Proclamación Fernando III el Santo en Autillo de Campos (Capítulo 3)


GUERRA CIVIL EN CASTILLA (1214-1217)

Tras la “Batalla de Las Navas de Tolosa”, el rey Alfonso VIII volvió a Castilla junto a sus ejércitos, quedando en la frontera sur del Reino asentando las posiciones tomadas algunos de los principales magnates castellanos. El “noble” rey sentía ya el paso de los años, y el deber cumplido. De su matrimonio con Leonor Plantagenet habían nacido diez hijos (Berenguela 1179-1246), (Sancho 1181), (Sancha 1182-1184), (Urraca 1186-1220 Reina de Portugal), (Blanca 1186-1252 Reina de Francia), (Fernando 1189-1211), (Mafalda 1191-1204), (Leonor 1190-1244 Reina de Aragón), (Constanza 1195-1243 Abadesa Las Huelgas) y (Enrique 1204-1217). En principio, como vemos, la política matrimonial llevada a cabo con sus hijas garantizaba la fortaleza del Reino, pero la repentina muerte del infante Don Fernando en 1211, debió de ser un duro golpe, pues con los veintidós años que contaba, debía ya de estar perfectamente preparado para asumir el control del Reino en cuanto fuese necesario.

El rey Alfonso VIII murió el seis de octubre de 1214, en la localidad abulense de Gutierre-Muñoz, cuando se dirigía a Plasencia a reunirse con su aliado, el rey Alfonso II de Portugal. Así nos lo cuenta el arzobispo Jiménez de Rada en su Crónica “De Rebus Hispaniae”: Habiendo cumplido LIII años en el Reyno el noble Rey Alfonso, llamó al Rey de Portugal su yerno para verse con él; y habiendo empezado su camino dirigido a Plasencia, última ciudad de su dominio, empezó a enfermar gravemente en cierta aldea de Arévalo que se llama Gutierre Muñoz, donde últimamente, agravado de una fiebre, terminó la vida y sepultó consigo la gloria de Castilla, habiéndose confesado antes con el arzobispo Rodrigo, y recibido el sumo Sacramento del Viático, asistiéndole Tello, obispo de Palencia, y Domingo, de Plasencia.

Sepulcro de Alfonso VIII y Leonor Plantagenet (Monasterio de Las Huelgas, Burgos)
A su muerte, quedó su hijo Enrique I como Rey, bajo la tutela de su madre Doña Leonor; pero poco duró esta situación, pues la Reina madre murió el 31 de octubre –menos de un mes después que su marido Alfonso–. Así las cosas, se decidió que fuese la hija primogénita Doña Berenguela quien ostentase la tutoría de su hermano el “Rey niño”. Tranquilos corrieron para Castilla los meses primeros de Regencia, apoyados en el buen gobierno de la infanta, y así sabemos que Doña Berenguela junto al rey se trasladaron desde Burgos a Palencia a mediados de febrero de 1215, con intención de que Don Enrique continuase con sus estudios junto al obispo Tello Téllez.

¿Qué ocurrió desde febrero hasta abril de 1215, en que Enrique aparece en Segovia acompañado de Don Álvaro Núñez de Lara? No lo sabemos a ciencia cierta; pero podemos presumir que intuyendo los Lara que Doña Berenguela no iba a ser tan proclive a sus intereses, como lo fue su padre, arrancaron al niño de sus manos casi por los bravas, y apoyándose en que el conde Don Álvaro era el alferez del Rey, se hicieron con su tutoría y custodia. Así nos cuenta el Padre Flórez como se llegó a un acuerdo entre la infanta y los Lara en los siguientes términos: “Conocía –la infanta-perjuicios en la entrega y temía inconvenientes en no hacerla… En tal conflicto llamó a consulta a su prudencia, y ésta la dictó el medio de dar el Rey al Conde; pero con estas cauciones: que no pudiese guerra mover a ningún rey; que no pudiese dar ni quitar posesiones a los vasallos o imponerles tributos sin acuerdo de la misma Reina; que Don Álvaro y sus hermanos jurasen esto en manos del Arzobispo de Toledo, Don Rodrigo, haciendo el homenaje con tales condiciones, de suerte que en su quebrantamiento fuesen tenidos por traidores”.

No quedó en paz la cosa, pues como nos cuenta Jiménez de Rada en su Crónica, los Lara una vez tuvieron el control del “Rey niño” comenzaron: “a ejecutar exterminios, a humillar a los grandes, a exigir exacciones a los plebeyos enriquecidos, a esclavizar las iglesias, tomando a las fábricas de estos sus tercias… Además de esto, y con la intención de atraerse su apoyo, el Conde llegó a un acuerdo con Alfonso IX de León para devolverle las fortalezas que en tierra leonesa mantenían los castellanos. Pero había un problema, estas fortalezas pertenecían por derecho de herencia a Doña Berenguela, la cual ordenó defenderlas. Ante el desplante de la infanta, el conde Don Álvaro –a pesar de que las propias Cortes habían dado la razón a la infanta en la querella–, mandó una carta a Doña Berenguela amenazándola con la guerra, y haciendo firmar esta misiva por el propio Rey, que era un títere en manos de Los Lara. Ante esta situación, la infanta queriendo evitar la guerra accedió finalmente a entregar sus posesiones al leonés, y abandonó Burgos junto a su hermana Leonor para refugiarse en la Tierra de Campos palentina, Solar señorial de los Girón y los Téllez que se mantenían leales a la infanta, ofreciéndola incondicional protección.

Torreón e interior de la iglesia de Autillo de Campos con el escudo de Gonzalo Ruíz Girón en su interior
Desde la primavera de 1215 hasta enero de 1217 continuaron los asuntos del Reino por el mismo camino. Cabe destacar que al rey lo casaron los Laras con la infanta Mafalda de Portugal en agosto de 1215, siendo el matrimonio anulado por consanguinidad a los pocos meses. Posteriormente intentó Don Álvaro sin éxito casarlo con una de las hijas de Alfonso IX de León. Bien sabía el Conde, que sí por una desgracia fallecía el “Rey niño”, la Corona castellana pasaría inmediatamente a manos de Doña Berenguela.

A pesar del poder de los Lara, muchos eran los nobles y ciudades en Castilla que se mantenían fieles a la infanta, y así, en enero de 1217 se desatan los acontecimientos tras un ardid de Don Álvaro, que falsificando una carta de la infanta en que preguntaba por la salud de su hermano, pretendía hacer creer al Reino que esta quería acabar con la vida del Rey. No lo creyeron los toledanos de Maqueda, donde se encontraba el Conde junto al Rey, obligando a estos a huir a galope de la villa hasta su cercano refugio de Huete. Viendo el Conde que no podría hacerse con el Reino completamente hasta que no sometiese a la infanta, reunió a sus poderosas mesnadas y decidió lanzarse a la guerra.

Iglesia de Meneses (Palencia) con los bustos de Alfonso y Suero Téllez en los lados
Sabemos que a finales de marzo se encontraban los Lara en Valladolid, desde donde comenzaron sus ataques por la villa de Val de Trigueros que quedó devastada, y desde allí a Montealegre, cuya fortaleza defendía Suero Téllez de Meneses, héroe de Las Navas y hermano menor de Alfonso, Señor de Meneses, y de Don Tello, obispo de Palencia. Tras rendir Montealegre, como nos cuenta Jiménez de Rada continuó: “Después desto el conde, saliendo dallí con el rey, fue robando e destruyendo por Campos muchas cosas; et uniendo faziendo mal daquella guisa”. Sabemos que a partir del cinco de mayo asediaron los Lara Villalva del Alcor, a la cual consiguió defender con bravura Don Alfonso Téllez de Meneses, y así, ante la imposibilidad de tomarla, decidió Don Álvaro atacar directamente a Doña Berenguela en Autillo de Campos, donde se encontraba protegida por el Señor de Frechilla, don Gonzalo Ruiz Girón.

Dejó claro Don Gonzalo que no rendiría la fortaleza, comenzándose así el asedio de los Lara, y mientras tanto Alfonso Téllez acudió hasta Toro a pedir ayuda al rey Alfonso IX, quien envió quinientos caballeros leoneses en defensa de Doña Berenguela. Enterado el Conde de Lara, levantó el cerco a la fortaleza de Autillo, no sin antes arrasar las cercanas villas de Frechilla y Cisneros.

Escenificación de la muerte del Rey Enrique
Justo en ese momento, concretamente el 27 de mayo, se produjo el accidente del joven Rey en el Alcázar Episcopal de Palencia, donde le había dejado Don Álvaro al cuidado del obispo Tello Téllez. Nos cuenta la tradición que una piedra jugando al tejo le golpeó en la cabeza, dejándole gravemente herido. En pocos días murió Don Enrique, y aunque el Conde escondió el cuerpo en el castillo de Tariego, aduciendo que se estaba recuperando, no tardaron la infanta y sus leales en enterarse del triste fallecimiento del Rey.


Envió inmediatamente Doña Berenguela a sus leales Gonzalo Ruíz Girón, Alfonso Téllez de Meneses y Lópe Díaz de Haro, Señor de Vizcaya, a la Corte Leonesa para reclamar la presencia de San Fernando, argumentando la necesidad que tenía la infanta de ver a su hijo en tan difíciles momentos. A pesar de las dudas de Alfonso IX respecto al requerimiento, dejó ir a su hijo -recordemos por entonces heredero del Reino de León- junto a su madre a Castilla. Ni el propio San Fernando conocía que este viaje lo coronaría como rey de Castilla, y mucho menos suponían padre e hijo que nunca más volverían a verse en vida.

23/04/2016 (Autillo de Campos)
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo

Proclamación Fernando III el Santo en Autillo de Campos (Capítulo 2)



INFANCIA DE SAN FERNANDO

Tras la muerte en 1188 del rey Fernando II de León, subió al trono con apenas diecisiete años su hijo Alfonso IX. Al poco tiempo, y a pesar de que había sido nombrado caballero y prestado vasallaje a su primo Alfonso VIII de Castilla en Carrión de los Condes, se desencadenaron las habituales hostilidades entre León y Castilla, conquistando los castellanos diferentes fortalezas y plazas leonesas como Valencia de Don Juan y Valderas. La situación empeoró cuando el leonés llegó a un acuerdo de no agresión con los almohades, siendo excomulgado por el Papa, y declarado el Reino de León enemigo de la Cristiandad. Tras unos años de mucha tensión, se firmó en 1194 el “Tratado de Tordehumos”, por el cual Castilla se comprometía a devolver los territorios conquistados –cosa que no hizo en su totalidad–, a cambio de que Alfonso IX se casase con la hija mayor del castellano, la infanta Doña Berenguela. La boda se celebró finalmente en la Iglesia de Santa María de Valladolid el primero de diciembre de 1197 recuperándose por un tiempo la paz entre los Reinos hermanos.

Alfonso IX de León  (miniatura medieval)
De este matrimonio nacerían cinco hijos (Leonor 1199-1201), Constanza (1200-1242 monja en Las Huelgas), (Fernando 1201-1252), (Alfonso 1202-1272 Señor de Molina) y (Berenguela 1204-1237 Reina de Jerusalén por su matrimonio con Juan de Brienne); que se unían, atención a este dato a (Sancha 1191-1243), (Fernando 1192-1214) y (Dulce 1193-1248) nacidos del primer matrimonio del rey Alfonso IX con Doña Teresa de Portugal, y que ya había sido anulado por consaguinidad.

Berenguela I de Castilla
El matrimonio entre Doña Berenguela y el rey Alfonso IX duró hasta 1204, año en que el Papa Inocencio III anuló el permiso concedido por su antecesor Celestino III; y también por motivos de consanguinidad obligó a la separación de los cónyuges, consintiendo, eso sí, que los herederos fuesen considerados legítimos. Tras la anulación, Doña Berenguela retornó al Reino de Castilla junto con sus cuatro hijos.

Esta nueva situación trajo dos consecuencias inmediatas; por un lado el retorno a las hostilidades entre León y Castilla, y por otro que San Fernando, el cual había sido nombrado heredero de León al nacer, era apartado por su padre de sus derechos dinásticos en beneficio del otro Fernando –el nacido del matrimonio con Doña Teresa de Portugal–, y de sus hermanas Doña Sancha y Doña Dulce.

San Fernando
Volviendo propiamente a la infancia de San Fernando, sabemos con seguridad que nació un 24 de junio de 1201, en un paraje de la tierra del vino zamorana llamado Valparaíso. Probablemente Berenguela se dirigía a Salamanca, donde por las crónicas sabemos que se encontraba Alfonso IX cuando la Reina se puso de parto, y dio a luz en el camino. Quizá por eso uno de los sobrenombres con los que se conoció a San Fernando en su tiempo fue “el Montesino”. También sabemos que en los primeros días de julio nuestro San Fernando fue bautizado en Salamanca. Pocos más datos hay de esa primera infancia leonesa, suponiendo que la pasó tanto en Santiago de Compostela como en la capital leonesa junto a su madre y hermanos.

Capilla de San Fernando en Valparaíso (Peleas de Arriba, Zamora)
Contando tres años de edad San Fernando, y como antes comentaba, vuelve a Castilla junto a Doña Berenguela y sus hermanos. Tampoco tenemos muchos datos de ese tiempo, aunque sí sabemos que la familia se estableció en Burgos junto a los reyes Don Alfonso y Doña Leonor. Es lógico por otra parte no tener muchos datos, pues en esa época San Fernando ya no era heredero de León, y en Castilla aún vivían dos hijos varones de Alfonso VIII, con lo cual tampoco era imaginable que llegase algún día a coronarse como Rey ni de Castilla, ni de León.

Sí conocemos por medio de la Crónica de Alfonso X el Sabio, el milagro vivido por San Fernando en cuerpo propio cuando apenas contaba con cinco años de edad. Gravemente enfermo de fuertes fiebres, y ante la imposibilidad de cura que le daban los galenos en la Corte, su madre lo llevó hasta el monasterio de Santa María de Oña en solemne procesión y lo dejó a los pies de la imagen de la Santa Virgen, a la cual profesaba gran devoción. Nos lo cuenta así Don Miguel de Manuel en su obra “Crónica de la Vida del Santo Rey Don Fernando III”: “Sabemos sólo una bien apreciable noticia de todo el tiempo de la minoridad del Santo. Visitóle Dios con una tan grave enfermedad, que no se sujetaba a las leyes de la medicina. Doña Berenguela empleó todo su cuidado en su curación, y fatigó toda la ciencia de los mejores médicos para el alivio; pero desesperada ya de cuanto podían idear la ciencia y la fantasía, cuando el enfermo es un príncipe, y está de peligro una corona, determinó buscar sobrenatural remedio, cediendo a su hijo en manos de mejor madre, y ofreciéndole en las aras de la Virgen María, para que encargándose le restituyese la salud, le conservase la vida, y tomase a su cargo su fortuna”.

El monasterio de Santa maría de Oña en la actualidad
Sobre el año 1212, tanto San Fernando como su hermano Alfonso, así como su tío Enrique –futuro rey Enrique I “el niño”– debieron de trasladarse a Palencia para perfeccionar sus conocimientos en la recién creada Universidad, bajo la tutoría del obispo Tello Téllez. En nuestra ciudad, en la que estuvo seguramente hasta el año 1214, debió San Fernando forjar su inclinación hacia las artes y el conocimiento, así como ahondar en su fervor religioso.

Enrique I de Castilla

En agosto de 1214, fallecía repentinamente su hermanastro Fernando, a la sazón heredero de León, y Alfonso IX, reclamaba a Castilla al joven Fernando para nombrarle heredero, y hacerse cargo de su educación. Doña Berenguela consintió, y nuestro San Fernando, con apenas doce años se trasladó hasta León junto a su hermano Alfonso. En esta época sabemos que dedicó su tiempo al aprendizaje tanto del arte militar, como a la preparación para el buen gobierno. Tres años pasó en León Fernando junto a su padre, hasta que en la primavera de 1217 fue reclamado por su madre que se encontraba sitiada en Autillo por los Lara. Sin duda, aunque siempre fue leal a su padre y a su regio destino, San Fernando ya llegó a León impregnado de una profunda concepción política, cultural y religiosa de la vida, mucho más cercana al espíritu castellano, que al leonés. Y con esa convicción, añadida a la sincera devoción que sentía hacia su madre partió hacia Autillo en su ayuda.

23/04/2016 (Autillo de Campos)
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo


Proclamación Fernando III el Santo en Autillo de Campos (Capítulo 1)

El pasado 23 de abríl, el Presidente de la A.C.T. Fernando III el Santo, Luis Carlón Sjovall, pronunció una conferencia en la localidad palentina de Autillo de Campos, en la que se abordaron los precedentes y el desenlace de los hechos que desencadenaron en la Proclamación de Fernando III el Santo como Rey de Castilla en esta misma localidad el 14 de junio de 1217. Además, Carlón instó al cambio de la actual Festividad de Castilla y León, que conmemora el aniversario de la derrota de la revuelta Comunera, por la fecha del 30 de mayo, Festividad de San Fernando. De esta manera, comentó Luis Carlón -se reconocería a quien es el gran símbolo de nuestra tierra y unificador de los reinos de León y Castilla-; también recordó la importancia histórica de Autillo de Campos como lugar simbólico, pues fue allí mismo, con la Proclamación de San Fernando -donde se forjó la Corona de Castilla, alma y espada de las Españas, y transmisora de la Civilización y Tradición Católica por todo el Orbe Mundial-.


PRECEDENTES

  Para entender con claridad el porqué se llegó al rocambolesco desenlace ocurrido en Autillo de Campos aquel 14 de junio de 1217, tenemos que retroceder casi sesenta años, cuando el rey Alfonso VIII –a la sazón abuelo de San Fernando– subió al trono de Castilla. Y es que Alfonso, hijo de Sancho III “el deseado”, y de Blanca Garcés de Navarra; había quedado huérfano de madre al nacer, y de padre con apenas tres años de edad.

Alfonso VIII "el noble"
Desde el tiempo de Alfonso VI "el bravo", los dos reinos hermanos se habían mantenido unidos bajo la misma Corona, pero a la muerte de Alfonso VII “el emperador” el 21 de agosto de 1157 volvieron a separarse, quedando Fernando II como Rey de León y Sancho III como Rey de Castilla. Inmediatamente se reanudaron los sempiternos conflictos entre ambos reinos, que concluyeron con la firma del “Tratado de Sahagún” en el que se fijaban las fronteras y derechos de conquista de ambos Reinos. Pero la repentina muerte de Sancho el 31 de agosto de 1158 –apenas un año después de su Coronación– dejaba a Alfonso VIII como Rey de Castilla, con apenas tres años de edad. Suceso que dejó sin efecto el acuerdo de Sahagún al entender Fernando II que tenía derecho a reunificar ambos reinos bajo su Corona.

Fernando II de León
Sancho III de Castilla 

Ante esta inesperada situación, en la que la vida del niño Rey corría evidente peligro, se designó un gobierno en el que las dos principales familias castellanas –los Castro y los Lara– se repartirían el poder. Así, quedó como tutor y protector de Alfonso, Don Gutierre Fernández de Castro, y como regente del Reino, Don Manrique Pérez de Lara. Poco duró esta paz, pues las rivalidades entre ambas familias desencadenaron en una Guerra Civil que aunque en un principio vencieron los Lara –haciéndose también con la tutoría del rey Alfonso–, continúo latente hasta la mayoría de edad del monarca.

Fronteras aproximadas de España antes y después de muerte de Alfonso VII
Durante ese tiempo, los Castro se unieron al rey Fernando de León, conquistando entre ambos territorios castellanos como Palencia, Burgos, Segovia o Toledo; mientras que por el sector oriental del Reino, Navarra, aprovechando el desgobierno castellano, invadía los territorios riojanos y vascos. Al Joven Rey le trasladaban los Lara constantemente de lugar para protegerlo, siendo apenas Ávila y Soria los únicos territorios que se mantenían firmes. La situación se complicó aún más, cuando el regente Don Manrique de Lara fue muerto a manos de Fernando de Castro en la “Batalla de Huete” en 1163. A partir de ahí se hizo cargo de la regencia y tutoría Don Nuño Pérez de Lara, hermano menor de Don Manrique.

Castillo de Huete (Cuenca) en la actualidad
Con la mayoría de edad del Rey, Castilla entraría en un periodo de estabilidad. Alfonso VIII no solo recuperó progresivamente los territorios perdidos durante su minoría de edad, sino que acabó convirtiéndose en el monarca más importante de los reinos cristianos españoles del Siglo XII. Tras su matrimonio con Leonor Plantagenet –hija de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania–, reforzó con la dote recibida arcas y territorios –la borgoña francesa por ejemplo pasó a formar parte de la Corona de Castilla–, y tras garantizar las fronteras con los reinos cristianos se dedicó a comandar la necesaria Cruzada frente al Imperio Almohade, que tras conquistar todas las taifas musulmanas, ya amenazaba la propia ciudad de  Toledo.

Imperio Almohade a principios del S. XIII
Las Batallas de Alarcos y Navas de Tolosa sintetizan los últimos veinte años del reinado de Alfonso –cincuenta y seis años duró–. En la primera, sucedida en 1195, el ejército castellano sufrió quizá la más desastrosa derrota de su historia, poniendo de nuevo el Reino –e incluso a la Cristiandad Hispánica al completo– al borde de la desaparición; hecho que se frenó, ya con los musulmanes a las puertas de Toledo, Madrid y Guadalajara, gracias a que el Califa Yusuf tuvo que abandonar España por problemas en su retaguardia africana. Así, la frontera sur quedó establecida durante unos años en el río Tajo. Este tiempo que pasó hasta la Batalla de “Las Navas de Tolosa”, lo dedicó el Rey tanto a recuperar su ejército, como a unificar acuerdos con otros Reinos cristianos; situación que culminaría en la primavera de 1212 con la obtención de la bula de Cruzada conseguida en Roma por el obispo de Palencia, Don Tello Téllez de Meneses. Así, en julio de 1212 nuevamente se enfrentaron los ejércitos de Castilla –apoyados por Aragón, Navarra y caballeros venidos de Portugal, Francia, Italia y Alemania–, al Imperio Almohade al mando del Califa Al-Nasser (hijo de Yusuf). La victoria fue total para Alfonso VIII en Navas de Tolosa, estableciendo desde ese momento la frontera sur del Reino en el Valle del Guadalquivír.

Batalla de "Las Navas de Tolosa"
Como conclusión al reinado de Alfonso VIII, podemos establecer que no solo consolidó a Castilla como Reino independiente, sino que lo convirtió en el más poderoso de la Cristiandad española, y uno de los más fuertes de Occidente. Además, y esto no debemos olvidarlo, durante su reinado, su principal apoyo fue la familia Lara, la cual se convirtió en la más poderosa de Castilla. Don Nuño, quien con tanto esmero cuidó a Don Alfonso de niño, falleció en 1177, siendo a partir de ese momento sus hijos, encabezados por Don Álvaro Núñez de Lara quienes ocuparon los puestos de poder en el Reino.

23/04/2016 (Autillo de Campos)
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo

Manifiesto 23 de abril 2016; "Villalar no es nuestra fiesta"

El rey San Fernando junto a los símbolos de Castilla y León (Miniatura S. XIII, Santiago de Compostela)
Otro año llega el 23 de abril, y nuevamente observamos con interés y cierto orgullo el general desapego de los castellano-leoneses al llamado "Día de la Comunidad"; mientras a su vez, y en sentido contrario, vemos como va fraguando en distintos ámbitos de nuestra tierra, nuestra propuesta, en la que pedimos desde hace años que la festividad de San Fernando, sea también la de la histórica Corona de Castilla y de León; y no solamente proponemos esta festividad para la actual Comunidad Autónoma de Castilla y León, sino que teniendo en cuenta la historia y cultura común de todas las tierras de Castilla, entendemos que esta festividad debiera ampliarse a todas las "Comunidades Autónomas" creadas sobre el solar de la vieja Corona de Castilla. Por ello, no es de recibo que tengamos que tragar ni un año más con la "farsa comunera". Falsedad creada a partir de la derrota sufrida por una parte de la nobleza castellana en el S. XVI durante la llamada “Guerra de las Comunidades” -levantamiento que el romanticismo del S. XIX ensalzó al estilo de los también falsos mitos creadores del nacionalismo vasco y catalán-, y que al igual que en esas tierras, ha sido manipulado por los sectores independentistas y más de extrema izquierda de la nuestra. Este día no une, sino que separa, por mucho que se empeñen los políticos en vendernos una fiesta que año tras año manifiesta ser un absoluto fracaso, demostrado en el desinterés general que por ella sienten la mayoría de los castellano-leoneses. Sin duda, no hay mejor fecha para recordar nuestra Historia, y sentirnos orgullosos de nuestra querida tierra que el 30 de mayo, festividad de San Fernando, rememorando así al más noble hijo de Castilla, quien unió a los Reinos de Castilla y de León bajo la misma Corona para siempre, en el ya lejano año de 1230.
                           ACT Fernando III el Santo

Presentación del libro "La Falange y el Tercer Reich"


El Centro Social y Cultural Blanca de Castilla de Palencia acogió el pasado 15 de abril, la presentación del libro “La Falange y el Tercer Reich, de las JONS a la defensa de Berlín”, obra del escritor e historiador vallisoletano Jorge Olmedo.


Durante la presentación, Olmedo recordó a los presentes la situación de crisis económica y bipolaridad política que se vivía tanto en España como en el resto de Europa durante los años veinte y treinta del pasado siglo, y que como bien sabemos acabó desembocando en nuestra patria tras los desórdenes acontecidos durante la “IIª República”, en la llamada “Guerra Civil Española”; declarada oficialmente “Santa Cruzada”, dado que fue principalmente el odio a la Religión Católica el mayor generador de crímenes durante ese aciago periodo histórico. Así, se recordó que teniendo en cuenta la amenaza que representaba durante ese tiempo el marxismo, tanto para España como para el resto de la Europa cristiana, las diferentes ideologías de tendencia patriótica, que en Europa se crearon en esa época frente a los movimientos revolucionarios, unieron sus esfuerzos principalmente en el urgente afán de frenar la amenaza marxista que ya en Rusia había demostrado desgraciadamente su capacidad destructora. De este modo, -comentó el autor-, comenzó desde casi su fundación, una relación entre FE de las JONS y el Reich alemán, que el autor demostró tanto con imágenes como con textos de la época que en el libro se encuentran publicados. Esta situación de simpatía hispano-germana no fue acogida solo por los miembros de Falange, sino que se extendió, -como nos comentó Olmedo-, a buena parte de la población española, especialmente tras la victoria en el año treinta y nueve en la "Guerra Civil", periodo en el cual, la España nacional contó para su logro con el apoyo alemán; y así, dentro del ambiente entusiasta que se vivía tras el triunfo, al comenzar la IIª Guerra Mundial fueron cientos de miles (y de nuevo no solo falangistas) los españoles que se alistaron en la División Azul para combatir al marxismo en la frontera rusa aliados al ejército alemán; y también junto a miles de voluntarios de otros muchos países, etnias y religiones, que pese a sus diferencias, eran sabedores del peligro que el socialismo soviético representaba para las libertades de todos ellos. Finalmente, se recordó que cuando el ejército alemán comenzó a perder la guerra durante el frío invierno del año cuarenta y tres, el régimen de Francisco Franco cambió su política de alianzas, retirando las tropas españolas del frente, y acercándose progresivamente a los intereses de los aliados, lo cual no fue óbice para que muchos de los españoles que participaron en la División Azul se alistasen en la llamada Legión Azul, que continuó combatiendo junto con los ejércitos del Eje, a pesar de las trabas impuestas desde el Régimen a los numerosos voluntarios españoles.


Desde nuestra Asociación, siempre tendremos un espacio de libertad para la presentaciones y conferencias que nos ayuden a una mayor revisión crítica y amplitud de conocimientos, especialmente si se trata de hechos que forman parte de la Historia de nuestra Patria. Recomendamos pues la lectura de este libro valiente y comprometido, que su autor nos ha presentado, especialmente en estos tiempos en que la dictadura de lo políticamente correcto amenaza gravemente a nuestra libertad.

Vida del Rey San Fernando (Semana Santa)


San Fernando Rey de España, Casanova y Estorach (1886)
No sabía este grande héroe hacer acción que no fuese máxima. Aun las mínimas se realzaban en su idea, o en su ejecución. Vio a la Infanta que cubría con su humildad su sangre, y vestía de pobreza lo soberano; y era más alto cualquier abatimiento de su humildad, porque como caía de tan encumbrado nacimiento, daba más golpe a la admiración. No le pareció bien que en puntos de virtud cristiana le ganase una niña, ni vivía consolado de haberla dado tan buen ser, y engendrado tan dócil natural, si no imitaba lo mismo que le enternecía. Quiso por sí mismo dar ejemplo al mundo, de que sabía humillar cristianamente la majestad, y conociendo que Dios le había hecho tan grande, ostentó ser menor que los más pequeños, y gastando sus riquezas con los pobres, quiso servirlos como pobre. De este ánimo nació aquella piadosa función que hasta el día de hoy se conserva con edificación común en nuestros catolicísimos monarcas, de dar de comer el Jueves Santo a doce pobres, ostentando su grandeza en su dignación, y su fe en el número que eligió San Fernando en memoria y reverencia de los doce Apóstoles. Logran nuestros reyes la fortuna de heredar el celo y piedad de quien heredaron el reino, y logra San Fernando con su devoción el fruto de ver perpetuado su ejemplo, que ya hoy por anual se mira con ternura y respeto de la majestad, y en el Santo por nunca usado le miraba con espanto la admiración.

Memorias para la vida del Santo Rey Don Fernando III; Andrés Marco Burriel (1800)

Festividad de los Mártires de la Tradición 2016


Un año más, la A.C.T. Fernando III el Santo ha estado presente en los actos programados con motivo de la Festividad de los Mártires de la Tradición.

Placa conmemorativa inaugurada en Mata de los Carlistas
El Sábado doce de Marzo, nos desplazamos hasta la localidad madrileña de El Pardo para asistir a los actos organizados por el Círculo Carlista Antonio Molle Lazo, y presididos por el Abanderado de la Tradición S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón Parma. Tras la tradicional Santa Misa por los Mártires de la Tradición oficiada en la Iglesia del Cristo del Pardo por el Padre García Gallardo, se celebró la tradicional comida de hermandad junto a numerosos correligionarios desplazados desde los diferentes rincones de Las Españas. Tras la comida, se sucedieron brillantes discursos en el que se recordó tanto la necesidad de compromiso para con la causa, como la obligada e inmutable lealtad que debemos a los sagrados principios de la Tradición Católica Española. Finalmente, S.A.R. dirigió unas emotivas y como siempre acertadas palabras a los presentes, emplazando a todos en la persistencia y fe de la causa, verdadera salvaguarda de la única España posible, frente a la decadente y asfixiante posmodernidad revolucionaria actual.

S.A.R saludando a algunos de nuestros socios
S.A.R don Sixto de Borbón Parma y el Padre García Gallardo, junto a varios miembros de la representación en El Pardo de la ACT Fernando III el Santo de Palencia
El Domingo trece de Marzo, nos desplazamos hasta la localidad palentina de Ayuela de Valdavia, donde recientemente nuestra Asociación ha recuperado la Cruz de “Mata de los Carlistas”, y lugar elegido para anualmente celebrar un acto en justo recuerdo a los Mártires de la Tradición. Tras una marcha a pie desde la localidad de Ayuela de Valdavia hasta la Mata de los Carlistas, se ofició un responso por las almas de los mártires allí enterrados y la bendición de la recientemente repuesta Cruz, así como la colocación de una placa conmemorativa. Finalmente, y tras un breve discurso del presidente de nuestra Asociación, los niños allí presentes depositaron sobre la Cruz una corona de laurel. La jornada concluyó con una comida de hermandad en la cercana localidad de Saldaña.

Cruz de Mata de los Carlistas
El Presidente de la ACT Fernando III el Santo pronunciando unas palabras tras la bendición de la Cruz y el responso por los Mártires de la Tradición
ORACIÓN POR LOS MÁRTIRES DE LA TRADICIÓN

Lo demandó el honor y obedecieron,
lo requirió el honor y lo acataron;
con su sangre la empresa rubricaron
con su esfuerzo la Patria redimieron.

Fueron grandes y fuertes, porque fueron
fieles al juramento que empeñaron.
Por eso como valientes lucharon,
por eso como mártires murieron.

Inmolarse por Dios fue su destino,
salvar a España su pasión eterna,
servir al Rey su vocación y síno.

¡No supieron querer a otra Bandera!
¡No supieron andar otro camino!
¡No supieron morir de otra manera!


Festividad de los Mártires de la Tradición

Todos morían al grito de ¡Viva la Religión!, ¡Viva España!, ¡Viva el Rey!


 Con la misma sagrada invocación en los labios, ¡cuantos otros han entregado e l alma a Dios, mártires incruentos, en los hospitales, en la miseria; matados, aún más que por el hombre, por las humillaciones, y todo por no faltar al honor, por no doblar la rodilla ante la usurpación triunfante.

 Nosotros, continuadores de su obra, y herederos de las aspiraciones de todos ellos, tenemos el deber ineludible de honrar su memoria.

 Con este objeto propóngome que se instituya una fiesta nacional en honor de los mártires que desde el principio del siglo XIX han perecido a la sombra de la bandera de Dios, Patria y Rey, en los campos de batalla y en el destierro, en los calabozos y en los hospitales, y designo para celebrarlo el día 10 de marzo de cada año, día en que se conmemora el aniversario de mi abuelo Carlos V.

S.M.C. Carlos VII, carta a su Jefe Delegado el Marqués de Cerralbo, instituyendo la fiesta de los Mártires de la Tradición. Venecia, 5 de noviembre de 1895.

Mensaje del Rey Carlos V al ejército carlista (1834)

Carta enviada por el rey Carlos V de España a sus ejércitos en el año 1834. El mensaje trasladado por S.M.C. Don Carlos, ha de servir hoy en día para entender que solo el orden, la fe y la disciplina sirven en la imprescindible tarea pendiente frente a la ya consolidada pos-modernidad y sus innumerables variantes revolucionarias, siempre dirigidas contra España por las mismas logias despóticas.


Soldados:
  se han cumplido mis deseos: estoy entre vosotros, tiempo ha que ansiaba este momento, conocéis mis constantes esfuerzos para conseguirlo. Mi paternal corazón rebosa en la más dulce satisfacción al contemplar vuestros gloriosos hechos, que serán transmitidos a la más remota posteridad.
  Voluntarios y soldados, vuestros sufrimientos, vuestras fatigas, vuestra constancia, vuestro amos a vuestros reyes legítimos y a mi real persona son la admiración de todas las naciones que no saben como elogiar vuestra heroica conducta. Marchemos todos y Yo a vuestro frente a la victoria: ella sí, siempre me es dolorosa por ser sangre española la que se derrama: quiero conservarla, y por lo mismo, acojo desde luego, bajo mi regio manto a los seducidos y engañados que dóciles a mi voz, depusieron las armas, más si lo que no es, pero, hubiese alguno que insista en su ceguedad será tratado como rebelde a mi real persona. Tan compasivo con los arrepentidos seré de inexorable con los contumaces.
  Y vosotros, fieles y valientes guerreros, reuníos en derredor de vuestro caudillo, de vuestro padre. Reine entre vosotros la disciplina más severa; la más ciega obediencia a vuestros jefes: en ella está la fuerza, y en la fuerza la victoria que Dios prepara a la justicia.
  Generales, jefes y oficiales: voluntarios y soldados: estoy agradecido a vuestros servicios relevantes, y no dudéis que sabrá premiarlo vuestro rey:                   CARLOS

                                               12 de Julio de 1834

Encuentro Asociativo Navas de Tolosa 2016



En un lugar tan significativo para la Historia de España como es el Solar de Las Navas, sito en la localidad jienense de Santa Elena, se llevó a cabo los día 27 y 28 de Febrero el primer Encuentro Asociativo a nivel nacional de Asociaciones Culturales y sociales de índole tradicionalista e identitario, entre las cuales se encontraba presente una representación de nuestra Asociación.



A pesar de que el tiempo no acompañó, más de un centenar de militantes, en su mayoría jóvenes, asistieron a estas jornadas, en las que se unió al trabajo de formación, actividades de carácter cultural, deportivo y festivo.

La jornada del sábado 27, comenzó con una conferencia sobre la Batalla de Las Navas de Tolosa, en la Casa de las Órdenes de Santa Elena; lugar donde se asienta la Orden de Caballeros de la Santa Vera-Cruz del Rey Fernando III, y que además de atendernos de manera generosa, es siempre casa abierta para todo aquel peregrino que busque luz, consuelo o conocimiento en tan emblemático lugar.

Tras la conferencia, se realizó una marcha común por diferentes lugares de la Batalla localizados en las proximidades de Santa Elena, hasta finalizar con un homenaje al pendón de Castilla en el paraje conocido como Era del Rey, donde el rey Alfonso VIII plantó el estandarte castellano tras vencer la Batalla aquel glorioso dieciséis de Julio de 1212, previo rezo del triunfal Te Deum.

Tras una buena comida, se comenzó con la acción formativa organizada en cuatro mesas que trataron entre otros muchos asuntos las razones por las que hoy son necesarias las asociaciones culturales, así como la organización y objetivos de estas; problemas sufridos gracias a la manipulación periodística y el displicente trato con que se trata la violencia de la extrema izquierda; finalizándose las jornadas formativas con la explicación de como llevan a cabo su trabajo diferentes asociaciones que dedican sus principales esfuerzos a actividades de carácter social.





La jornada dominical, se dedicó a pesar del mal tiempo a realizar una marcha desde Santa Elena hasta la Mesa de Rey, donde Alfonso VIII estableció su campamento antes de la Batalla, tras superar por el llamado Paso del Rey el Muradal de Despeñaperros. Posteriormente, se llevó a cabo un homenaje con lectura de manifiesto junto a la Cruz de Las Navas a los españoles que en aquel lejano Julio de hace ocho siglo supieron unir sus fuerzas en defensa de la libertad y la civilización occidental, frente al inminente peligro que suponía entonces el Imperio Almohade.

La conclusión que podemos sacar de las jornadas no puede ser mejor, pues además de conocer a numerosos compatriotas comprometidos con los valores que representa nuestra Tradición; vimos con esperanza a jóvenes ilusionados y deseosos de aprender y participar. En esta España actual, en la que todo parece mediocre y degenerado, este soplo de aire fresco es obligado que sirva para iniciar de una vez por todas, la tan necesaria regeneración de España. 



El Presidente de la ACT Fernando III el Santo leyendo el Manifiesto-Homenaje
MANIFIESTO-HOMENAJE AL REY ALFONSO VIII Y A LOS HÉROES y MÁRTIRES DE LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Pronto se cumplirán cuatro años del VIII Centenario de La Batalla de Las Navas de Tolosa, quizá el acontecimiento más importante de nuestra Historia en el último milenio, en lo que a reafirmación nacional se refiere.  Y fue precisamente aquí, en la Era del Rey Alfonso, donde se celebró la Victoria en La Batalla con el rezo de un solemne Te Deum.
Aquellos españoles que combatieron sobre esta misma tierra, bajo este mismo cielo, en el lejano año de 1212; aunque hijos de distintos reinos, sobrepusieron lo que los unía como cristianos, como herederos de la España godo-romana, a las frecuentes rivalidades fronterizas que tantas veces los debilitó frente al invasor islámico.
Diecisiete años antes, en Alarcos, cerca de la actual Ciudad Real, el ejército castellano del rey Alfonso se enfrentó en solitario a las tropas almohades de Yusuf II, sufriendo una severa derrota que no solo hizo temblar al entonces poderosísimo Reino de Castilla, sino también al resto de reinos cristianos peninsulares. Allí mismo nos cuenta la leyenda que el noble rey castellano, junto a su fiel Diego López de Haro, se juramentó vencer al invasor aunque le fuera la vida en ello. Así, tras asegurar en un primer momento la frontera toledana, pacificó conflictos con cristianos, haciendo ver al resto de reinos cristianos la imperiosa necesidad de unirse.
Llegado el año 1212, y tras conseguir la bula de Cruzada otorgada por el Papa Inocencio III, las huestes cristianas se reunieron en Toledo convocadas por el rey Alfonso. Allí se juntaron castellanos y aragoneses, órdenes militares, y diferentes caballeros con sus mesnadas procedentes de lugares tan distantes como Portugal, León, Occitania, Languedoc, Flandes, Lombardía o el Sacro Imperio. Aunque muchos de los europeos no llegaron a salir de Toledo, por discrepancias con el modo de proceder hispano, la hueste cruzada, a la que se unió en el último momento el rey Sancho el Fuerte junto a 200 caballeros navarros, se plantó ante el imponente Muradal de Despeñaperros a mediados del mes de julio. Fue providencial la aparición de un pastor mozárabe, llamado Martín Alhaja, que mostró a los nuestros una ruta para cruzar la cordillera por el hoy llamado Paso del Rey, que permitió a la hueste cristiana plantarse por sorpresa ante el ejército del Miramamolín Al-Nasr el 13 de julio.
Tras varios días tentándose ambos ejércitos, el 16 de julio se produjo La Batalla que decidió el futuro de España. Tras un comienzo que hacía temer lo peor, nuestros antepasados se repusieron, alzándose finalmente con la victoria total. En el bando musulmán, la derrota causó la caída del imperio almohade, mientras que en el cristiano, aunque la Batalla no unió definitivamente a los reinos hispanos, sin duda supuso un antes y un después en la forma de encarar el futuro.
No hay lugar más simbólico que este para reclamar la unión y grandeza de España. Quizá por eso el VIII Centenario de la Batalla de Las Navas de Tolosa fue silenciado por este sistema tan propenso a ocultar y manipular nuestra memoria histórica. Algunos de los aquí presentes, nos conocimos en aquella fecha tan significativa en este mismo lugar hace cuatro años, llamados a honrar a nuestros héroes desde diferentes puntos de España en este lugar común, que es el Solar de Las Navas.
Sirva este acto por tanto, como homenaje y recuerdo al noble Rey castellano Alfonso el de las Navas, quien consiguió unir y liderar a los españoles en esta causa inolvidable, y sirva también de homenaje y recuerdo a los reyes Pedro el Católico de Aragón y Sancho el Fuerte de Navarra, así como a todos los españoles que entonces, antes y después entregaron su vida por la Patria, por esa promesa inigualable llamada España.