“La modernidad líquida” es un libro del sociólogo polaco
Zygmunt Bauman, en el que describe nuestro tiempo, resumiéndolo mucho, como una
época en la que las cosas sólidas de la vida como el matrimonio o el trabajo,
ya no son sólidas sino líquidas, esto es, cambiables y siempre fluyendo. Pero
no se queda ahí, parece que estamos empeñados en hacer que lo poco sólido que
pueda haber se convierta en líquido. De esta manera, los ataques a la familia y
a las instituciones más vetustas de la historia son atacadas a base de falacias
para intentar, y parece que con éxito, terminar con ellas.
Es un poco lo que pasa con la Cuaresma y los medios de comunicación. En España, nación de raigambre cristiana desde su fundación en el s. VII, esta modernidad líquida nos vende que no hay verdades netas, sino que, al estilo Nieztsche, “todas las formas de vida son válidas y ninguna lo es de manera absoluta”. Es el superhombre. Es el ejemplo de un ser humano sin raíces ni asideros que dice ser y proclamarse libre, pero se hace esclavo de sus pasiones y vicios.
Es un poco lo que pasa con la Cuaresma y los medios de comunicación. En España, nación de raigambre cristiana desde su fundación en el s. VII, esta modernidad líquida nos vende que no hay verdades netas, sino que, al estilo Nieztsche, “todas las formas de vida son válidas y ninguna lo es de manera absoluta”. Es el superhombre. Es el ejemplo de un ser humano sin raíces ni asideros que dice ser y proclamarse libre, pero se hace esclavo de sus pasiones y vicios.
En España, y por extensión en Europa, los ataques a la
religión que les dieron forma, son constantes. A veces son insultos. Otras
veces son mentiras. Otras exageraciones y leyendas negras. En este caso se
trata de un ataque por omisión.
Este miércoles 6 empieza la Cuaresma según el calendario litúrgico católico, y en los medios de comunicación no van a decir absolutamente nada sobre este tiempo de ayunos, abstinencias y penitencias destinadas a la conversión, a la “metanoia” que nos convierte con nuestra complicidad en verdaderos superhombres. Personas con un estilo de vida en la que la caridad en su sentido más estricto es su manera de vida, pero no solo por nuestras fuerzas, sino apoyados constantemente en las gracias sobrenaturales que vienen de Aquel al que pertenecemos.
Este miércoles 6 empieza la Cuaresma según el calendario litúrgico católico, y en los medios de comunicación no van a decir absolutamente nada sobre este tiempo de ayunos, abstinencias y penitencias destinadas a la conversión, a la “metanoia” que nos convierte con nuestra complicidad en verdaderos superhombres. Personas con un estilo de vida en la que la caridad en su sentido más estricto es su manera de vida, pero no solo por nuestras fuerzas, sino apoyados constantemente en las gracias sobrenaturales que vienen de Aquel al que pertenecemos.
Por otra parte, esta actitud no es nueva. Ya llevamos unos
años en los que el ramadán, el año nuevo chino, las costumbres tibetanas y la
hanuka, por poner solo unos ejemplos, son ampliamente difundidos por los
grandes medios de manipulación de masas, haciéndonos creer que todas las
costumbres son igual de válidas, en un entorno de ocaso de la civilización
occidental, donde la multiculturalidad es el mantra repetido.
Ya no hay hueco en esos medios para dar parte del inicio de
la Cuaresma, quedando relegada a la publicación de más o menos líneas en
periódicos locales, acompañadas de, con suerte, algún artículo de algún obispo
impregnado de modernismo, para el que Dios es una especie de abuelito bondadoso
y tonto al que no importa las patadas que sus nietos le den, porque él siempre
tendrá caramelos para ellos. Salvando las excepciones que, por defender la sana
doctrina cristiana, reciben ataques desde fuera y desde dentro de la propia
Iglesia.
Así pasa que, cuando llega la Semana Santa, las imágenes que
se cargan en las procesiones no tienen significado alguno. Su labor catequética
ha sido sustituida por el valor artístico y la Semana Santa ha pasado de ser
tiempo de reflexión y conversión a tiempo de turismo rural “de interés
internacional”. No culpo a los medios de esto, que quede claro, puesto que los
primeros responsables somos los propios cristianos, por dejarnos robar algo tan
hermoso para que nos lo sustituyan por actos vacíos de significado y huecos de
reflexión. En otra ocasión, quizá, podamos hablar del lamentable estado de las
hermandades y cofradías.
Es tiempo de Cuaresma, con todo lo que ello conlleva. Tiempo
incómodo para una sociedad que no se deja interpelar, que cree estar bien en su
aborto libre y sus luchas partidistas, en la que cualquier llamado a volver la
mirada a nuestra más profunda Tradición histórica, es casi tomado como un
ataque a la libertad del superhombre esclavo de sus vicios y pasiones. Por eso
no veremos a los grandes medios hablar de ella con objetividad, pues si lo
hacen, será para burlarse de costumbres tan “extrañas” como no comer carne los
viernes o dejarse untar ceniza en la frente.
José Maria Reguera
A.C.T. Fernando III el Santo
(*) La Espada Lobera es una columna de opinión que la A.C.T. Fernando III el Santo pone a disposición de socios y colaboradores. Las opiniones en ella expresadas son sólo atribuibles a quien las firma.
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