La Espada Lobera "Dos años sin Javier Cortes"



  Contaba con apenas doce años cuando visité la Olmeda por primera vez. A mediados de los ochenta era frecuente encontrar, en la recién inaugurada villa, la presencia de un hombre humilde y afable del pueblo que sosegada y cuidadosamente se ofrecía a comentar los pormenores de la magnífica construcción romana del norte palentino, hasta entonces conocido sólo por el Románico.

  Javier Cortes descubrió por casualidad en sus terrenos la magnífica villa de La Olmeda en 1968. Desde entonces dedicó su vida, su alma y gran parte de su peculio a rescatar esos mosaicos maravillosos que nos legaron los siglos. Ingeniero agrónomo de formación, arqueólogo de vocación y filántropo de corazón, Javier Cortes peleó como nadie por dar a conocer el hallazgo acaecido en sus tierras y luchó para que lo encontrado se quedara allí, contra la costumbre de la época de enviar los mosaicos o piezas más reseñables al Museo Arqueológico Nacional, sentando un feliz precedente para otras villas de Hispania. De este modo, con la ayuda de las personalidades científicas de la época (el catedrático de la Universidad de Valladolid, Pedro de Palol fue el primer director de excavaciones), Javier Cortes sufragó directamente durante más de una década las campañas arqueológicas que cada vez arrojaban resultados más asombrosos.

  A principios de los años ochenta, llegó a un acuerdo con la Diputación Provincial de Palencia para que fuera esta institución, con más recursos, quien continuase la ingente labor de rescatar y presentar a Palencia y al mundo el tesoro escondido de la Vega. De este modo, surgió la primera musealización de la villa y la preparación de la desacralizada iglesia de San Pedro en Saldaña como museo que recogiese las piezas encontradas. Y así, las campañas arqueológicas siguieron avanzando y revelando diferentes estancias de la pars urbana hasta llegar a las termas, de gran interés y extensión para un lugar tan alejado de los centros de poder y donde la gloria castellana que a tantos agricultores ha calentado tiene su antepasado en el hipocausto. Dirigidas estas campañas por José Antonio Abásolo, catedrático también en Valladolid y con la inestimable colaboración de Domiciano Ríos, maestro musivario, llegamos a los primeros años del s.XXI cuando se plantea la renovación de las instalaciones que protegen las estructuras descubiertas y es ahí cuando la Diputación Provincial de Palencia decide convertir la renovación de La Olmeda en su proyecto estrella, de modo que la villa se convierta en una de las joyas del patrimonio palentino y se muestre al mundo en todo su esplendor.

  Todo este proceso no le es ajeno a Javier Cortes, quien sigue el día a día de los hallazgos, se dedica a una tarea divulgadora de máximo nivel, documentando y transmitiendo sus conocimientos mediante monografías o guías para visitantes a quienes frecuentemente acompaña en las visitas por la villa, su villa, donde como quien fuera su patrono nos invitaba a pasear, a descubrir los usos de cada uno de sus rincones, a contemplar la belleza de sus decorados pavimentos y a trasladar a los visitantes a otra época de la que, en buena parte, somos herederos. Su hospitalidad sin límites, su sencillez y sus vastos conocimientos hicieron de él un hombre muy considerado entre sus vecinos. Es difícil ser profeta en la propia tierra, pero Javier Cortes lo consiguió. Académico de la institución provincial Tello Téllez de Meneses, recibió la Medalla de Oro de la Diputación Provincial pero, caprichos del destino, no logró ver inaugurado el nuevo aspecto de La Olmeda, si bien la seguía visitando a menudo. La enfermedad se lo llevó apenas unas semanas antes de la reapertura de la villa en abril de 2009. En su primer año, más de 100.000 personas han pasado a visitar la domus de la Olmeda, la domus de Javier Cortes quien sigue vivo entre sus estructuras y cuya calidez humana se nota todavía en aquellas paredes. Pero no es sólo material el legado que nos ha dejado la gran persona de Javier, sino que como ingeniero y humanista, su vida ejemplar se trasladará a las generaciones presentes y futuras, deudoras de su buen hacer y sobre todo de su buen ser.

4/03/2011
José Ángel Martín Pérez
A.C.T. Fernando III el Santo

Espada Lobera, "Carlos V en Palencia"



Poco se sabe en Palencia de la relación que mantuvo el Emperador Carlos V con nuestra provincia, lo cual es verdaderamente lamentable. Pues ningún otro Rey de España (no meto a los reyes de Castilla, León o Navarra) tuvo tanta, y tan buena relación con nuestra tierra como la que tuvo el César.

Y menos aún se conocen las extraordinarias decisiones que en nuestra tierra tomó el Emperador (parecía que Palencia le ayudaba a fortalecer sus convicciones). Aquí también encontró el César a los más fieles castellanos, como Don Pedro Girón, que en la lucha frente a los desbocados comuneros fue fundamental.
Cuatro fueron las ocasiones en la agitada vida del César, que su Corte se detuvo en Palencia, y cada una de ellas diferente, pues si en la primera Don Carlos era apenas un endeble joven de diecisiete años, las otras tres dejaron ver a un Rey que en está tierra se sentía como en ninguna.
Por lo tanto vamos a recordar los momentos de encuentro del César con nuestra tierra:

PRIMERA ESTANCIA EN PALENCIA

Pisa tierras palentinas por primera vez Carlos de Gante, futuro Emperador Carlos V, en el año 1517. Acaba de desembarcar en la costa santanderina después de pésima travesía; venía a España para posesionarse de las Coronas de Castilla y Aragón. Pero antes de nada quería comprobar él mismo si su madre, Doña Juana, realmente estaba incapacitada para ocupar los tronos ibéricos que, en derecho, preferentemente a ella correspondían. Doña Juana moraba en Tordesillas. Y camino de Tordesillas, raudamente, pasó Carlos por zonas pertenecientes a la provincia de Palencia, inexplicablemente siguiendo una ruta poco frecuentada y de penoso tránsito. El itinerario fue éste: procedente de Reinosa, el 22 de octubre de 1517, por Nestar, llegó a Aguilar de Campoo, donde permaneció cuatro días. A las puertas le recibieron el Obispo de Burgos, además de señores, prelados, y gentileshombres, los cuales viéronle entrar Caballero y, al parecer, realizando maravillas ecuestres. Sirvieron en Aguilar de alojamiento a Don Carlos y a su hermana Doña Leonor, el mercado, y el palacio del Marqués titular. Desde Aguilar, Don Carlos fue a postrarse ante el Cristo de una ermita próxima; pasó el 27 a Herrera, donde se alojo en la mansión del Señor de la villa, que era muy confortable, y sobre todo, excelentemente situada; y de aquí el 29 a Abia de las Torres, donde moró en una estancia pobre e incómoda; el 30 pernoctó en Revenga, donde dicen los cronistas que Don Carlos tuvo una grata estancia en una casa de campo rodeada de foso de agua; y el 31 entró en Becerril, donde le esperaban el Obispo de Palencia, Don Juan de Velasco, y el Condestable de Castilla, Don Iñigo de Velasco. En Becerril el día de todos los Santos hizo Carlos cantar la misa y oficios divinos propios de la festividad, por la mañana, y en su hora asistió a vísperas y vigilia de difuntos; el 2 de noviembre reanudó la marcha, arribando a Ampudia, donde se alojó en el castillo del Conde de Salvatierra, según los cronistas flamencos Don Carlos se mantuvo despierto hasta altas horas de la madrugada contemplando la noche castellana; finalmente el 3 de noviembre salió de Palencia rumbo a Tordesillas.

SEGUNDA ESTANCIA EN PALENCIA

Mientras en Castilla ardía el incendio comunero, Carlos V estaba ausente de España. Había ido a Alemania para ser proclamado Emperador, y a la vez para ver de reducir a la obediencia de la Iglesia a un fraile rebelde llamado Martín Lucero. No estuvo largo tiempo fuera de España. El 16 de Julio de 1522 llegaba de vuelta a costas asturianas. Y el 30 entraba en Aguilar de Campoo, de donde por Herrera de Pisuerga, Melgar de Fernamental y Amusco, cazando y holgando según señalan las crónicas, arribó a Palencia. En nuestra ciudad fijó su residencia entre el 5 y el 26 de Agosto de 1522. La “Cancillería Cesárea” despachó y dató aquí una serie de documentos. Y asimismo en Palencia decretó una medida esperada con ansiedad en Castilla: la suerte de los responsables del motín comunero, definitivamente vencido en Villamar. Carlos V, rebosante de magnanimidad, de entre los miles, si no millones, de encartados, sobre la mayoría de los cuales pesaba sentencia condenatoria, sólo permitió que fuesen degollados diez o doce; respecto a los demás, de momento guardó completa reserva; pero los interesados debieron exhalar un profundo respiro, persuadidos de que el perdón no se haría esperar. La ponderosa justicia hecha a los comuneros quebró el recelo con que parte de los castellanos miraban al nuevo soberano y su idea Imperial. No cabe duda, que la radical variación de mutuas relaciones entre Carlos V y España, o por mejor decir entre Carlos V y Castilla, pasan por los veinte días de Agosto de 1522 que la Corte estuvo en Palencia. Entonces se inicia un doble proceso, rico en consecuencias para la Historia Universal: la incondicional adhesión de Castilla a los proyectos imperiales de Carlos V de una parte, y de otra, la hispanización del propio Carlos V.

TERCERA ESTANCIA EN PALENCIA

En el año 1.527, el César se encontraba en Valladolid, donde acababa de nacer su primogénito, bautizado con el nombre de Felipe.
En Valladolid, la peste estaba causando estragos, y Carlos V decidió ponerse a salvo con su mujer y su hijo en la saneada Palencia. El 27 de agosto de 1.527 penetraba la Imperial comitiva en nuestra ciudad, donde sólo se dio acceso, del séquito, a los indispensables; al Consejo Secreto y a pocos más. El resto se dispersó por los alrededores. Los embajadores extranjeros fueron residenciados en Paredes. Algunos ministros en Becerril; otros en Dueñas; unos terceros en Torquemada. La Cancillería, finalmente, se fijó en Cubillas de Cerrato.
Europa esperaba impaciente un gesto heroico de Carlos V en aquella crisis de la Historia Universal (la guerra contra el protestantismo estaba a punto de explotar, y el 27 de mayo se produjo la “saca” de Roma por las tropas Imperiales). Se susurraba por doquier que el Emperador, prolongando indefinidamente la ocupación de los Estados de la Iglesia, iba a acabar con el Señorío temporal pontificio y a promulgar un arbitrio, mitad católico, mitad protestante, con el intento de soldar la escisión confesional de la Cristiandad. Se rumoreaba también que el Emperador, detentando facultades apostólicas, iba a convocar un Concilio ecuménico. El Occidente pendía de lo que maduraba aquí, en Palencia. Y en Palencia, en efecto, se estaba librando una contienda sorda, pero trascendental. Los consejeros de Carlos V, divididos en dos bandos, pugnaban en estos instantes cruciales por imponer sus encontrados pareceres y obstaculizar los adversos. No caben dudas de que Palencia, iluminó en sus decisiones al Emperador.
Volvamos a la estancia en sí, del César en Palencia, Pues esta duró desde el mencionado anteriormente 27 de agosto, hasta el 10 de octubre. No hay datos concluyentes de en que lugar de la capital palentina se alojó el Emperador durante su estancia, pero sí sabemos que aproximadamente entre el 9 y el 16 de septiembre estuvo en el “Mont del Rey”, para posteriormente pasar por Villaviudas y Villamediana en su camino hacía Burgos.
Por lo tanto, en esta estancia trascendental para el futuro de la Cristiandad, tenemos que suponer que el Emperador, a diferencia de lo que cuentan las "leyendas populares", no estuvo en Palencia solo “holgando”, sino más bien meditando sobre como habría de enfrentarse a los graves problemas que el futuro cercano depararía.

CUARTA ESTANCIA EN PALENCIA

No volvió el Emperador a Palencia hasta 1534, en que huyendo de otra epidemia que azotaba a Valladolid, buscaba, igual que siete años antes, un refugio salubre y apacible. En el lapso transcurrido ¡cuantos cambios no habría experimentado el séquito imperial y el mundo todo!
Los palentinos que recordaban las tiranteces y acritudes ministeriales de 1527, contemplaban sorprendidos la normalidad con la que se desenvolvía la corte cesárea en 1534. Carlos V, mandaba y sus áulicos, sin rechistar, obedecían. El Emperador estaba resuelto a que Europa no se convirtiese para siempre en un conglomerado de estados nacionales o territoriales, con fronteras infranqueables y objetivos independientes, sino que por el contrario, volviera a ser un conjunto coordinado bajo la casa de Habsburgo. Estaba resuelto también Carlos V a restaurar en Europa la unidad confesional, y ello no con un criterio laxo o ecléctico, sino en aras de la estricta ecumenicidad católica y bajo los auspicios invariables del sucesor de San pedro.
Cuando en 1534 Carlos V, alcanzó nuestra ciudad el 27 de julio, estaba convencido de que únicamente los tercios españoles y los espíritus cruzados de los castellanos, serían capaces de imponer su ley política y religiosa en Europa. Por eso, durante los setenta días que en Palencia se retuvo, junto con la Emperatriz Isabel y los infantes, horró de negocios para impedir perniciosos contagios, y únicamente se ocupó de captar castellanos para su Imperial causa. Para hacer ver a estos que no olvidaba el afán de Cruzada latente en los pechos Hispanos, estaba proyectando una Cruzada contra el Islam en Túnez. Y tan sólo con ese fin, llamaba al Consejo Secreto, que con el Real de las Indias y la Suprema y General Inquisición, estaba en Dueñas, o pedía informes al Consejo de Hacienda o a los contadores reales, que se hallaban en Becerril, o citaba a algunos de los diplomáticos que se encontraban en Paredes.
Estando en Palencia se alojaba la Imperial familia en la morada señorial de la ciudad, que daba a la plaza Mayor; y ahí, en la plaza mayor, dicha entonces “del Azafranal”, repetidamente se hicieron juegos de cañas y se alancearon toros. Carlos V, gustoso de complacer a los palentinos, se dignó clavar personalmente algunos rejones. Y el 24 de septiembre tomó parte en el abigarrado y brillante torneo que se corrió en la floresta de Don Diego de Osorio; esto es, en lo que hoy se llama “la Isla”, entre el cuérnago y el brazo principal del Carrión.
Una vez más parecía que el Emperador encontraba en Palencia el lugar donde poder meditar y reponer fuerzas junto a sus fieles, para volver de nuevo fortalecido al campo de batalla Cruzado en que las vicisitudes de su época convirtieron al Sacro Imperio.
En la primera decena de octubre de 1534, el Emperador Carlos V dejaba Palencia, y por Cigales, Portillo y Torrelodenes, se encaminaba a Madrid.

QUINTA, Y ÚLTIMA ESTANCIA EN PALENCIA

A comienzos de 1556, el Emperador abdicó en Bruselas en su hijo Felipe II. Cansado de tantos sinsabores el Emperador emprendió una última marcha hacia su retiro en Yuste.
En su viaje de regreso a España, llegó a Laredo el 28 de septiembre, Y de Laredo por Burgos, pasó por Palencia ; concretamente su ruta pasó por Palenzuela, Torquemada y Dueñas, respectivamente los días 17, 18 y 19 de noviembre.
Es una conjetura, pero se podría pensar que Don Carlos en este su último paso por Palencia, recordaría con nostálgica gratitud a la provincia que en dos ocasiones, en 1534 y 1527, sirvió de asilo, puro de aires, al niño que a la sazón, hombre ya, Felipe II, era la esperanza de su prematura y desilusionada vejez, la ciudad en la que en 1522, con la liquidación del pleito comunero, entró en entrañable contacto con el pueblo generoso y caballeroso. Y en cuyo solar, sino pudo elegir el lugar de su nacimiento, siempre buscó en él un lugar donde preparar su alma para su futuro encuentro con el altísimo.

2/03/2011
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo

Si a la vida

La A.C.T. Fernando III el Santo se ha adherido a la convocatoria en favor de la vida que se llevará a cabo el próximo 26 de marzo. La convocatoria, hoy más necesaria que nunca, pues nuestro gobierno persiste en mantener el asesinato de criaturas inocentes (Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y Salud Sexual y Reproductiva), se celebrará con una gran manifestación en Madrid, pero también contará con manifestaciones por toda España.


Desde aquí, animamos a todos los socios y simpatizantes a que participen en estas manifestaciones en defensa de la vida, bajo el lema “SI A LA VIDA”

http://sialavida25m.org/adhesiones/

Coronación de Fernando III como rey de Castilla en Nájera.


Estatua de San Fernando en Nájera (La Rioja)
  Pocos serán los españoles que hoy en día recuerden tan grande efeméride, pero se da por hecho, tanto por tradición popular como por los escasos documentos que hasta hoy nos han llegado, que la reina madre Doña Berenguela, el obispo Don Mauricio de Burgos y el señor de Vizcaya Don Lope Díaz II de Haro asistieron a la coronación del Santo Rey en Nájera el primer día de mayo del año del Señor de 1218.

  Fernando III había sido ya reconocido como rey de Castilla por dos veces. La primera, la proclamación en la localidad palentina de Autillo de Campos, todavía con el cuerpo del rey niño Enrique II sin recibir cristiana sepultura, y aún en poder de los belicosos condes de Lara, el catorce de junio de 1217. La segunda, en Valladolid, el 2 de julio de 1217, donde recibió el apoyo de las “Cortes Castellanas”, pero todavía con la viva amenaza de la guerra civil en Castilla. Más esta tercera coronación se creía necesaria en el ánimo de formalizar y fortalecer el triunfo de San Fernando ya en una Castilla pacificada.

  Hoy día, la localidad riojana de Nájera mantiene vivo el recuerdo de tan gran acontecimiento cada primero de mayo, conmemorando con una representación histórica la coronación, en el paseo de San Julián, lugar aproximado donde se produjo el regio acontecimiento, y en el que todavía se pueden contemplar dos monumentos que atestiguan su importancia histórica.  El monumento más antiguo data del año 1843, y recuerda que Fernando III fue el tercer rey coronado en Nájera. Mientras que el segundo monumento, es una estatua de San Fernando colocada a mediados del siglo XX, y en cuya placa se recuerda su coronación en dicho lugar.

  Otro hecho reflejado en las viejas actas eclesiales, y que confirma la presencia de Doña Berenguela, Fernando III y el obispo Don Mauricio en tierras riojanas en dichas fechas, es la visita que hicieron a la pequeña villa de Valgañón atraídos por la noticia de la aparición de la Virgen a una joven pastora llamada Inés, en un lugar cercano conocido como la Dehesa de Tresfuentes. Allí, decidieron construir un templo, y el propio rey colocó la primera piedra de la futura Iglesia de “Nuestra Señora de Tresfuentes”. El 24 de noviembre de 1224, el obispo Don Mauricio volvió al lugar para consagrar el templo. En la fachada sur del templo se recuerda el momento con una inscripción que dice así: "CONSECRATA EST ECCLESIA EPI BURGUENSIS MAURICI DEI VII. MENSIS NOMBRIS ANNO CHRISTO MCCXXIIII".

27/01/2011
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo

Espada Lobera, "De humos y tiranos"

 

  Cuando el otro día un buen amigo al ofrecerme un cigarrillo, me comentó que la ley antitabaco era otra “cortina de humo” del Gobierno para tapar la crisis, le convencí de que, tratándose de los progres y de su vil ideología, el asunto era más grave de lo que pensaba, y al final le satisfizo mi argumento y me espetó que efectivamente la única cortina de humo era la que habíamos preparado con nuestros cigarros.

Para llegar a convencerle, le recordé que con esta ley sucede lo mismo que con el resto de leyes inicuas que Zp y sus secuaces nos han venido imponiendo en los últimos años, siempre llevan un trasfondo perverso: destruir la familia, la vida de los inocentes, la religión católica, nuestra Historia, al fin y al cabo dar la vuelta a todos los valores y principios de la Civilización Occidental, en términos cursi-progres: “deconstruir”, algo así como destruir y construir otra cosa sobre las ruinas.

Como vi que le gustaba mi explicación, continué diciéndole que, desde luego, con esta ley antitabaco el Gobierno no busca el bien de nuestra salud, ni mucho menos la de nuestros hijos a los que podemos comernos si tienen menos de tres meses, sino que el propósito no ha sido más que usarla como prueba definitiva del terminante estado de aborregamiento de la sociedad española, algo que han podido comprobar con la aplicación con “total normalidad” de la ley y, lo que es más grave, han podido confirmar nuestra cobarde sumisión a la tiranía progre con la disposición de los expañoles a delatar al prójimo que cometa el pecado laico de llevarse un cigarro a la boca.

Lo más curioso es que Doña Leire me dio la razón enseguida al anunciar la próxima ley perversa: la de “No Discriminación” o algo así, con la que directamente se abre la veda del espíritu libre que no comulgue con sus vilezas, al que van a perseguir Código Penal en mano por atentar contra aquéllos “colectivos históricamente discriminados”, con lo que supongo que denunciarán a San Pablo por haberse atrevido a llamar inicuos a los “afeminados y sodomitas” y haberles “discriminado” del Reino de Dios junto a los “fornicarios, idólatras, adúlteros, ladrones, avaros, borrachos, maledicentes y los que viven de rapiña”. Para más información le dije a mi amigo que leyera la Primera Carta a los Corintios, capítulo 6.

Con lo cual ahora con la persecución social al fumador ya tienen claro los tiranos que la sociedad va a colaborar dócilmente en la busca y captura del “discriminador”, así que, ante el susto que tenía mi amigo cuando se dio cuenta de que ha llegado la hora de que nos declaren oficialmente forajidos, le consolé diciéndole que por lo menos en la cárcel o en el manicomio podremos echarnos un pitillo… y me contestó mientras me ofrecía otro cigarro: ¡y leer como San Pablo les manda a todos al infierno!

11/01/2011
Juan Herrero De la Fuente
A.C.T. Fernando III el Santo

Feliz Navidad

La A.C.T. Fernando III el Santo, desea una Feliz Navidad y un próspero año nuevo a todos sus socios y simpatizantes.

 

La A.C.T Fernando III el Santo en Sevilla



Una delegación de la A.C.T. Fernando III el Santo viajó hasta Sevilla los pasados días 23 y 24 de noviembre, con motivo de la festividad de San Clemente (jornada que recuerda la reconquista de la ciudad). En la vieja capital del Guadalquivir pudimos honrar como cada año a Nuestro Santo Patrón, además de compartir un buen rato con los amigos de la Asociación Virgen de los Reyes y San Fernando, que como siempre estuvieron muy afectuosos con nosotros.


Además, compartimos una agradable cena con varios miembros de nuestra asociación hermana de Sevilla (Asociación Cultural Fernando III), en un clima de buen ambiente y sana camaradería.

Por otro lado, cabe resaltar la visita a los “Reales Alcázares de Sevilla”, vieja fortaleza mora, y primer aposento de San Fernando en la Sevilla cristiana, además de ser el lugar en que dio su último suspiro de vida terrenal. Realmente salimos maravillados por la belleza y fortaleza que transmite el lugar, tan lleno de historias y leyendas.



                                       Urna con el cuepo incorrupto de San Fernando

                       Algunos miembros de la representación palentina desplazada a Sevilla

            Capilla Real con soldados del Arma de Ingenieros guardando el sepulccro del Santo

Espada Lobera, "En el Valle está el Camino"



Antiguamente se estudiaba una cosa llamada Teología de la Historia en la que se podía constatar como la Historia de la Humanidad no es algo que le trajese al pairo al Cielo, sino todo lo contrario, y así se demostraba cómo el Buen Pastor siempre ha ido velando por sus ovejas a lo largo de los siglos, percibiéndose su mano muy especialmente en momentos de tribulación y error en los que fue suscitando santos que podemos definir como providenciales, v.gr. San Agustín, San Benito, Santo Domingo, Santo Tomás, San Ignacio y un largo etcétera que, de momento, puede culminar en Santa Teresa de Lisieux (la santa más grande de los tiempos modernos, San Pío X dixit) y en Juan Pablo II el Grande.

Todo ello viene al caso del Valle de los Caídos y la catarsis que la Gracia ha ocasionado allí con motivo de la vil persecución de ZP y sus secuaces. Y no es que haya surgido en Cuelgamuros un santo de la altura de los citados o se haya aparecido Nuestra Señora en Majestad, sino algo mucho más sencillo y por ello se puede ver allí el dedo de Dios: una reunión de fieles conscientes de que forman el Cuerpo Místico de Cristo que se han juntado para abrazarse a la Cruz y simplemente orar como Dios manda, en recogimiento y devoción; todo un símbolo de lo que debemos hacer en estos tiempos tan perversos.

Y resulta curioso comprobar el lugar que el Cielo ha escogido: la Cruz más colosal de España y cuya basílica desde hace tiempo se estaba convirtiendo en un teatro de máscaras y disfraces, a cada cual más grotesco, como he tenido ocasión de comprobar año tras año por estas fechas. Y así, la Gracia recibida por tantos fieles valientes con motivo de la persecución progresista ha logrado la catarsis de trastocar esa mascarada en un auténtico símbolo de que la esencia de España no ha muerto y del camino a seguir en nuestra época. 

En una época en que la herejía más al uso ha cercenado cualquier referencia a lo sobrenatural, en que los católicos hemos abandonado en el combate la espada de la Fe y pegamos tiros de fogeo con la pistola del humanismo que nos ha prestado el liberal, desde luego es una Gracia tremenda que en el Valle se hayan juntado un puñado de fieles para defender la Cruz “a la española”: con coraje humilde, con esperanza firme, con autenticidad y señorío. Ése es el Camino, dejémonos de partidillos y partidetes, de males menores cada vez mayores, de humanismos sensibleros y demás “ismos” que al final no han pasado de “esparajismos” y sencillamente abracémonos a la Cruz, eso sí, “a la española”…Deus Vult. 

17/11/2010
Juan Herrero De la Fuente
A.C.T. Fernando III el Santo

La Espada Lobera, "Santiago, Apóstol de España"



Desde que en el año 1126 el Papa Calixto II instaurase por vez primera el jubileo compostelano, incontables son los peregrinos que desde todos los rincones de la Cristiandad se han dirigido hasta Santiago de Compostela en busca de la indulgencia plenaria que este camino concede.

A Santiago el Mayor, uno de los discípulos favoritos de Nuestro Señor, se le encomendó la evangelización de las tierras de Hispania, y fue así que tras dedicar los primeros años a evangelizar en su Judea natal, embarca hacía España entrando probablemente por algún punto de la Bética, para continuar por las actuales Coimbra, Braga, Iria Flavia, Astorga, Zaragoza (donde se le apareció la Virgen del Pilar) y Valencia, desde donde probablemente embarcó de nuevo hacia oriente. En Judea, Santiago fue decapitado por orden del rey Herodes Agripa, al incumplir la prohibición de predicar el cristianismo.

Es San Jerónimo quien nos ratifica que -“Cada uno descansaría en la provincia dónde había predicado el Evangelio”- refiriéndose a los apóstoles, y así fue que Atanasio y Teodoro, los principales discípulos del Apóstol, se apoderaron de sus restos, y se encaminaron a España para que reposaran en el lugar mandado. Tras un azaroso viaje, los discípulos llegaron al remoto bosque de Libredón, donde los bueyes que cargaban con el carruaje se negaron a continuar, entendiendo este hecho como una señal, los discípulos enterraron a Santiago en este remoto paraje.

Durante siglos, nadie sabía donde se encontraban los restos del apóstol, pues posiblemente por miedo a posibles saqueos, Atanasio y Teodoro se cuidaron de ocultar su ubicación. Pero la Tradición cristiana nunca dudó de su presencia en España como nos cantó el Beato de Liébana -¡Oh Apóstol, dignísimo y santísimo, cabeza refulgente y dorada de España, defensor poderoso y Patrono nuestro!- en el lejano siglo VII.

Pero fue a principios del siglo IX, durante el glorioso reinado de Alfonso II el “casto”, cuando un ermitaño llamado Pelayo, observó una extraña luz en el bosque de Libredón, y tras comunicárselo al obispo de Iria Flavia, Teodomiro, se descubrió que esta luz marcaba el lugar donde se encontraba el “Arca Marmórea”, o sea, el sepulcro del Apóstol Santiago.

Quiso el rey Alfonso II ser el primer peregrino jacobeo, y al llegar al “Campo de las estrellas” mandó construir una iglesia para honrar cristianamente los restos del Apóstol, y el obispo Teodomiro trasladó el antiguo obispado de Iria Flavia hasta la nueva sede episcopal de Santiago de Compostela.

Poco tiempo después, como nos cuenta nuestra tradición, el propio Apóstol Santiago se convierte en el primer cruzado de la Reconquista. Su primera aparición se remonta a la conocida como “Batalla de Clavijo” cerca de Logroño en el año 844, donde se encontraban las tropas cristianas del rey Ramiro I de León asediadas y con la perspectiva de una muerte segura. Durante la noche anterior al terrible desenlace, el Apóstol se le aparece al rey en sueños animándole a combatir sin reservas. Así lo mandó el valiente rey, y al grito de -“Qué Dios nos ayude y Santiago”-, hizo su aparición Santiago Matamoros espada en mano, aniquilando a todo el ejército sarraceno.

Después de esta batalla, el rey Ramiro I peregrinó a Santiago, y pidió que todos los españoles desde ese momento y en adelante, también lo hicieran en señal de devoción a su Santo Patrón.

Este "Año Santo Jacobeo", una delegación de la A.C.T Fernando III "el Santo" peregrinó a pie hasta Santiago de Compostela, y de esta manera reafirmar nuestra devoción al Santo Patrón de España.

11/11/2010
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo

Benedicto XVI, peregrino de la Fe


 La reciente visita pastoral del Santo Padre Benedicto XVI a España, a significado un verdadero “huracán” de aire fresco para todos los que defendemos la Tradición Católica de nuestra querida España. Por lo tanto, y frente a la cantidad de críticas lamentables recibidas por el Papa desde ciertos sectores de la sociedad española, la A.C.T Fernando III el Santo quiere dar las gracias al Santo Padre por su permanente empeño en salvar a España, así como reafirmarnos como Asociación Tradicionalista en nuestra completa obediencia a Roma.


"Benedictus qui venit in nomine Domini"