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Festividad de la Hispanidad (Toro, 12 de octubre de 2023)

Fray Diego de Deza (Toro)

Un año más, las asociaciones Beatriz Galindo de Salamanca y Fernando III el Santo de Palencia, se reunieron el 12 de octubre en una localidad de Castilla y León para conmemorar y defender la Fiesta Nacional. Si en años anteriores visitamos las simbólicas localidades castelllanas de Villalar de los Comuneros y Medina del Campo; este año rendimos visita a la también histórica ciudad de Toro para celebrar la Festividad de la Hispanidad. Y fue así, pues este año se cumplen 500 años del fallecimiento del genial dominico toresano Fray Diego de Deza, cuya importancia para la formación de lo que hoy entendemos como Hispanidad es incuestionable, y por ello entendimos que bien merecía este año ser el epicentro su ciudad natal de nuestro homenaje y recuerdo. Además, durante el acto (adjuntamos video completo) se recordó a los presentes -entre los que se encontraban además de toresanos,  un buen grupo llegado desde Valladolid-, la importancia de reencontrarnos con los principios intrínsecos que representa la Hispanidad, y en ese contexto hispánico recuperar la relación natural con todas las naciones hijas de la Monarquía Católica Española. La plutocracia que gobierna el NOM es el gran mal de nuestro tiempo, y sólo desde un patriotismo tradicional, y de la recuperación de una Hispanidad fuerte basada en principios y tradiciones comunes, podremos defendernos de la maligna tiranía globalista que se nos está imponiendo a marcha forzada.

¡VIVA LA VIRGEN DEL PILAR! ¡VIVA CASTILLA! ¡VIVA ESPAÑA! y ¡VIVA LA HISPANIDAD!






Manifiesto en Defensa de La Hispanidad


 La Asociación Cultural Tradicionalista Fernando III el Santo y la Asociación Cultural Beatriz Galindo “La Latina”, elegimos este año la emblemática localidad castellana de Villalar de los Comuneros, símbolo de las libertades y tradiciones de Castilla; para organizar el pasado doce de octubre, Festividad de Nuestra Señora del Pilar, un acto en defensa, y reafirmación, de nuestro compromiso con el sublime ideal de la Hispanidad.

En un año tan negro como el actual, en el que a los males seculares que sufre España, se ha sumado la composición de un gobierno formado por los representantes de las ideologías políticas más traidoras y criminales de nuestra historia, y que amenazan nueva y peligrosamente con llevar a España hacia una nueva etapa de totalitarismo marxista-mundialista. En un año donde tampoco podemos olvidar las nefastas consecuencias que la pandemia, o “plandemia”, de coronavirus nos está dejando tanto a nivel de afectados (se habla de más de 50.000 muertes sólo en España), como de toma de medidas en favor del recorte de derechos y libertades, que tanto en España como en otras naciones se están imponiendo. Y finalmente, y sólo por hablar de los males de los últimos meses, en un año en el que no debemos olvidar, y mucho menos aceptar, la intolerable y violenta hispanofobia creciente; que grupos izquierdistas y mundialistas camuflados como presuntos defensores de derechos sociales, tales como BLM, feministas, indigenistas o los llamados “antifas”, está perpetrando contra nuestra historia y símbolos (iglesias quemadas, estatuas y monumentos dedicados a nuestros héroes y santos salvajemente destrozados, etc). Y todo ello además, sin que aparentemente se observe oposición frente a esta moderna barbarie, más bien todo lo contrario, por parte de los actuales dirigentes políticos y religiosos. Por lo tanto, y frente a este avance del mal, pedimos desde nuestro manifiesto leído en Villalar de los Comuneros una urgente reacción, además de un mayor compromiso con nuestra cultura, historia y tradiciones, que en conjunto conforman nuestra verdadera identidad: la Hispanidad.

Asociación Cultural Tradicionalista Fernando III el Santo

Festividad de la Virgen de la Calle, Patrona de Palencia.


“Aquel invierno era sin duda el más crudo que el panadero –un castellano rudo y poco dado a las cosas de Dios- recordaba en su ya larga vida una noche de enero, en la que arreciaba especialmente el temporal de nieve y viento. Él ya estaba en pie desde bien temprano en el horno que poseía en la Plaza Mayor de Palencia, fajándose entre exabruptos en el encendido del fuego, con el que como cada día hornearía el pan, mientras la ciudad dormía.  Un leño de encina humeaba sin cesar, pero pertinaz se resistía a arder, así que el brabucón panadero decidió entre blasfemias tirarlo a la calle de malas maneras.
A la calle me echas, pues de la Calle me llamaré”, escuchó el panadero mientras regresaba a la tahona. Se dio la vuelta enfurruñado y gritó “¿Quién anda ahí?; y volvió a escuchar entre el viento “A la calle me echas, pues de la Calle me llamaré”. Al observar temeroso que nadie había en la calle, se acercó hasta el trozo de encina que parecía brillar entre la nieve, y nuevamente escuchó proveniente del tronco “A la calle me echas, pues de la Calle me llamaré”. Corrió despavorido el panadero y despertó a su mujer y su hija, contándoles lo ocurrido. Al volver a la calle los tres juntos, ya milagrosamente bajo una noche serena, recogen el leño y lo observan que en su interior se encuentra una imagen de la Virgen María tallada en madera. Ya no hay dudas, es la propia Virgen la que le ha hablado.
Inmediatamente comunicaron a las autoridades eclesiales lo ocurrido, decidiendo el obispo que la imagen fuese trasladada al templo de San Bernardo. Toda la ciudad de Palencia acudió en los siguientes días a orar ante la imagen, convirtiéndose desde ese momento en la Patrona de la ciudad bajo el nombre de Virgen de la Calle, y popularmente como La Morenilla debido al negruzco color dejado por el fuego del panadero en la imagen. Ni que decir tiene que el brabucón panadero se convirtió a partir de aquel milagro en un devoto creyente.
Este relato es a grandes rasgos la leyenda de nuestra querida Virgen de la Calle, de la cual en verdad se desconoce su origen devocional, aunque por documentos se puede asegurar que ya en el siglo XV la imagen era ya venerada en la iglesia de San Bernardo. Se da la circunstancia de que había ya entonces tal devoción por esta imagen que se decidió poner una réplica en la parte exterior de la iglesia para que los palentinos pudiesen orar ante ella en cualquier momento sin necesidad de entrar al templo; y es por ello que a la imagen de la Nuestra Señora de las Candelas de Palencia, se la conoce desde entonces como Virgen de la Calle.  
Fue ya en el siglo XVIII, cuando los jesuitas fueron expulsados de España por el rey Carlos III, que la imagen fue trasladada por las autoridades eclesiales hasta el templo de la Compañía de Jesús, en donde sigue venerándose en la actualidad por los palentinos. La fecha del histórico traslado fue el cinco de noviembre de 1769; siendo añadida una copia en el exterior del templo, a imagen de la tradicional forma en que se mostraba en la iglesia de San Bernardo, en el cercano año 1993.
La imagen es una talla policromada de 41 centímetros de altura, realizada en el siglo XV por autor anónimo. En 1635 se añadió a la imagen los tributos del misterio concepcionista, y ya en el siglo XVIII se la revistió con cuatro ángeles protectores que sirven de andadas. Aunque sabemos que ya en el siglo XVII era venerada popularmente como Patrona de Palencia, no se sabe a ciencia cierta en que momento fue proclamada como tal por las autoridades. Lo que si sabemos, es que en el año 1947, el Papa Pío XII reconoció la secular devoción de Palencia a La Morenilla, proclamándola desde Roma, Patrona y protectora de los palentinos. Su festividad se celebra anualmente el dos de febrero.

Luis Carlón Sjovall
Presidente A.C.T Fernando III el Santo

1300 Aniversario de la Proclamación de Don Pelayo como Príncipe de la España Cristiana


El 28 de mayo del año 722, un pequeño contingente militar formado fundamentalmente por godos, astures, cántabros e hispano-romanos, comandados por el príncipe Don Pelayo, y bajo la protección de la Santísima Virgen María, derrotaron en Covadonga a un contingente muy superior en número de fuerzas musulmanas dirigidas por el gobernador Munuza y el general Al-Qama. Con esta milagrosa primera victoria frente a traidores e invasores se ponía fin a la presencia militar ismaelita en la cordillera astur, y comenzaba de hecho la gloriosa Reconquista de España desde el ya nombrado desde entonces: Reino Hispano Cristiano de Las Asturias, continuador natural del Reino Hispano-godo de Toledo. Pero esta crucial victoria no habría sido posible si cuatro años antes las diferentes facciones hispanas que aun se negaban a claudicar ante el poderío militar de los extranjeros, no se hubiesen unido en sagrado juramento bajo el gobierno de un Príncipe que los guiase hacia la Victoria. Esa victoria está simbolizada de manera suprema desde aquel glorioso día en la Cruz de la Victoria, y ese príncipe fue el rey Don Pelayo; quien fuera elegido Príncipe de la España Católica -tal como nos recuerda la tradición-, el ocho de septiembre del año 718 en las laderas del Monte Corona.

Ahora que se cumplen 1.300 años de la recuperación de la Monarquía Católica Hispana, poniéndose así fin al ignominioso tiempo (711-718) en que España quedó sin gobierno ni esperanza tras la muerte del rey Don Rodrigo; es tiempo para que todo español de bien rememore lo que sucedió aquella gloriosa jornada en el Monte Corona, pues ahí encontraremos un sin igual ejemplo del verdadero sentido de España. Hoy más que nunca, frente a la mediocridad, desaliento y traición generalizada que padece la España contemporánea, debemos recuperar el sentido del honor, afán de justicia y la búsqueda de la virtud cristiana para volver a levanta nuestra Patria; y para ello contamos con el ejemplo supremo de los héroes y mártires que nos precedieron en tan difíciles circunstancias, y en buena parte similares a las actuales. 




Recientemente la A.C.T. Fernando III el Santo realizó un acto homenaje en la Ermita de la Virgen de la Corona, a aquellos ejemplares antepasados que junto con el rey Don Pelayo levantaron la cruz y la espada en defensa de la fe, libertades y tradiciones de la España Católica frente a todos sus enemigos aquel ocho de septiembre del año 718 bajo la protección del emblemático y majestuoso Monte Corona (Cordiñanes de Valdeón, Reino de León).

Festividad de Santiago Apóstol

Santiago Matamoros, ejemplo supremo y orgullo de España
El pasado miércoles veinticinco de julio, la A.C.T. Fernando III el Santo organizó el tradicional acto de recuerdo y petición con motivo de la Festividad de Santiago Apóstol, Patrón de España


El Centro Social y Cultural Blanca de Castilla de la capital palentina, acogió un numeroso grupo de socios y simpatizantes que asistieron en un primer momento a una charla pronunciada por el presidente de la Asociación, durante la cual se recordó la vida y obra de Santiago el Mayor desde sus orígenes, hasta su martirio en Jerusalen durante el gobierno de Herodes Agripa y posterior traslado a España de su cuerpo; para continuar con un repaso a la figura celestial del apóstol -desde el descubrimiento del arca marmórea en Santiago de Compostela durante el reinado de Alfonso II el Casto-, en su condición de exponente máximo de la Reconquista de España. Posteriormente se procedió a la lectura solemne de la Oración de Santiago, tras la cual los presente realizaron una serie de peticiones en favor del resurgimiento de España al Santo Patrón, sellando el acto con el encendido de una vela blanca. La velada concluyó con la invitación a los presentes a un vino español, durante el cual se procedió a presentar una vieja imagen recién adquirida de Santiago Matamoros, la cual pasará a formar parte a partir de ahora del Centro Social y Cultural Blanca de Castilla, como símbolo de la fidelidad que sentimos al histórico e irrenunciable "Voto de Santiago".

¡¡¡Santiago y Cierra, España!!!


De cómo Palencia ganó su escudo

Escudo (S. XIII) de un caballero palentino de la Milicia de la Santa Cruz, llamado Pascual Pérez.
La negra jornada del diecinueve de julio de 1195, cuando el ejército castellano comandado por el rey propio Alfonso VIII, llamado “el noble” fue derrotado en la Batalla de Alarcos por las tropas almohades llegadas de África, España entera tembló ante la amenaza que sobre ella se cernía en forma de media luna. Aquel día, en el que Castilla defendió en solitario la España cristiana frente a los ejércitos musulmanes llegados de África, supuso, además de una importante pérdida de territorio –la frontera volvió a marcarla el río Tajo-, la casi total aniquilación de sus mejores hombres de armas. Quiso la providencia que el victorioso califa Yusuf II se viese obligado -gracias a una revuelta en Túnez- a regresar a tierra africana para sofocarla, y que así se pudiese lograr una tregua de diez años, que al Reino de Castilla le sirvió para preparar concienzudamente una nueva generación de guerreros. Diecisiete años después, el 16 de julio de 1212, el Rey de Castilla –esta vez junto con los de Aragón y Navarra, además de numerosos cruzados llegados de todos los rincones de la Cristiandad- volvió a enfrentarse a los almohades en La Batalla de Navas de Tolosa, y esta vez sí, la victoria fue cristiana. La Batalla -como se la conoce desde entonces- fue crucial para el devenir de los acontecimientos, así como un episodio esencial en el ideal común de todas las generaciones posteriores de españoles; y Palencia, no solo estuvo presente en semejante gesta de nuestra Historia, sino que además fue parte fundamental. El escudo de la ciudad aún lo recuerda.
A principios del año 1211, el Obispo de Palencia, Don Tello Téllez de Meneses emprendió un viaje a Roma en calidad de embajador del rey Alfonso VIII. Su objetivo, obtener de parte del Papa Inocencio III una bula de cruzada -garantía de que Castilla no sería agredida por el resto de reinos cristianos mientras durase la guerra que se avecinaba de nuevo frente a los ejércitos almohades-. No solo consiguió esto Don Tello, además se trajo una carta firmada por el Papa recomendando a todos los arzobispos -“de España” dice Inocencio III- instando a sus reyes a imitar el ejemplo castellano, y “que concediesen indulgencias a quienes participasen en la batalla”.
El rey Alfonso VIII citó para el día de Pentecostés (20 de mayo de 1212) a las huestes cristianas en la ciudad de Toledo. Hasta allí se habían trasladado las milicias nobiliarias y ciudadanas de toda Castilla (todo hombre capacitado para el combate estaba allí), que junto con cruzados venidos desde Portugal, León, Provenza, Lombardía, Bretaña e incluso Alemania abarrotaban las calles de la vieja capital visigoda. Antes de todo ello, y con el obispo Don Tello de vuelta de su viaje a Roma, se celebró en la Catedral de Palencia a finales de abril de 1212 una ceremonia grandiosa que aún hoy aparece recogida en el Libro Antiguo de Estatutos del Cabildo, y que dice así: “Cuando el Estandarte de la Ciudad de Palencia deba ir a la guerra, así ha de hacerse: todas las personas honorables de la ciudad, deben ir a la hora de vísperas con el Estandarte a la Iglesia de San Antolín, y poner el Estandarte ante el altar del Santo Salvador, y permanecer allí todos con el Estandarte durante toda la noche, y celebrar la vigilia solemnemente”. Las mesnadas de Palencia no faltaron a esta cita, aportando aproximadamente siete mil efectivos, entre caballeros, prelados, peones y gentes de mantenimiento; siendo la fuerza más abundante la milicia ciudadana de la capital -comandada por Don Juan Fernández Sanchón-, seguida por las mesnadas particulares de los poderosos señores de la Tierra de Campos: Don Alfonso Téllez de Meneses y Don Gonzalo Ruiz Girón, por entonces Mayordomo Real de Castilla.
El 20 de junio, una vez incorporado al ejército cruzado el rey Pedro II de Aragón, partió el contingente de Toledo con intención de combatir a las tropas almohades en algún lugar de La Mancha. Tras reconquistar primeramente  Malagón, el ejército continúo su camino hacia el sur tomando las fortalezas de Calatrava, Alarcos y Salvatierra sin demasiada resistencia. Se esperaba la aparición del Miramamolín, pero las tropas musulmanas no aparecieron, y el desaliento se apoderó del ejército cruzado. Informado el rey Alfonso de que los almohades esperaban bien parapetados tras la Sierra Morena. Todo eran dudas en las huestes cruzadas; por un lado combatir donde proponían los almohades suponía aventurarse en pleno mes de julio en un territorio muy al sur y sin apenas provisiones, para además combatir frente a un contingente superior en terreno claramente desfavorable. Por el contrario, retirarse significaba perder la que quizá fuese la última oportunidad de combatir unidos los ejércitos cristianos frente al enemigo almohade. Ante esta situación, muchos ultramontanos se retiraron de la Cruzada, una vez que ya habían saciado con conquistas menores sus promesas; por el contrario, animó notablemente la aparición del rey Sancho VII de Navarra, llegado junto con trescientos caballeros norteños para unirse al frente común comandado por el Rey de Castilla.
Cuando finalmente los ejércitos cristianos llegaron frente al Muradal de Sierra Morena, entendieron que no había ninguna opción de conseguir la victoria tal y como estaban parapetados los musulmanes. Y es qué, para enfrentarse al grueso del ejército almohade, debían atravesar el Paso de La Losa (actual Despeñaperros), donde sin duda serían masacrados por los ismaelitas sin ni siquiera llegar a poder combatir. El rey Alfonso aún con tan malas predicciones se negaba a rendirse, y así, cuando apenas quedaba esperanza, apareció en el campamento cristiano un pastor mozárabe llamado Martín Alhaja, quien dijo al Rey conocer una ruta por la que atravesar el Muradal sin necesidad de combatir. Diego López de Haro lideró junto al pastor la marcha nocturna por dicha ruta, que trasladó milagrosamente a todo el ejército cristiano allende de las montañas, dejándolos  justo en frente de donde se encontraba el campamento del Califa almohade. Esta losa natural, donde el Rey Alfonso plantó su tienda el 13 de julio de 1212, se conoce desde entonces como “La mesa del rey”.
Tras varios de preparativos, el dieciséis de julio de 1212 y bajo un sol de justicia, se enfrentaron en Navas de Tolosa los dos ejércitos más poderosos vistos hasta entonces en tierra hispana. En el orden de batalla cristiano, destacaba en la primera línea junto al veterano Diego López de Haro, el palentino Alfonso Téllez de Meneses, quien comandó a las huestes leonesas y portuguesas, además de a sus propias mesnadas. El Obispo de Palencia y Gonzalo Ruiz Girón, se mantuvieron en la retaguardia junto a los reyes y resto de prelados hasta que a última hora de la tarde llegó el momento de la embestida final. La Batalla duró todo el día, hasta que finalmente el lado derecho de la vanguardia cristiana (en el que se encontraban los navarros y las gentes de Téllez de Meneses) abrió brecha en el flanco izquierdo musulmán. Inmediatamente avanzaron navarros y palentinos a galope tendido hasta el campamento del miramamolín Al-Nasir, reventando las cadenas del palenque defensivo al que estaban amarrados los más leales siervos del Califa. A partir de ese momento, las tropas musulmanas, viendo huido a su líder y destrozado el campamento, huyeron en desbandada del campo de batalla. La victoria fue total para el rey Alfonso VIII –conocido desde entonces como “el de las navas”, celebrándose un “te deum” al anochecer, justo en el lugar donde poco antes se encontraba el campamento almohade.
Tras la Batalla, los cristianos fallecidos fueron enterrados en una fosa común, sobre la que Alfonso VIII mandó construir una ermita dedicada a la Santa Cruz. Pocos años después, el rey Fernando III el santo creó una orden militar llamada “Militia Sancta Crux”, cuya finalidad fue proteger el legado espiritual y material de la Batalla. Hoy en día, ese lugar de peregrinación espiritual y cultural tan importante como es Navas de Tolosa, sigue protegido por la actual Orden de Caballeros de la Vera Cruz del rey Fernando III, refundada en 2012 con motivo del VIIIº Centenario de La Batalla, y cuyo solar se encuentra en el mismo palacio-fortaleza otorgado por el Rey Fernando III a la primigenia Milicia de la santa Cruz, en la localidad jienense de Santa Elena.
De la importancia de la participación palentina en La Batalla dio honor en su momento el propio rey Alfonso VIII, al conceder al obispo Don Tello, y con ello a la ciudad, el privilegio de unir al castillo -concedido a la ciudad dos siglos antes por Fernando I de León-, la cruz del cielo aparecida durante la Batalla; y que hoy en día se muestra en el escudo palentino como cruz floreada en oro sobre fondo azur.  El propio rey concedió a la familia de los Téllez de Meneses - al igual que al rey de Navarra-, el privilegio de portar en su heráldica las cadenas las navas –signo de victoria frente a la esclavitud-, rotas al unísono por Sancho el fuerte y por el propio Don Alfonso Téllez de Meneses. Finalmente, y como bien nos recuerda la tradición popular, Palencia fue premiada de forma excepcional por el rey Alfonso VIII con la Primera Universidad de España , ese mismo año de 1212, en agradecimiento por la heroica participación palentina en la trascendental Batalla de Navas de Tolosa.

Artículo publicado en El Norte de Castilla  (16 de julio de 2018)
Luis Carlón Sjovall
Presidente A.C.T. Fernando III el Santo
Comendador de Castilla de la Orden de Caballeros de la Vera-Cruz del rey Fernando III

Festividad de San Fernando 2018


Un año más, la A.C.T. Fernando III el Santo celebró el 30 de mayo en Palencia la Festividad de San Fernando con toda la dignidad que tan importante efeméride obliga. 


Comenzaron los actos con la celebración en la Capilla de San Fernando de la Santa Iglesia Catedral de San Antolín de la tradicional Misa en honor del Santo Rey de España, oficiada por el Padre José Ramón García Gallardo. La ceremonia, que se celebró por duodécimo año consecutivo, contó con la presencia de más de medio centenar de palentinos, además de simpatizantes de la Asociación llegados desde distintas regiones de España.



Posteriormente, los miembros de la Asociación celebraron la anual cena de San Fernando, en la que además de recordarse diferentes momentos de la vida del Santo Rey Fernando III; se concedió de forma extraordinaria el Premio San Fernando - que anualmente se entrega cada 30 de mayo-, y dado que este año se conmemora el décimo aniversario de la asociación cultural palentina, a Don Luis Carlón Sjovall (Presidente de la A.C.T. Fernando III el Santo), en agradecimiento por su compromiso en el crecimiento y defensa de los principios fundacionales e irrenunciables defendidos por nuestra Asociación, y que la han convertido en esta última década en una referencia de buen hacer para numerosos españoles.



Hoy, más que nunca, honores y lealtad a quien bajo los supremos principios de la Monarquía Católica Hispánica, fue en su tiempo gobernante justo y cruzado ejemplar; y que una vez que finó su vida terrenal en Sevilla -tras treinta y cinco años de glorioso reinado en Castilla- el 30 de mayo de 1252, se encumbró ya para la eternidad en los altares, como paradigma supremo de buen gobierno para España, la Hispanidad y todo el Orbe Cristiano Católico.

12 de Octubre, Festividad de la Virgen del Pilar, Día de la Hispanidad.


Cuenta la Tradición que el dos de enero (Fiesta de la Venida de la Virgen) del año cuarenta de la era Cristiana, la Santa Madre de Dios se apareció en carne mortal sobre un solemne Pilar al Apóstol Santiago, quien desesperado en su misión evangelizadora, se encontraba meditativo junto a un reducido grupo de cristianos hispanos en Caesar Augusta (Zaragoza).

Quiso así Nuestra Señora, mostrándose de esta forma singular -pues además de ser su primera aparición, fue la única que se produjo durante la propia vida carnal de la Madre de Dios-, transmitir al Pueblo Español por mediación de su principal heraldo, el Apóstol Santiago el Mayor, Patrón de España, su condición de pueblo elegido por el Señor para llevar la palabra de Dios hasta los confines del mundo.

Así lo reconoció posteriormente el Santo Padre Clemente XII, otorgando a la Festividad de la Virgen del Pilar la fecha del doce de Octubre, día histórico en que las naos castellanas descubrieron el Nuevo Mundo para la Cristiandad por medio de la Monarquía Hispana y sus heroicos hijos.

Oh Virgen del Pilar, Reina y Madre.
España y todas las naciones hispanas
Reconocen con gratitud tu protección constante
Y esperan seguir contando con ella.
Obténnos de tu Hijo fortaleza en la fe,
Seguridad en la esperanza
Y constancia en el amor.
Queremos que en todos los instantes de nuestra vida
Sintamos que tú eres nuestra Madre.

Por Jesucristo Nuestro Señor. 

Amén.

Santiago Apóstol, Patrón de España

Santiago Matamoros en la Iglesia de Santiago de Carrión de los Condes (Palencia)

Tú que fuiste hombre de carácter y ambicioso, ayúdanos a ser fuertes en la fe y en ambicionar los bienes del cielo.

Tú, el primero en derramar la sangre por Cristo, ayúdanos con más radicalidad, a volcarnos por el Evangelio.

Tú, predilecto del Señor, enséñanos a vivir más unidos a Él.

Tú, que valientemente te acercaste hasta España, empújanos a llevar el mensaje de salvación a todos los rincones de nuestra Patria.

Tú, que en el camino hacia el corazón de los hombres, encontraste la ayuda prodigiosa de Santa María, que sea Ella, también, el Pilar para fortalecer nuestra fe.

Tú, que te aventuraste a sembrar en el final de la tierra, haz que no tengamos miedo para seguir siendo portadores y anunciadores de Cristo.

Tú que dejaste caer la semilla en el surco de nuestra tierra sé nuestro patrón para desarrollar y dejar la huella de Jesús en los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Tú, que en el Campo de las Estrellas de Galicia sigues brillando con singular fuerza, ayúdanos a destellar por la fuerza de nuestras palabras, por el testimonio de nuestras obras y por la grandeza de nuestra fe.

Tú, que bebiste el trago amargo del cáliz del Señor, levántanos cuando, en el afán evangelizador, nos asolen las pruebas o pesen las cruces.

Tú, que eres punto final de un Camino: conviértenos en puentes entre Dios y los hombres, en estrellas que iluminen la noche oscura en senderos que lleven al encuentro con Jesús, en posadas donde los corazones descansen, en horizonte de un mañana mejor, en palabra oportuna frente al desaliento y la desesperanza.

Y, si en los atajos inciertos y traicioneros de la vida, nos perdemos, confundimos o nos aturdimos, indícanos con tu mano y, ante el Espíritu Santo, intercede para que volvamos a la amistad con Jesucristo.

Festividad de los Mártires de la Tradición

Todos morían al grito de ¡Viva la Religión!, ¡Viva España!, ¡Viva el Rey!


 Con la misma sagrada invocación en los labios, ¡cuantos otros han entregado e l alma a Dios, mártires incruentos, en los hospitales, en la miseria; matados, aún más que por el hombre, por las humillaciones, y todo por no faltar al honor, por no doblar la rodilla ante la usurpación triunfante.

 Nosotros, continuadores de su obra, y herederos de las aspiraciones de todos ellos, tenemos el deber ineludible de honrar su memoria.

 Con este objeto propóngome que se instituya una fiesta nacional en honor de los mártires que desde el principio del siglo XIX han perecido a la sombra de la bandera de Dios, Patria y Rey, en los campos de batalla y en el destierro, en los calabozos y en los hospitales, y designo para celebrarlo el día 10 de marzo de cada año, día en que se conmemora el aniversario de mi abuelo Carlos V.

S.M.C. Carlos VII, carta a su Jefe Delegado el Marqués de Cerralbo, instituyendo la fiesta de los Mártires de la Tradición. Venecia, 5 de noviembre de 1895.

2 de Septiembre, festividad de San Antolín


Mucho se ha discutido sobre el verdadero origen del mártir San Antolín. Que fuera sirio, lo afirman serios estudios históricos; pero la tradición y la leyenda lo hacen francés, de Pamiers, cuya catedral comparte con la de Palencia el común patronazgo.


LA LEYENDA DE SAN ANTOLÍN

Instalados los visigodos en territorio francés a principios del siglo V, Teodorico I había entregado Apamia (Pamiers) a su hijo Federico. Un hijo de éste es el príncipe Antonin, en español Antonino o Antolín. Convertido al catolicismo, evangelizó el país y fue martirizado en el año 507 por los visigodos que permanecían aún fieles al arrianismo. Sobre su lugar de martirio, se fundó la antigua Abadía de St. Antonin, citada por vez primera en documentos de 961.

A Wamba, sucesor de Recesvinto, se le atribuye el haber traído a Palencia las reliquias del mártir San Antolín. Reliquias que serían escondidas ante la invasión musulmana, en la famosa cueva de la catedral palentina, donde las hallaría milagrosamente el rey Sancho III de Navarra apenas iniciados los años 1000, a decir de las Crónicas. Este rey, posteriormente, repoblaría Palencia, restableciéndose el obispado.

ROMANCE DE LA CUEVA DE SAN ANTOLÍN

Andaba cazando el rey
Sancho, el Mayor de Navarra
con sus bravos montañeses
por las tierras castellanas,
cuando allá, cabe el Carrión,
río de históricas aguas,
vió un jabalí que iba herido
y a punto se desangraba..

Dispuso el arco y la flecha
y, apartando la maraña,
se abrió paso temerario
en la cueva solitaria..

Alzó el arco para herirle
y, al ir a hacer la descarga,
sintió enervado su brazo
por una gran fuerza extraña..

Cinco lustros, no más tarde
surgió de sus ruinas santas
el tiempo que prometiera
Sancho el Mayor de Navarra.
¡Oh catedral, joya rica,
ornato y gloria de Esapaña!
¡Casa madre de Palencia..!
¡Pieza en Castilla cobrada
en la regia cacería
de Don Sancho de Navarra!

Historias y Leyendas Palentinas
Roberto Gordaliza Aparicio

Batalla de Clavijo.. Santiago y Cierra, España



Como cada 23 de mayo -día simbólico como pocos para quienes amamos y defendemos nuestra Historia y Tradiciones-, recordamos el Voto de Santiago, hecho por el Rey Ramiro I en 844 tras la victoria cristiana en la milagrosa Batalla de Clavijo frente a los ejércitos extranjeros del emir Abderramán II, en agradecimiento a la ayuda aportada por nuestro Apóstol protector, Santiago Matamoros..
El voto, invalidado por las revolucionarias Cortes de Cádiz en 1812, y con posteridad nunca restablecido convenientemente; permanece en vigor para todos aquellos que sean y sientan la verdadera España.
¡Santiago y Cierra, España!!!!


1.- En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
2.- No se han de pasar en silencio los hechos de los antepasados por los que los sucesores puedan ser aleccionados en lo bueno; sino antes al contrario deben consignarse en documentos escritos para lo que, con su recuerdo, sean los venideros invitados a imitar el buen ejemplo.
3.- Por ello yo, el rey Ramiro y la mujer que Dios me dio, la reina Urraca, con nuestro hijo el rey Ordoño y mi hermano el rey García, encomendamos a la fidelidad de la escritura la ofrenda que hicimos al muy glorioso Apóstol de Dios, Santiago, con la conformidad de los arzobispos, obispos, abades y de nuestros príncipes y de todos los cristianos de España, para que acaso, por ignorancia de nuestros sucesores, no traten de deshacer lo por nosotros hecho, sino que acordándose de nuestra obra, se muevan a imitarla.
4.- Escribimos también las causas que nos inclinaron a hacer esta oblación, para que llegue a noticia de nuestros sucesores de ahora en adelante.
5.- Hubo no mucho tiempo después de la ruina de España causada por los sarracenos en tiempo del rey Rodrigo, algunos de nuestros predecesores, reyes de los cristianos, perezosos, descuidados, flojos e indolentes, cuya vida ciertamente no se puede poner por modelo a ninguno de los fieles.
6.- Estos (mejor sería callarlo), con el fin de que los sarracenos no les molestasen con sus incursiones guerreras, pactaron con ellos vergonzosos tributos, a saber: darles cada año cien doncellas de extraordinaria hermosura, cincuenta de la nobleza española y cincuenta del estado llano. i Oh dolor! y ejemplo indigno de la posteridad. Por adquirir una paz temporal y transitoria se entregaba la cristiandad cautiva para satisfacer la lujuria mahometana.
7.- Desde el día en que Nos, descendiente de los antedichos príncipes, tomamos, por la misericordia de Dios, las riendas del gobierno, tuvimos como primer cuidado, inspirándonoslo la bondad divina, abolir semejante oprobio de nuestro pueblo.
8.- Con el fin de realizar tan digno proyecto, comunicamos nuestro pensamiento, primero a los arzobispos, obispos, abades y varones religiosos; después, a todos los príncipes de nuestro reino.
9.- Resuelto al fin y tomando el prudente y saludable consejo, dimos en León leyes y fueros a nuestros pueblos, que se debiesen guardar por todas las provincias de nuestro reino.
10.- Asimismo promulgamos decreto general a todos los príncipes de nuestro reyno para que juntasen de todos nuestros dominios los hombres fornidos y aptos para la guerra, tanto nobles como plebeyos, de a caballo y de a pie, reuniéndolos todos en día determinado prontos para la marcha.
11.- Rogamos también a los arzobispos, obispos, abades y varones religiosos, que estuviesen presentes, para que, con sus oraciones, aumentase, por la misericordia de Dios, el esfuerzo de los nuestros.
12.- Cumplióse así nuestro mandato y, habiendo dejado para cultivar las tierras solamente a los débiles y menos útiles para la lucha, se juntaron para la salida los demás, no tanto coaccionados por nuestra orden, cuantos voluntarios por el amor de Dios que les guiaba.
13.- Con esta gente reducida yo, el rey Ramiro, confiando más en la misericordia de Dios que en la multitud de mi ejército, una vez atravesadas las tierras intermedias, enderecé mi camino a Nájera, de donde pasé a un lugar que se llama Albelda.
14.- Pero entre tanto los sarracenos, conociendo nuestra venida por los rumores que les llegaron, se reunieron contra nosotros todos los de aquende el mar; y avisados por cartas y mensajeros los de allende nos acometieron todos con grande multitud y fuerzas muy poderosas.
15.- ¿Qué más? El caso fue, y de él no podemos acordarnos sin lágrimas, que cayendo muchos de los nuestros a causa de los pecados, maltrechos y heridos los demás, nos dimos a huir y sin orden llegamos al collado que llaman CLA VIJO.
16.- Una vez allí y apelotonados en un peñasco, pasamos casi toda la noche entre sollozos y plegarias, ignorando completamente qué habíamos de hacer al siguiente día. Entretanto, me tomó el sueño a mí, el rey Ramiro, mientras revolvía muchos pensamientos y estaba perplejo de la suerte de los cristianos.
17.- Y estando yo durmiendo, se dignó aparecérseme, en figura corporal, el bienaventurado Santiago, protector de los españoles; y, como yo, admirado de lo que veía, le preguntase ¿quién era?, me aseguró ser el bienaventurado apóstol de Dios, Santiago. Poseído yo entonces de mayor asombro, que en modo extraordinario me produjeron tales palabras, el bienaventurado apóstol me dijo. " ¿Acaso no sabías que mi Señor Jesucristo, distribuyendo las otras provincias del mundo a mis hermanos, los otros apóstoles, confió por suerte a mi tutela toda España y la puso bajo mi protección? y, apretando con su mano la mía, prosiguió: Buen ánimo y ten valor, pues yo he de venir en tu ayuda y mañana, con el poder de Dios, vencerás a toda esa gran muchedumbre de enemigos por quienes te ves cercado. Sin embargo, muchos de los tuyos destinados al descanso eterno recibirán la corona del martirio en el momento de vuestra lucha por el nombre de Cristo.
18.- Y para que no haya lugar a duda, tanto vosotros como los sarracenos, me veréis sin cesar vestido de blanco, sobre un caballo blanco, llevando en la mano un estandarte blanco. Por tanto, al punto de rayar el alba, recibido el sacramento de la penitencia con la confesión de los pecados, celebradas las Misas y recibida la Comunión del Cuerpo y la Sangre del Señor, no temáis acometer a los escuadrones de los sarracenos, invocando el nombre de Dios y el mío, teniendo por cierto que ellos caerán al filo de la espada. Dicho todo esto, desapareció de mi presencia la agradable visión del apóstol de Dios.
19.- Empero yo, despertado prontamente por tan singular visión, la comuniqué con lágrimas y sollozos a los arzobispos, obispos, abades y varones religiosos llamados aparte: ellos, pues, estando primero en oración, dieron muchas gracias a Dios y al apóstol por tan maravillosa consolación y se apresuraron después a poner en práctica la orden que se me había dado.
20.- Armada ya y puesta nuestra gente en orden de batalla, entramos en lucha con los sarracenos y el bienaventurado apóstol de Dios se apareció como lo había prometido, instigando a ambos, pero realmente animando a nuestras huestes para el combate, y entorpeciendo y desbaratando a los contrarios.
21.- Tan pronto como esto vimos, entendimos haber sido cumplida la promesa del bienaventurado apóstol y alegres sobremanera con tan señalada visión, comenzamos a dar grandes voces que salían de lo íntimo del corazón, invocando el nombre de Dios y el del apóstol, con este grito: ¡Que Dios nos ayude y Santiago! Esta fue la primera vez y en aquel lugar que se hizo tal invocación en España; y por la misericordia de Dios no sin fruto, pues cayeron este día en el campo de batalla setentamil sarracenos.
22.- A continuación, destruidas y tomadas sus defensas, seguimos en su alcance y conquistamos la ciudad de Calahorra, restituyéndola a la fe cristiana.
23.- Teniendo, pues, en cuenta después de la inesperada victoria, este tan gran milagro del apóstol, pensamos establecer para nuestro patrono y protector, el muy bienaventurado Santiago, algún don que durase por siempre. De consiguiente ordenamos por toda España e hicimos voto, que se ha de guardar en todas las partes de España, que Dios nos conceda librar de los sarracenos por la intercesión del Apóstol Santiago, de pagar perpetuamente cada año, a manera de primicias, de cada yugada de tierra una medida de la mejor mies, y lo mismo del vino, para el mantenimiento de los canónigos que residen en la iglesia del bienaventurado Santiago y para los ministros de la misma iglesia.
24.- Concedimos también e igualmente confirmamos para siempre, que los cristianos por toda España, de todo el botín que en cada una de las expediciones cogieren a los sarracenos, den con toda exactitud a nuestro glorioso patrono protector de España, el bienaventurado Santiago, tanta parte y porción como corresponde a un soldado de a caballo.
25.- Nosotros, todos los cristianos de España, hemos prometido con juramento dar cada año a la iglesia del bienaventurado Santiago todos estos donativos, votos y ofrendas que arriba se indican y así tenemos canónicamente determinado que se observe perpetuamente por nosotros y nuestros descendientes.
26.- Por tanto, os pedimos Padre omnipotente y Dios eterno, que mediante los méritos del bienaventurado Santiago no os acordéis, Señor, de nuestras iniquidades, sino que sola vuestra misericordia nos valga, aunque indignos de ella. Y todo cuanto a honor vuestro dimos a vuestro bienaventurado apóstol Santiago y ofrecimos de las cosas que de vos y por su medio hemos adquirido para nosotros y nuestros sucesores, sirvan para remedio de nuestras almas, y por su intercesión os dignéis admitirnos con vuestros elegidos en las moradas eternas, donde en Trinidad vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amen.
27.- También queremos y establecemos se observe siempre, que todos cuantos vengan de nuestro linaje presten su favor y ayuda para los sobredichos votos del bienaventurado Santiago.
28.- Y si alguno de nuestra familia o de otras llegase a quebrantar este nuestro testamento o no ayudase a cumplirlo, cualquiera que ése fuese, clérigo o seglar, sea para siempre condenado al infierno con Judas el traidor y Datán y Abirón, a quienes vivos tragó la tierra; y sus hijos queden huérfanos, y su mujer, viuda; y que su reino temporal lo posea otro; y sea privado de la comunión del Cuerpo y de la sangre de Cristo; y, finalmente, no entre jamás en la participación del reino eterno. Además pague a cada una por mitad seis mil libras de plata a la regia majestad y a la iglesia del bienaventurado Santiago. y que esta escritura quede en vigor para siempre. Del mismo modo, nosotros los arzobispos, obispos y abades, que por merced divina vimos con nuestros propios ojos aquel mismo milagro, que nuestro Señor Jesucristo, por mediación de su apóstol Santiago, sé dignó mostrar a su siervo, nuestro ilustre rey Ramiro, confirmamos a perpetuidad el citado hecho de donación y voto del mismo rey, nuestro y de todos los cristianos de España, y sancionamos canónicamente su observancia.
29.-Y si alguno llegare a quebrantar esta escritura y voto de la iglesia del bienaventurado Santiago o se negase a pagarlo, cualquiera que él fuese, rey o príncipe, plebeyo, clérigo o seglar, le maldecimos y excomulgamos, condenándole a ser atormentado por siempre jamás en el infierno con Judas el traidor. Hagan esto mismo con devoción todos nuestros sucesores arzobispos y obispos. Y si no quieren, queden condenados por autoridad del omnipotente Dios Padre e Hijo y Espíritu Santoy por la nuestra; y queden ligados con excomunión y deudores del poder que Dios les entregó.
30.- Fue hecha esta escritura de votos, donación y ofrenda en la ciudad de Calahorra en el señalado día 8 de las Calendas de junio, era 872 (25 de mayo del año 834).
31. Confirmamos con. nuestra propia firma este escrito que hemos hecho yo, el rey Ramiro, a una con mi mujer la reina Urraca y nuestro hijo, el rey Ordoño y mi hermano el rey García. Estuvieron presentes.
32.- Yo Dulcidio, arzobispo de Cantabria, que estuve presente, confirmo, yo Severo, obispo de Oviedo, que estuve presente, confirmo, yo Oveco, obispo de Astorga, que estuve presente, confirmo, yo Salomón, obispo astoririense, que estuve presente, confirmo, yo Rodrigo, obispo de Lugo, que estuve presente, confirmo, yo Pedro, obispo de Urja, que estuve presente, confirmo.
33. Yo la reina Urraca, confirmo, yo el rey Ordoño, su hijo, confirmo, yo el rey Ramiro, confirmo.
34.- Osorio Pérez, mayordomo del rey, que estuve presente, confirmo, Pelayo Gutiérrez, escudero del rey, que estuve presente, confirmo. Menendo Suárez, potestad de la tierra, que estuve presente, confirmo. Rodrigo González, potestad de la tierra, que estuve presente, confirmo. Gudesteo Osoriez, potestad de la tierra, que estuve presente, confirmo. Severo Menéndez, potestad de la tierra, que estuve presente, confirmo.
35.- Gutierre Osoriez, potestad, que estuve presente, confirmo. Osorio Gutiérrez, potestad estuve presente, confirmo. Ramiro García, potestad, que estuve presente, confirmo.
36.-Martín, testigo. Pedro, testigo. Pelayo, testigo. Severo, testigo. Menendo, testigo.
37.- Vicente, sayón del rey, testigo.
38.- Nosotros, todos los moradores de las tierras de España, que estuvimos presentes y con nuestros propios ojos vimos el sobredicho milagro de nuestro patrón y protector el gloriosísimo apóstol Santiago y alcanzamos por la misericordia de Dios el triunfo de los sarracenos, sancionamos todo lo arriba descrito y lo confirmamos a fin de que permanezca para siempre.
39.- Yo Pedro Marcio, por la gracia de Dios Cardenal de la iglesia del bienaventurado Santiago, lo escribí tal como lo encontré en otro escrito que se conserva en el tesoro del bienaventurado Santiago y en su cajón correspondiente, e hice copia y lo aprobé con mi firma.
40.- Gonzalo, notario.

VIII Centenario Navas de Tolosa (Vive la Batalla)



  Un pueblo que no conoce su Historia, ni puede respetarla, ni puede amarla. España, lamentablemente, es paradigma de dicha desgracia. Quién recuerda hoy en día que nuestra patria se empezó a forjar hace miles de años con la fiereza de caudillos como Indibíl y Mandonio frente a la intrusa Roma? Quién recuerda que la propia Roma nos reconoció como provincia peculiar dentro de su orbe, para acabar convirtiéndola en su principal baluarte? Quien recuerda a los reyes godos que recogieron en esta tierra las ruinas del Imperio para crear un estado unificado bajo las leyes latinas y la fe católica en tiempos del rey Recaredo? Quién recuerda la mítica epopeya de los primeros reyes astures que bajo el símbolo de la Cruz de la Victoria enarboló Don Pelayo en Covadonga frente a las hordas musulmanas? Quién recuerda a todos esos héroes y mártires que marcaron los ocho siglos de Reconquista culminada por los Reyes Católicos? Quién recuerda la odisea de nuestros conquistadores descubriendo, conquistando y evangelizando el mundo como siglos antes lo hicieron nuestros antepasados romanos? Quién recuerda a todos esos hombres que en la decadencia del Imperio supieron luchar y morir con honor, aún sabiendo que la Patria estaba desangrándose gracias a las traiciones que aporto la modernidad? Sin duda casi nadie los recuerda, y si a veces se comentan sus hechos, es para criticarlos bajo esa lupa traidora llamada “leyenda negra”, que nadie ha engrandecido tanto como la propia bilis patria.

  Más por mucho que se mienta y oculte, nuestra Historia está ahí, y es la que nos marca como nación. Y de todos estos hechos, hay uno que resulta más significativo que cualquier otro, la Batalla de Las Navas de Tolosa, de la que estamos a pocos días de conmemorar su VIII Centenario.

  Una vez más, vemos con pesar, pero sin que nos sorprenda, como nuestras instituciones dan la espalda a tan magno centenario, esas instituciones que con nuestros impuestos tienen la obligación de engrandecer España, pero que lo único que engrandecen desde hace décadas son bolsillos ajenos y deslealtades patrias sin ningún rubor, todo, eso sí,  en nombre de las mal llamadas “tolerancia y democracia”.

  Más no todo está perdido, desde hace algún tiempo están surgiendo en España asociaciones y movimientos populares que se levantan con el valor que da el amor a lo propio, a esa patria nos pretenden negar, pero que sólo es tal si nos garantiza nuestros derechos a mantener lo que con valor y honor conquistaron nuestros ancestros, y que por lo tanto nos pertenece. Estas asociaciones, son las que tienen que levantar con su ejemplo los verdaderos valores de la Hispanidad, pues de “nuestras instituciones” hace tiempo que no podemos esperar nada positivo.

  Una de estas asociaciones, ha nacido para llevar a cabo los actos conmemorativos de la Batalla de las Navas de Tolosa de forma independiente y orgullosa, bajo el nombre de “Asociación Memoria Navas”. Y nosotros, desde la ACT Fernando III el Santo, como no podía ser de otra manera estaremos en el Muradal de Tolosa con ellos para conmemorarlo sin más interés que el amor a España y el orgullo de sentirnos hijos de aquella magnífica epopeya.