1.- Que
hay muy pocas cosas que sean realmente importantes.
Ante la
amenaza del contagio y la posterior posibilidad de fallecer, sobre todo cuando
es algo que está tan presente como en una pandemia, muchas cosas pasan a ser
secundarias cuando no, directamente, a desaparecer de entre nuestras
preferencias.
2.-Que la
economía del lenguaje se impone ante el dogma progre del lenguaje “inclusivo”
Ya no
nos hablan de “hombres y mujeres” de “todos y todas”… Ahora solo somos
contagiados o fallecidos. Y es que no
hay cosa más excluyente que separarnos por géneros cuando hablamos en plural de
nosotros mismos o de terceros.
3.- Que
la sanidad española tampoco era tan buena como nos creíamos.
Y es
que a pesar de tener a grandes profesionales partiéndose el cobre ante la
saturación del sistema, como soldados que defienden firmemente una posición estratégica
sin apenas armamento, comida y con los calcetines mojados ante el ataque de un
ejército enemigo mucho mejor armado, ha quedado aun más demostrado que no es
eficiente tener 17 sistemas sanitarios
distintos y completamente descoordinados entre sí. También ha quedado aun más
que demostrado que no se puede ahorrar dinero en un sector básico y estratégico
como es la salud pública y que los recortes ejecutados por los dos grandes
partidos nacionales sin distinción son, me atrevería a decir, actuaciones
supuestamente delictivas.
4.- Que
el verdadero refugio de la persona es su familia.
No es
el estado, ni es el mercado, ni es la institución pública o privada. La familia
vuelve a ser el gran salvavidas de la sociedad.
5.- Que
los partidos del gobierno, los que le apoyan y buena parte de la oposición, son
claramente antihumanistas.
Quiero
explicarme bien: Están al servicio de la cultura de la muerte. Lo demostraron
con su apoyo y promoción del aborto. Lo demuestran con la admisión a trámite de
la resbaladiza pendiente que supone la ley de la “axiatanasia”(1)
(Perdonen el neologismo, pero no acepto que matar a alguien sea procurar una
muerte digna)
En esta
crisis, ante la saturación de los hospitales, dejar morir a los ancianos por
falta de medios e incluso dar instrucciones de que así se haga, es otra muestra
más de que estos supuestos representantes populares, no están por la defensa de
aquellos a los que dicen defender, sino por mantenerlos en la esclavitud del
sometimiento a un estado voraz que, disfrazado de democracia, cercena nuestra
libertad y nuestra dignidad, articulando leyes que responden al deseo de unas
pocas élites mundialistas.
6.- Que
la UE es un trasto roto e inservible.
Hubiera
sido una gran oportunidad para todos los europeístas. La UE unida como un solo
cuerpo en defensa de su territorio, su economía, sus valores y sobre todo, sus
ciudadanos. Una UE decidida a tomar las riendas de la crisis y de hacerse cargo
de manera solidaria y subsidiaria de su gestión y sus soluciones.
Pero no. La UE no ha sabido ni ha querido, ni
siquiera ha procurado un intento de hacerse cargo. Antes al contrario, cada
país miembro está haciendo la guerra por su cuenta y aun más que eso, vemos
como la Europa tradicionalmente racista y protestante, insulta a la verdadera
Europa, la que gesta y pare a Europa entera, la de la cuenca del Mediterráneo.
Así,
vemos al gobierno de un estado como el de Países Bajos, cuya sociedad es el
gran ejemplo progresista de enfermedad colectiva, que creyéndose inmune y
superior al virus, se atreve a cuestionar la gestión de España y de Italia, no
por cuestionable que sin duda lo es, sino por creerse dueños de una verdad tan
falsa como su propia existencia, una verdad que incluye la creencia de que su
cosmovisión de la vida es mucho mejor que la del resto.
No se preocupen, estimados amigos
neerlandeses, que el virus también les ataca a ustedes y, por supuesto, también
creará tantas molestias como en cualquier otro sitio. Una cura de humildad que
a nadie le viene mal.
7.- Que
es necesario hablar y tratar el tema de la muerte de una manera sana y
responsable.
Durante
décadas hemos visto como el tema de la muerte se ha dejado en segundo o tercer
plano. En cierto sentido es razonable: La búsqueda de la vida eterna o de la
inmortalidad es tan vieja como el propio mundo.
Sin
embargo, el cientificismo en el que vivimos, es decir, la creencia en que solo
la ciencia tiene la salvación, nos ha impuesto una línea de pensamiento en la
que impera la idea de que la muerte es mala y debe ser evitada.
Así, vemos como los niños ya no van al velatorio de los abuelos o se les cuenta que en realidad se han dormido. Vemos miles de crueles muertes en televisión, cine o videojuegos, pero conscientes de que son falsas muertes hemos llegado a creer que toda la muerte es falsa, como si de una ficción se tratara.
Así, vemos como los niños ya no van al velatorio de los abuelos o se les cuenta que en realidad se han dormido. Vemos miles de crueles muertes en televisión, cine o videojuegos, pero conscientes de que son falsas muertes hemos llegado a creer que toda la muerte es falsa, como si de una ficción se tratara.
Las
aglomeraciones de ataúdes en el palacio de hielo de Madrid; las colas para los
hornos crematorios en Italia; la saturación de las morgues en Ecuador… son
todos ellos ejemplos de que la muerte es muy real. Una sociedad sana es aquella
en la que la muerte está razonablemente presente en nuestras vidas, en la que
el “memento mori” nos hace estar alertas y decididos a llevar una vida buena.
Una sociedad sana es aquella que lucha por conservar la vida sin tachar de
inútil a nadie, de manera directa o velada. Una sociedad sana es aquella que
mantiene la esperanza en la alegría de saber que este no es el único capítulo
de nuestra vida y que, una vez muerto el cuerpo, el alma tiene un nuevo
paradero.
Es
necesario hablar de la muerte de manera natural, a la vez que hablamos de la
vida como un don sagrado que nadie puede
arrebatar merced a la necesidad de eliminar elementos supuestamente molestos
(aborto) o inútiles (axiatanasia)
8.- (y
último) Que la Iglesia de Dios está confusa.
Los
católicos han perdido gran parte de sus referencias. La idea del Papa de la
Iglesia en salida se ha comprobado fallida ante la amenaza del virus. Menos mal
que nos quedan santos y buenos sacerdotes y laicos capaces de sacar oro de
entre la greda sin apenas contar con el azogue necesario para ello.
( (1) En contra posición a la palabra
compuesta griega EUTANASIA, que
significa “muerte digna”, he pensado en empezar a usar la también palabra
compuesta griega AXIATANASIA, que significa literalmente “muerte indigna” y que
creo hace mejor referencia al hecho de quitarle la vida a alguien solo por
tener una enfermedad crónica o padecer
algún tipo de limitación física o intelectual.
A.C.T. Fernando III el Santo
(*) La Espada Lobera es una columna de opinión que la A.C.T. Fernando III el Santo pone a disposición de socios y colaboradores. Las opiniones en ella expresadas son sólo atribuibles a quien las firma.
Axiatanasia. Me gusta...
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