Otro 23 de abril nos llega, otra jornada
reivindicativa del forzado sentimiento castellano-leonesista en la Campa de
Villalar. Quien vea imágenes en los medios de comunicación, pues pocos serán
los que hasta allí se acerquen, observarán el terrorífico esperpento -que en los
últimos años financia alegremente la Junta de Castilla y León por
medio de la controvertida Fundación Villalar – que plagado de
banderas anarquistas, republicanas, izquierdistas radicales y aberrantes pendones
nacionalistas se ofrece a la vista. Y entre medias, rodeados de
efectivos policiales y periodistas, también verán paseando con forzado gesto satisfactorio, a los políticos castellano-leoneses
más representativos del momento.
Vaticinamos que estos, volverán a declarar -cual día de
la marmota- lo injusto que fue el rey Carlos con Castilla tras la revuelta
comunera; pero omitirán todos y cada uno de ellos una vez más -también cual día de la marmota- las
responsabilidades en la desamortización cultural, económica y espiritual que
padece Castilla desde hace ya demasiado tiempo. Eso sí, cada cual intentará
vender su “bálsamo de fierabrás” con el que nos asegurarán, si votamos a sus siglas, poder hacer frente a
problemas apremiantes e innegables, como por ejemplo la gravísima despoblación y el alarmante envejecimiento que sufre nuestra tierra.
Entendemos que es más que discutible, que un
territorio político como es la Comunidad Autónoma de Castilla y León, pueda utilizar como símbolo festivo-reivindicativo un hecho histórico que no representa en
absoluto el espíritu de dicha realidad política. Por supuesto, este
planteamiento es ampliable al resto de Comunidades Autónomas, que por mucho que
se pretendan vender como históricas y diferenciadas, son igualmente hijas del
Régimen del 78, y por tanto, tampoco tienen derecho a apropiarse de forma
descontextualizada (cuando no manipulada) de hechos ocurridos en épocas diferentes y régimenes políticos basados en principios morales antónimos a los actuales.
Dejando claro que políticamente nada
tiene que ver la actual Comunidad Autónoma de Castilla y León, ni con el Reino
de Castilla, ni con la Corona de Castilla; entendemos que en justicia la fecha
apropiada para la Festividad de la Comunidad Autónoma de Castilla y León -si es que ha de tener una festividad, que también es discutible- ha de
ser alguna que sea referencial para con la Historia de la propia Comunidad
Autónoma.
Por lo tanto, y con respecto a la
Festividad de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, desde la A.C.T. Fernando III el Santo queremos recordar algunos datos
históricos y políticos que entendemos deben ser conocidos:
- La Guerra de las Comunidades de Castilla, fue un levantamiento
armado alentado por parte de la nobleza, el clero y la burguesía frente al Rey -que lo era en nombre de su madre la reina Juana I- en el S.XVI; como reacción a los errores y
desafueros cometidos por el propio Carlos I -mal aconsejado por sus ministros
flamencos- durante su primera época como soberano de la Corona de Castilla. Es
importante recordar que la Corona de Castilla conformaba un ámbito político que aglutinaba el territorio ocupado por once de las actuales Comunidades Autónomas; y que
de hecho, buena parte del levantamiento comunero sucedió en provincias que no
forman parte de la actual Comunidad Autónoma de Castilla y León.
- Sin entrar por nuestra parte a valorar quien tenía razón en dicho
levantamiento; sí queremos dejar claro que el actual relato mitificado
corresponde a la manipulación histórica, que de los hechos sucedidos llevaron a
cabo a partir del siglo XVIII las logias masónicas que en Castilla se fueron desarrollando. Estas mismas logias
fueron las que pervirtieron el propio pendón castellano sustituyendo el
tradicional rojo carmesí, por el color morado, que a la postre acabó figurando
en la masónica bandera de la Segunda República Española.
- Recordamos que a partir de los años setenta del siglo pasado, grupos
anarquistas, nacionalistas y de extrema izquierda comienzan a reunirse en
Villalar de los Comuneros siguiendo los postulados anteriormente
referidos. Esta circunstancia, añadida a la tradicional falta de ética
histórica de nuestros regidores políticos contemporáneos, acabó siendo decisiva
para que nos
impusiesen finalmente a todos los castellanos y leoneses, una festividad
manipulada y que fomenta la desunión.
- Concluimos aventurando que un año más, la mayoría de los "castellano-leoneses" volverán a manifestar su desinterés por esta jornada, a
pesar del dinero y propaganda invertido por el gobierno regional. Y es que, como venimos diciendo hace tiempo; carece de sentido y legitimidad, el intento de otorgar identidad a un territorio
político por medio de una festividad colocada con la finalidad de agradar a grupos minoritarios, y que a la postre ha subyugado las festividades tradicionales, como en el caso que nos ocupa son las de San Millán y Santiago.
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