasiones del alma, que son una lima, aunque sorda, muy penetrante a la salud. Todas estas fueron la causa de una hidropesía que le ocupó, y a que hallaron poco remedio los médicos. Hubiera sido la mayor curación el regalo y el descanso: al primero se oponía su virtud, y al segundo no daba tiempo la obligación. Los médicos agravaban la enfermedad, porque los medicamentos lenientes y paliativos daban algún alivio, y el alivio en el Rey era motivo para nuevo afán, con que el remedio mismo era causa de mayor dolencia. A la verdad en la relación de la historia, si con reflexión vuelve la vista a recorrerla, no conocerá ni la menor seña de indisposición en el Rey, antes se debe admirar la robustez, capaz de atender a tanto sin rendirse; pero estas son aquellas fuerzas que da el valor, que obran mientras duran, pero destruyen el cuerpo a quien sustentan. Así sucedió a nuestro héroe, que ocupado todo en el gobierno de lo conquistado, y deseoso de emplearse en la nueva empresa del África, se rindió destituido de fuerzas en tan corto tiempo, que ningún historiador le tiene para referir su enfermedad, y todos pasan desde sus conquistas a su muerte, desde sus felicidades a su dichoso tránsito, y desde sus glorias le colocan en la bienaventuranza. Dichoso rey, que empezó a reinar a los diez y siete años para proseguir reinando por toda una eternidad; felicísimo héroe, en cuyas glorias no tuvo imperio ni el más mínimo accidente para morir; glorioso soldado de Cristo, que falleció en la batalla, y hasta en el mismo punto de espirar tuvo fuerzas para vencer.

Así nos escriben el glorioso tránsito de San Fernando todos sus historiadores, pues agravándose la hidropesía cuando estaba tan comprometido en disposiciones militares, y en extender la fe más allá de los términos de España, conoció su peligro, y al punto mandó se le administrase el Santo Sacramento del Viático. Prevínose a él con el de la penitencia, que le administró el obispo de Segovia y gobernador de Sevilla, su confesor. Este mismo fue quien para la función de darle el Viático vino acompañado de toda la clerecía a palacio, entró en la pieza donde estaba el enfermo, y aquí acaba la vida de un grande héroe, y ahora empiezan a referirse las maravillas de un gran santo. Entró el Obispo en la alcoba, y viendo el Rey que venía a visitarle misericordioso el que es Rey de los reyes, y Señor de los señores, se arrojó de la cama, se postró en el suelo, se vistió un tosco dogal de esparto al cuello, y en traje de malhechor delante de aquel que había de ser su juez, pidió le pusiesen delante una cruz, que había mandado prevenir.
Delante de aquella insignia de nuestra redención empezó un no breve razonamiento de la pasión del Hijo de Dios, hasta que en la cruz dio su vida por nosotros. En cada paso volvía los ojos a Cristo sacramentado, pidiéndole perdón de sus pecados, y alegando en su favor por abogado a los mismos méritos y pasión de su juez y su Señor, haciendo, y con razón, suyos para la misericordia los méritos de quien había padecido por salvarle. Acabado este paso, prosiguió con otro muy propio de verdadero soldado de Cristo, y fue una larga protestación de la fe en que había vivido, y por quien tanto había batallado, y continuando con fervorosísimos actos de contrición, recibió en su cuerpo el de aquel que es fuente de toda gracia, y que se comunica por viático para el más difícil trance.
Después de esta ternísima función, dio principio a otra que cabía muy bien en pecho tan heroico; pero no se alcanza como tuvo ánimo de ejecutarla en quien obedecía, sin que la ternura debilitase las fuerzas, y se bañase en lágrimas la imposible obediencia. Mandó al punto que le despojasen de toda insignia, ostentación o seña de majestad, y que le dejasen como a cualquiera del pueblo, repitiendo muchas veces: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tengo de volver al de la tierra. Esta acción muestra que bien supo usar de la dignidad como santo, como héroe, y como discreto. Tornó de ella todo cuanto tenía de peso, cuanto era para cumplir con la obligación. Estimaba el respeto y adoración de rey, en cuanto servía para la obediencia que era precisa para el servicio de Dios, y no la apreciaba en nada que fuese para su decoro o su conveniencia. Así luego que conoció que era inútil para el primer fin todo el aparato real, se desnudó de él, y quedó más quieto en un pobre lecho sin criados, que había vivido con toda la majestad en los afanes.
Ya desnudo de apariencia de rey, mandó llamar a sus hijos. Concurrieron a el último testamento o memorial de sus mandas el príncipe don Alonso su primogénito y sucesor del cetro, y sus hermanos don Fadrique, don Enrique, don Felipe y don Manuel. Don Sancho no estaba en Sevilla, porque era ya electo arzobispo de Toledo, y residía en esta ciudad. Doña Berenguela vivía ya profesa en las señoras Huelgas, y estos dos solos faltaron de los hijos de la reina doña Beatriz. De los hijos de la reinante doña Juana concurrieron don Fernando, doña Leonor y don Luis, juntos todos les echó su bendición, les hizo aquel razonamiento que debemos creer de tal rey, y tal santo; pero tuvo descontento de ver que algunos autores fingen las cláusulas, y formándolas con su pluma las escriban como traslado, sin advertir que es borrón la copia no teniendo el original delante. A lo menos sin que se crea soberbia o timidez, yo no me atrevo a desfigurar con malas voces el concepto que hago de este razonamiento, y como palabras de san Fernando en el último trance de su vida las miro con tal respeto, que me parece atrevido abuso referirlas por idea; y no teniendo presente original cierto de donde trasladarlas, sólo pondré las que hallo en la Crónica del Santo, que escrita en tiempo del rey don Alonso el Sabio, parece la de más antigua autoridad. En esta Crónica todo el coloquio que se refiere se dirigió al príncipe don Alonso. Encargole mucho el respeto y veneración a la Reina, a quien rogaba tuviese como a madre. Pidiole atendiese mucho a sus hermanos. y a su tío el infante don Alonso; pero porque el texto es breve, y no de poca enseñanza, me parece trasladarle aquí, que dice de esta manera:
«Cuando el bienaventurado rey don Fernando vido allí a sus hijos juntos y a la reina doña Juana su mujer, la cual estaba muy triste y llorosa, llamó al infante don Alonso, que era el heredero, y mandole que se allegase a él, y alzó la mano, y diole su bendición, y después a todos los otros, y en presencia de todos los grandes, y ricos-homes que allí estaban, hizo un razonamiento al infante don Alonso, mostrándole, y dotrinándole cómo había de regir, y gobernar sus reinos, encargándole que criase, y encaminase en todo bien a sus hermanos y los amase, y honrase, y los adelantase en sus estados cuanto él más pudiese. Encargole asímismo mucho a la reina doña Juana su mujer, que la tuviese por madre, y honrase, y mantuviese siempre su honra como convenía a reina. Encargole asímismo a su hermano, don Alonso y los otros hermanos que tenía. Encargole mucho que honrase siempre a todos los grandes de sus reinos, y a los caballeros nobles, e hijos-dalgos que los tratase mucho bien, y los hiciese siempre mercedes, y se hubiese bien con todos ellos, y los guardase sus privilegios, y franquezas, y díjole que si todo esto que le encargaba y mandaba, cumpliese, é hiciese, que la su bendición cumplida oviese, y que si no, que la su maldición le alcanzase, y hízole que respondiese amén.» ¡O gran rey aun después de muerto! pues se sabe en la más tierna acción de su vida desprenderse del afecto de padre desconociendo y maldiciendo al hijo, si no tenía por tales a sus vasallos.
Prosigue ahora la Crónica el razonamiento. Y díjole más: «Hijo mío, mirad como quedáis muy rico de muchas tierras y vasallos, más que ningún otro rey cristiano: haced como siempre hagáis bien, y seáis bueno, que bien tenéis con qué: ya quedáis señor de toda la tierra que los moros habían ganado del rey don Rodrigo. Si en este estado que yo vos las dejo, la supiéredes mantener seréis tan buen rey como yo; mas si de lo que os dejo perdiéredes algo, no seréis tan buen rey como yo.»
Acabadas estas palabras, salieron de la pieza los hijos, por no perder en ella la vida de ternura, o por dar algún descanso a su pena; y quedándose solo el Rey, levantados los ojos al cielo, vio los coros de Ángeles y compañía de bienaventurados que le estaban aguardando. Pidió una candela, muestra de su fe, que lucía en el último trance, como había resplandecido en todas sus conquistas, y tomándola en la mano, mandó al Arzobispo y clerecía entonasen la letanía de los Santos, y acabada esta, el Te Deum laudamus: a cuyo tiempo consiguió la mayor de sus victorias, trasladando su espíritu del trono de Castilla al de la gloria. Rara circunstancia, y en que cabe poca duda por tener por testigos a cuantos escribieron en aquel tiempo. La primera vez que por acción de gracias en las victorias o grandes sucesos se entonó el cántico del Te Deum, fue en la coronación en Castilla del rey don Fernando. Este usó de esta ceremonia en cuantas ocasiones pudo siempre en señal de victoria, y en acción de gracias por sus triunfos; y que él mismo dispusiese se entonase al tiempo de su fallecimiento, acredita de cierto que el Santo sabía que era su mayor triunfo su muerte. Sucedió ésta en jueves 30 de Mayo, era 1290, y año del Señor 1252 a los treinta y cinco años y once meses de su reinado en Castilla, y a los veinte y dos de su reinado en León, y en los cincuenta y cuatro no cumplidos de su edad. Algunos la extienden a la decrépita, cual es de ochenta años cumplidos, pero sin fundamento, pues lo contrario se ha convencido en el cuerpo de la historia.

Crónica de la conferencia "Cataluña Hispana"


  El pasado 16 de mayo, la A.C.T. Fernando III el Santo presentó en Palencia el último libro de Don Javier Barraycoa, “Cataluña Hispana”.


  Con Cataluña Hispana, continuación de la obra “Historias ocultadas del nacionalismo catalán”, publicada en 2011, Barraycoa realiza un profundo repaso de los indivisibles lazos que unen a Cataluña con el resto de España desde el propio momento de la concepción de nuestra Patria como unidad  hace casi tres mil años, desmontando así, todas las mentiras y traiciones en las que el nacionalismo catalán, al igual que otros nacionalismos hispánicos, apoyan y alimentan su miserable ideología.

  Durante la conferencia, Barraycoa, recordó que esta sicopalogía del catalanismo, como el autor definió la actual mentalidad de una parte del pueblo catalán, está sustentada en una permanente desafección a la verdadera naturaleza de Cataluña. Así, se recordó, que utilizando como base, a personajes históricos como Wilfredo el Velloso y su hijo el conde Borrell II, o hechos históricos como la toma de Barcelona por las tropas borbónicas en la Guerra de Sucesión, la burguesía y el tradicionalismo catalán de los siglos XVIII y XIX mutó en nacionalista, creando una falsa identidad catalana. Esta traición, apoyada como hemos dicho en una evidente mentira que puede comprobar cualquiera que se moleste en conocer la verdadera historia de Cataluña, ha ido calando y degenerando hasta la actualidad, en la que el separatismo ha mutado de nuevo, para convertirse en una ideología fundamentalmente izquierdista, alimentada en el odio a Dios y a España, y por tanto a la verdadera esencia de Cataluña. Barraycoa recordó, que la base filosófica del separatismo catalanista, es la negación de su propia identidad histórica, la aceptación del odio a lo propio, para así conseguir cambiarlo.

  Muchas fueron las anécdotas que Barraycoa nos trasladó durante la conferencia, recordando por ejemplo, que el propio nombre de Cataluña significa tierra de castillos, ya que en los lejanos tiempos de la Marca Hispánica, una columna de castillos, castelanus en latín, defendía la frontera frente al Islam; este castelanus, pasó con el tiempo a caslanus, catalanus, hasta el Cataluña actual. Otro tema curioso es el de la bandera de Cataluña, que a diferencia de lo que cuentan los mitos catalanistas, que argumentan su origen en tiempos del conde Wilfredo el Velloso, recordando Barraycoa que su verdadero origen es romano, pues en tiempos del Rey Alfonso II de Aragón, el reino pirenaico se hizo vasallo del papado, siendo donados así, los colores de la Ciudad Eterna a los aragoneses. Esta enseña acabó siendo también la de Cataluña, tras el matrimonio de Petronila de Aragón y Ramón Berenguer IV de Barcelona. Son innumerables las falsedades que destapa Barraycoa en su obra, y  bueno será que todos revisemos su obra en estos tiempos en que tanta propaganda separatista, que puede derivar en el hartazgo, tenemos que soportar todos los españoles.

  Frente a este acoso a la españolidad de Cataluña, actualmente se han formado en tierras catalanas asociaciones como “Somatemps” o “Societat Civil Catalana”, formadas para hacer frente a esta locura colectiva en que se ha convertido la traición separatista. Y bueno será que desde todos los rincones de España, demostremos nuestro apoyo y reconocimiento a estos españoles que luchan por la verdad y la justicia en nuestra querida tierra catalana.


Presentación del libro "Cataluña Hispana"


El viernes 16 de mayo, a las 20:00 horas, en el salón de audiciones de la Biblioteca Pública de Palencia, la ACT Fernando III el Santo presentará el último libro de Javier Barraycoa, “Cataluña Hispana”.


   El autor, nos explicará los falsos mitos en que se basan los actuales nacionalismos ibéricos, especialmente el catalán, y como se han engrandecido con la ambigüedad de la actual constitución liberal y su consiguiente sistema autonómico, principal propulsor de este tipo de aberrantes ideologías. Y como la falta de tradición, fe y cultura de un pueblo que vive de espaldas a su naturaleza, totalmente manipulado por el actual sistema político, es el abono con que se alimentan estas ideologías espurias y traidoras en ciertas regiones de España.

  En contraposición, Javier Barraycoa nos trasladará no solo las innumerables pruebas de la españolidad de Cataluña; tantas o más que cualquier otro rincón de nuestra vieja piel de toro; y como llevan décadas siendo combatidas por un sistema que se retroalimenta con la mentira. Así, también nos recordará lo decisivo que ha sido el pueblo catalán en los momentos más importantes de la historia de España, desde su fundación como nación en tiempos de los Reyes Godos hasta la actualidad.

  Con esta conferencia, la tercera en lo que va de año,  la ACT Fernando III el Santo continúa en la idea y el compromiso de mantener la llama de la verdad encendida, pues tal como lo entendemos, solo quien conoce y defiende la verdad, tiene derecho a llamarse libre.


Javier Barraycoa Martínez (Barcelona, 1963), es doctor en Filosofía, profesor de Sociología en la Universidad de Barcelona, y Vicerrector de la Universidad Abat Oliba. Colaborador habitual de las Reuniones de Amigos de la Ciudad Católica y de la revista Verbo, es autor, además de este "Cataluña Hispana" (2013) que presentamos, de obras como "Ruptura demográfica; un análisis de los cambios demográficos" (1998), "El trabajador inútil: reinventando el proletariado" (1999), "Tradicionalismo y espiritualidad de Antonio Gaudí" (2002), "Sobre el poder, en la modernidad y la posmodernidad" (2003), "Tiempo muerto: tribalismo, civilización y neotribalismo en la construcción cultural del tiempo" (2005), "Fundamentos sociológicos de la corrección política" (2008), "Los mitos actuales al descubierto" (2009), "Historias ocultadas del nacionalismo catalán" (2011), y coautor de obras como "A los 175 años del Carlismo. Una revisión de la tradición política hispánica" (2008-2011), en la que contribuye con el Carlismo Catalán.

La leyenda de Bernardo del Carpio


Bernardo del Carpio, desafia al Rey Alfonso II el Casto
  Nos recuerda Cervantes, por boca de nuestro querido Don Quixote: “como es cosa ya averiguada que todos o los más caballeros andantes y famosos, uno tenga gracia de no poder ser encantado, otro de ser de tan impenetrables carnes, que no pueda ser herido, como lo fue el famoso Roldán, uno de los doce pares de Francia, de quien se cuenta que no podía ser ferido sino por la planta del pie izquierdo, y que esto había de ser con la punta de un alfiler gordo, y no con otra suerte de arma alguna; y así, cuando Bernardo del Carpio le mató en Roncesvalles, viendo que no le podía llegar con fierro, le levantó del suelo entre los brazos, y le ahogó, acordándose entonces de la muerte que dio Hércules a Anteón…” Evidentemente, Don Miguel de Cervantes, recupera un pasaje legendario de nuestra Historia, que como casi todo lo ocurrido en la España del siglo IX, nos ha llegado difuminado, a la media luz que tan lejano tiempo pueda aportarnos.

  No obstante, y teniendo claro que las leyendas no son hechos verídicos de la Historia mientras no se demuestra lo contrario, bueno será recordar lo que sabemos del caballero Bernardo del Carpio, cuya vida y obra es digna de una epopeya griega.

  Cuenta la leyenda, que en los albores del siglo IX, reinando en la España cristiana Don Alfonso II el casto, su hermana Jimena, se enamora del noble Sancho Díaz, a la sazón Conde de Saldaña. Por las razones que fuere, el Rey Casto no aprobó dicha relación, y los nobles amantes se casaron en secreto. La reacción de Don Alfonso, sintiéndose traicionado, y herido en su orgullo, fue encarcelar al Conde en el castillo de Monzón, y encerrar a su hermana en un convento, lugar en el que nació el pequeño Bernardo.

  La infancia y juventud de Bernardo del Carpio transcurrió en la corte, ajeno a quien era realmente, y al destino de sus verdaderos padres. Allí es educado como caballero, sobresaliendo desde muy joven su carácter valiente y buen uso de las armas. Pronto se convirtió el joven Bernardo en uno de los favoritos del Rey, y así pasó a formar parte de su escolta privada, logrando incluso salvar la vida del Rey Alfonso durante una batalla.

  Ocurre entonces que Carlomagno, emperador del Sacro Imperio, exige vasallaje a su aliado el Rey de Asturias; y así envía un ejército que ha de imponer el sello imperial en tierras hispanas. Bernardo no acepta el chantaje extranjero, y con un grupo de fieles, sin saberlo el Rey, se encaminó a Roncesvalles a combatir al ejército franco. La victoria fue total para las huestes astures, y el caballero del Carpio, como buen vasallo, entregó la victoria a su noble Rey. Así nos lo cuenta el romance:

Siglos ha que con gran saña,
Por esa negra montaña
Asomó un emperador.
Era francés, y el vestido
Formaba un hermoso juego:
Capa de color de fuego
Y plumas de azul color.
Y pedía, la corona de León.
Bernardo, el del Carpio, un día
Con la gente que traía,
“¡Ven por ella!”, le gritó.
De entonces suena en los valles
Y dicen los montañeses:
¡Mala la hubisteis, franceses,
En esa de Roncesvalles!
Allí, con fiel de arrogancia,
Los doce pares de Francia,
También estaban, también.
Eran altos como cedros,
Valientes como leones,
Cabalgaban en bridones,
Águilas en el correr.
Salió el mozo leonés,
Bernardo salió, y luchando
A todos los fue matando,
Y hubiera matado a cien.
De entonces suena en los valles
Y dicen los montañeses:
¡Mala la hubisteis, franceses,
En esa de Roncesvalles!
Con qué ejército, Dios mío,
De tan grande poderío
Llegó Carlo Magno acá.
¡Cuantos soldados! No tiene
Más gotas un arroyuelo,
Ni más estrellas el cielo,
Ni más arenas la mar.
Dios no los quiso ayudar.
El alma los arrancaron
A sus pies los derribaron
Como al rioble el huracán.
De entonces suena en los valles
Y dicen los montañeses:
¡Mala la hubisteis, franceses,
En esa de Roncesvalles!
Diz que dice un viejo archivo
Que no quedó un francés vivo
Después de la horrenda liz.
Y así debió ser, pues vieron
El sol de los horizontes
Muchos huesos en los montes
Y muchos buitres venir.
¡Qué gran batalla!
No fue menos el botín:
Banderas, cotas de malla
Y riquezas y vitualla
Se recogieron sin fin.
De entonces suena en los valles
Y dicen los montañeses:
¡Mala la hubisteis, franceses,
En esa de Roncesvalles!
Huyó, sin un hombre luego,
La capa color de fuego
Rota y sin plumaje azul
Bernardo, el del Carpio,
Torna a casa tras la guerra
Y al poner el pie en su tierra
Lo alcanza la multitud.
¡Qué de alegrías!
En verlas gozarás tú.
Hubo fiestas muchos días,
Tamboriles, chirimías,
Y canciones a Jesús.
De entonces suena en los valles
Y dicen los montañeses:
¡Mala la hubisteis, franceses,
En esa de Roncesvalles!

Muerte de Roldán en Roncesvalles, según David Aubert
   Es entonces cuando Bernardo se entera de que no es un bastardo, y del injusto destino de sus nobles padres. Pide al Rey que les libere, combate como nunca para ganarse el favor real, suplica hasta de rodillas, más nada consigue; y como dos siglos después hiciera el buen Cid, abandona el Reino con sus fieles y se pone a las órdenes del Rey moro Marsil de Zaragoza.

  Bernardo, enfurecido arrasa las tierras de Asturias con su mesnada, como nos recuerda el Padre Mariana “hacía cabalgadas por tierras del rey, robaba, saqueaba y talaba ganados y campos”. Tal debió de ser la furia con la que el caballero palentino arremetió, que al Rey Alfonso II el Casto no le quedó otra que prometerle la liberación de sus padres; más como la dicha nunca es completa, a su padre le entregó ya fenecido, y a su madre agonizante. Poco más que despedirse de ella pudo el héroe, aunque esto le valió, como fiel vasallo que era,  para volver a formar parte de las huestes del Rey de Asturias.

  Actualmente, los supuestos restos del caballero Bernardo del Carpio descansan en la Colegiata de Santa María la Real de Aguilar de Campoo, y cercana a la Colegiata se encuentra la cueva descubierta por el caballero Elpidio, donde debió de estar enterrado en la antigüedad el héroe, y que aún mantiene un sepulcro que reza así:  “Aquí yace sepultado el noble y esforzado caballero Bernardo del Carpio, defensor de España, hijo de don Sancho Díaz, conde de Saldaña y de la infanta doña Ximena, hija del rey don Alonso el II llamado el Casto. Murió por los años de 850".

  Verdad o leyenda la vida del héroe, lo cierto es que nos deja el legado de la lealtad al rey y al honor personal como consigna vital, siendo la segunda más importante que la primera cuando el Rey no cumple, pero que vuelve a ser secundaria una vez que el Rey cumple…

9/04/2014
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo