De todos los males
que acucian España desde hace décadas, sino siglos, sin duda la madre de todos
ellos es la falta de objetivo común como pueblo. Da la impresión que desde que
nuestros antepasados concluyeron la Reconquista de nuestra Patria y posterior
Conquista y Evangelización de gran parte del orbe, España, quedó sin objetivos
que cumplir.
Sin duda, muchos
enemigos fueron los que ayudaron a que esta percepción negativa de nuestro
destino hoy sea una realidad, y aunque siempre hubo quien no hincó la rodilla, incluso
algunos hoy aguantan la envestida de la modernidad cual “ronins samuráis”, luchando
con fe y lealtad por la supervivencia de su Tradición, casi siempre en situaciones adversas.
Pero no nos
engañemos, la adversidad no es el problema, más bien es nuestra falta de objetivos como pueblo. Así, mientras España no vuelva a tener un proyecto común, sustentado en lo
mejor de su Tradición, la enfermedad que engulle todos y cada uno de los
pilares de nuestra naturaleza, y que embrutece al pueblo, continuará hasta
desintegrarnos por completo, y con España naturalmente, caerá todo occidente… Estamos a un
paso de ello.
Muchos son los
síntomas que demuestran la grave enfermedad que padece la Cristiandad
Occidental , y que de manera especialmente cruel, con
ciertos tintes cainítas, arremete contra las libertades y el patrimonio
cultural y espiritual que siempre nos garantizó nuestra Patria. Mientras no nos
liberemos de todas las miserias con que nos atonta la modernidad, que cual
falso profeta, nos vende libertades por esclavitud, cultura por ignorancia,
valores por aberraciones y lealtades por corrupciones y traiciones; nada
podremos hacer. Y es que no debemos olvidar, que la verdadera libertad no nos
la da una constitución claramente imperfecta, ni la oportunidad de votar cada cierto
tiempo en una “partitocracia”... Nos la dio Jesucristo entregándose en la Cruz por todos nosotros.
En nuestra vieja
Hispania, esto se entendió como en ningún otro lugar del mundo desde el
principio de la era Cristiana, marcando de manera excepcional el carácter de nuestra
tierra y nuestro pueblo. Por ello nunca podrá España ser una simple nación, sino el
martillo, la luz y la espada de los heraldos de la libertad, ungida y protegida
para mantener y trasladar a todos los pueblos la verdadera y única libertad.
Los que aún creen en
la transcendentalidad del hombre, los que aún se emocionan ante un amanecer,
los que aún creen que palabras como honor, lealtad, justicia, sencillez no son
palabras vacías o hijas de un tiempo pasado, sino promesas de una vida mejor, tienen
la obligación de empezar el año 2014 con el objetivo de abandonar el pesimismo,
y mediante el orgullo y el ejemplo, como hicieron los mejores de nuestros
predecesores, aprovechar la oportunidad que tenemos de cambiar el triste
destino al que tantos años de traición y dejadez nos ha arrastrado. Por nuestros
descendientes, por nuestros antepasados y por nosotros mismos estamos
obligados.
Feliz año 2014 de la era Cristiana
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