Proclamación Fernando III el Santo en Autillo de Campos (Capítulo 2)



INFANCIA DE SAN FERNANDO

Tras la muerte en 1188 del rey Fernando II de León, subió al trono con apenas diecisiete años su hijo Alfonso IX. Al poco tiempo, y a pesar de que había sido nombrado caballero y prestado vasallaje a su primo Alfonso VIII de Castilla en Carrión de los Condes, se desencadenaron las habituales hostilidades entre León y Castilla, conquistando los castellanos diferentes fortalezas y plazas leonesas como Valencia de Don Juan y Valderas. La situación empeoró cuando el leonés llegó a un acuerdo de no agresión con los almohades, siendo excomulgado por el Papa, y declarado el Reino de León enemigo de la Cristiandad. Tras unos años de mucha tensión, se firmó en 1194 el “Tratado de Tordehumos”, por el cual Castilla se comprometía a devolver los territorios conquistados –cosa que no hizo en su totalidad–, a cambio de que Alfonso IX se casase con la hija mayor del castellano, la infanta Doña Berenguela. La boda se celebró finalmente en la Iglesia de Santa María de Valladolid el primero de diciembre de 1197 recuperándose por un tiempo la paz entre los Reinos hermanos.

Alfonso IX de León  (miniatura medieval)
De este matrimonio nacerían cinco hijos (Leonor 1199-1201), Constanza (1200-1242 monja en Las Huelgas), (Fernando 1201-1252), (Alfonso 1202-1272 Señor de Molina) y (Berenguela 1204-1237 Reina de Jerusalén por su matrimonio con Juan de Brienne); que se unían, atención a este dato a (Sancha 1191-1243), (Fernando 1192-1214) y (Dulce 1193-1248) nacidos del primer matrimonio del rey Alfonso IX con Doña Teresa de Portugal, y que ya había sido anulado por consaguinidad.

Berenguela I de Castilla
El matrimonio entre Doña Berenguela y el rey Alfonso IX duró hasta 1204, año en que el Papa Inocencio III anuló el permiso concedido por su antecesor Celestino III; y también por motivos de consanguinidad obligó a la separación de los cónyuges, consintiendo, eso sí, que los herederos fuesen considerados legítimos. Tras la anulación, Doña Berenguela retornó al Reino de Castilla junto con sus cuatro hijos.

Esta nueva situación trajo dos consecuencias inmediatas; por un lado el retorno a las hostilidades entre León y Castilla, y por otro que San Fernando, el cual había sido nombrado heredero de León al nacer, era apartado por su padre de sus derechos dinásticos en beneficio del otro Fernando –el nacido del matrimonio con Doña Teresa de Portugal–, y de sus hermanas Doña Sancha y Doña Dulce.

San Fernando
Volviendo propiamente a la infancia de San Fernando, sabemos con seguridad que nació un 24 de junio de 1201, en un paraje de la tierra del vino zamorana llamado Valparaíso. Probablemente Berenguela se dirigía a Salamanca, donde por las crónicas sabemos que se encontraba Alfonso IX cuando la Reina se puso de parto, y dio a luz en el camino. Quizá por eso uno de los sobrenombres con los que se conoció a San Fernando en su tiempo fue “el Montesino”. También sabemos que en los primeros días de julio nuestro San Fernando fue bautizado en Salamanca. Pocos más datos hay de esa primera infancia leonesa, suponiendo que la pasó tanto en Santiago de Compostela como en la capital leonesa junto a su madre y hermanos.

Capilla de San Fernando en Valparaíso (Peleas de Arriba, Zamora)
Contando tres años de edad San Fernando, y como antes comentaba, vuelve a Castilla junto a Doña Berenguela y sus hermanos. Tampoco tenemos muchos datos de ese tiempo, aunque sí sabemos que la familia se estableció en Burgos junto a los reyes Don Alfonso y Doña Leonor. Es lógico por otra parte no tener muchos datos, pues en esa época San Fernando ya no era heredero de León, y en Castilla aún vivían dos hijos varones de Alfonso VIII, con lo cual tampoco era imaginable que llegase algún día a coronarse como Rey ni de Castilla, ni de León.

Sí conocemos por medio de la Crónica de Alfonso X el Sabio, el milagro vivido por San Fernando en cuerpo propio cuando apenas contaba con cinco años de edad. Gravemente enfermo de fuertes fiebres, y ante la imposibilidad de cura que le daban los galenos en la Corte, su madre lo llevó hasta el monasterio de Santa María de Oña en solemne procesión y lo dejó a los pies de la imagen de la Santa Virgen, a la cual profesaba gran devoción. Nos lo cuenta así Don Miguel de Manuel en su obra “Crónica de la Vida del Santo Rey Don Fernando III”: “Sabemos sólo una bien apreciable noticia de todo el tiempo de la minoridad del Santo. Visitóle Dios con una tan grave enfermedad, que no se sujetaba a las leyes de la medicina. Doña Berenguela empleó todo su cuidado en su curación, y fatigó toda la ciencia de los mejores médicos para el alivio; pero desesperada ya de cuanto podían idear la ciencia y la fantasía, cuando el enfermo es un príncipe, y está de peligro una corona, determinó buscar sobrenatural remedio, cediendo a su hijo en manos de mejor madre, y ofreciéndole en las aras de la Virgen María, para que encargándose le restituyese la salud, le conservase la vida, y tomase a su cargo su fortuna”.

El monasterio de Santa maría de Oña en la actualidad
Sobre el año 1212, tanto San Fernando como su hermano Alfonso, así como su tío Enrique –futuro rey Enrique I “el niño”– debieron de trasladarse a Palencia para perfeccionar sus conocimientos en la recién creada Universidad, bajo la tutoría del obispo Tello Téllez. En nuestra ciudad, en la que estuvo seguramente hasta el año 1214, debió San Fernando forjar su inclinación hacia las artes y el conocimiento, así como ahondar en su fervor religioso.

Enrique I de Castilla

En agosto de 1214, fallecía repentinamente su hermanastro Fernando, a la sazón heredero de León, y Alfonso IX, reclamaba a Castilla al joven Fernando para nombrarle heredero, y hacerse cargo de su educación. Doña Berenguela consintió, y nuestro San Fernando, con apenas doce años se trasladó hasta León junto a su hermano Alfonso. En esta época sabemos que dedicó su tiempo al aprendizaje tanto del arte militar, como a la preparación para el buen gobierno. Tres años pasó en León Fernando junto a su padre, hasta que en la primavera de 1217 fue reclamado por su madre que se encontraba sitiada en Autillo por los Lara. Sin duda, aunque siempre fue leal a su padre y a su regio destino, San Fernando ya llegó a León impregnado de una profunda concepción política, cultural y religiosa de la vida, mucho más cercana al espíritu castellano, que al leonés. Y con esa convicción, añadida a la sincera devoción que sentía hacia su madre partió hacia Autillo en su ayuda.

23/04/2016 (Autillo de Campos)
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo


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