En este Viernes Santo de 2020 se han sustituido las procesiones y los pasos de Semana Santa de nuestras calles y plazas, por los coches fúnebres llevando ataúdes y las ambulancias trasladando enfermos.
Hace dos milenios Jesucristo realizó el sacrificio de la nueva Alianza, dando su vida para redimir de sus pecados a cada persona, y fue condenado por el pueblo judío que aclamaba a Barrabás mientras gritaban a Pilatos ¡Crucifícalo!, a uno de los suyos, al inocente.
Hoy tenemos una situación parecida, en la que unos gobernantes que se quieren apoderar de las instituciones, de la sociedad y de la Justicia, intentan lavarse las manos como Pilatos y pretenden que la responsabilidad de los más de 20.000 inocentes que ya han muerto en España, recaiga sobre el pueblo que no evitaron que se contagiara.
Cuentan con todos los medios de comunicación, con el control del presupuesto, con la visibilidad internacional y con la ayuda de las empresas y corporaciones que siempre se arriman al poder independientemente del milenio o del imperio.
También el Sanedrín de entonces se parece mucho a los estómagos agradecidos que gobiernan la Iglesia de hoy. Dando la espalda a los perseguidos por la causa de Jesucristo mientras se muestran tiernos con los poderosos que los martirizan en tantos lugares del mundo.
En realidad es la misma lucha, del malvado contra el Bien, de los intereses bastardos contra la Verdad y de la corrupción contra la Justicia.
El exterminio sin testimonios ni imágenes que está sucediendo en España era previsible pese al relato del “nadie sabía que esto iba a pasar”. Tiene responsables que coinciden exactamente con los cargos públicos, que contratan asesores para estar informados de todo, aunque sean cargas públicas de enchufados y parientes.
Esperamos que los responsables sean llevados a los tribunales lo antes posible pese a la politización de la fiscalía y al intento de convertir a cada muerto en una casualidad estadística.
Después de la muerte el Viernes Santo sabemos que tendremos la Resurrección del domingo, el día que Jesucristo vence a la muerte y nos abre el camino de la Vida eterna.
Los miles de muertos que ha causado este gobierno miope, que sigue en su huida hacia el abismo sin decretar el luto nacional, invisibilizando a los difuntos y humillando a sus familiares, son en alto porcentaje mayores de 65 años y bautizados católicos que han dedicado su vida a sacar con su trabajo diario a la siguiente generación adelante. En muchos casos con 50 años de vida laboral y confianza en las mismas instituciones que les están dejando morir por la negligencia criminal de algún inepto de cuota con deseo de poder al que le había caído en suerte un ministerio tranquilo como el de Sanidad, o una Vicepresidencia como la de asuntos sociales, asociada a la responsabilidad sobre las residencias de ancianos.
Querían el mando único, pero solo ha servido para su interés sectario en vez de para evitar conflictos de intereses y ordenes cruzadas.
Cuando Pedro Sánchez asumió todo el poder, a muchos nos pareció lo lógico, ideal y oportuno. Ese mando se está utilizando para anteponer la instauración de un programa sectario y corrupto a la óptima gestión de la catástrofe, rompiendo la unidad de acción y la lealtad institucional para culpabilizar al adversario político de la tragedia. Actitud mezquina difícilmente superable.
El problema crece cuando se va comprobando que a ese mando único le faltan personas de valía y capaces de dotar de los recursos necesarios a los que están en la primera línea de la lucha contra la enfermedad 4 semanas después, porque el dinero se va en compras a intermediarios amigos para facilitar el cobro de comisiones.
Todo está pasando ante nuestros ojos. Esperemos que el sacrificio de nuestros muertos de hoy no quede impune y nos libre de estos Judas modernos que ocupan el gobierno, enviándolos la Justicia a prisión al menos como autores de los innumerables homicidios por imprudencia de los que deben responsabilizarse.
Juan Bermejo Herrero
A.C.T. Fernando III el Santo
A.C.T. Fernando III el Santo
(*) La Espada Lobera es una columna de opinión que la A.C.T. Fernando III el Santo pone a disposición de socios y colaboradores. Las opiniones en ella expresadas son sólo atribuibles a quien las firma.
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