Proclamación Fernando III el Santo en Autillo de Campos (Capítulo 1)

El pasado 23 de abríl, el Presidente de la A.C.T. Fernando III el Santo, Luis Carlón Sjovall, pronunció una conferencia en la localidad palentina de Autillo de Campos, en la que se abordaron los precedentes y el desenlace de los hechos que desencadenaron en la Proclamación de Fernando III el Santo como Rey de Castilla en esta misma localidad el 14 de junio de 1217. Además, Carlón instó al cambio de la actual Festividad de Castilla y León, que conmemora el aniversario de la derrota de la revuelta Comunera, por la fecha del 30 de mayo, Festividad de San Fernando. De esta manera, comentó Luis Carlón -se reconocería a quien es el gran símbolo de nuestra tierra y unificador de los reinos de León y Castilla-; también recordó la importancia histórica de Autillo de Campos como lugar simbólico, pues fue allí mismo, con la Proclamación de San Fernando -donde se forjó la Corona de Castilla, alma y espada de las Españas, y transmisora de la Civilización y Tradición Católica por todo el Orbe Mundial-.


PRECEDENTES

  Para entender con claridad el porqué se llegó al rocambolesco desenlace ocurrido en Autillo de Campos aquel 14 de junio de 1217, tenemos que retroceder casi sesenta años, cuando el rey Alfonso VIII –a la sazón abuelo de San Fernando– subió al trono de Castilla. Y es que Alfonso, hijo de Sancho III “el deseado”, y de Blanca Garcés de Navarra; había quedado huérfano de madre al nacer, y de padre con apenas tres años de edad.

Alfonso VIII "el noble"
Desde el tiempo de Alfonso VI "el bravo", los dos reinos hermanos se habían mantenido unidos bajo la misma Corona, pero a la muerte de Alfonso VII “el emperador” el 21 de agosto de 1157 volvieron a separarse, quedando Fernando II como Rey de León y Sancho III como Rey de Castilla. Inmediatamente se reanudaron los sempiternos conflictos entre ambos reinos, que concluyeron con la firma del “Tratado de Sahagún” en el que se fijaban las fronteras y derechos de conquista de ambos Reinos. Pero la repentina muerte de Sancho el 31 de agosto de 1158 –apenas un año después de su Coronación– dejaba a Alfonso VIII como Rey de Castilla, con apenas tres años de edad. Suceso que dejó sin efecto el acuerdo de Sahagún al entender Fernando II que tenía derecho a reunificar ambos reinos bajo su Corona.

Fernando II de León
Sancho III de Castilla 

Ante esta inesperada situación, en la que la vida del niño Rey corría evidente peligro, se designó un gobierno en el que las dos principales familias castellanas –los Castro y los Lara– se repartirían el poder. Así, quedó como tutor y protector de Alfonso, Don Gutierre Fernández de Castro, y como regente del Reino, Don Manrique Pérez de Lara. Poco duró esta paz, pues las rivalidades entre ambas familias desencadenaron en una Guerra Civil que aunque en un principio vencieron los Lara –haciéndose también con la tutoría del rey Alfonso–, continúo latente hasta la mayoría de edad del monarca.

Fronteras aproximadas de España antes y después de muerte de Alfonso VII
Durante ese tiempo, los Castro se unieron al rey Fernando de León, conquistando entre ambos territorios castellanos como Palencia, Burgos, Segovia o Toledo; mientras que por el sector oriental del Reino, Navarra, aprovechando el desgobierno castellano, invadía los territorios riojanos y vascos. Al Joven Rey le trasladaban los Lara constantemente de lugar para protegerlo, siendo apenas Ávila y Soria los únicos territorios que se mantenían firmes. La situación se complicó aún más, cuando el regente Don Manrique de Lara fue muerto a manos de Fernando de Castro en la “Batalla de Huete” en 1163. A partir de ahí se hizo cargo de la regencia y tutoría Don Nuño Pérez de Lara, hermano menor de Don Manrique.

Castillo de Huete (Cuenca) en la actualidad
Con la mayoría de edad del Rey, Castilla entraría en un periodo de estabilidad. Alfonso VIII no solo recuperó progresivamente los territorios perdidos durante su minoría de edad, sino que acabó convirtiéndose en el monarca más importante de los reinos cristianos españoles del Siglo XII. Tras su matrimonio con Leonor Plantagenet –hija de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania–, reforzó con la dote recibida arcas y territorios –la borgoña francesa por ejemplo pasó a formar parte de la Corona de Castilla–, y tras garantizar las fronteras con los reinos cristianos se dedicó a comandar la necesaria Cruzada frente al Imperio Almohade, que tras conquistar todas las taifas musulmanas, ya amenazaba la propia ciudad de  Toledo.

Imperio Almohade a principios del S. XIII
Las Batallas de Alarcos y Navas de Tolosa sintetizan los últimos veinte años del reinado de Alfonso –cincuenta y seis años duró–. En la primera, sucedida en 1195, el ejército castellano sufrió quizá la más desastrosa derrota de su historia, poniendo de nuevo el Reino –e incluso a la Cristiandad Hispánica al completo– al borde de la desaparición; hecho que se frenó, ya con los musulmanes a las puertas de Toledo, Madrid y Guadalajara, gracias a que el Califa Yusuf tuvo que abandonar España por problemas en su retaguardia africana. Así, la frontera sur quedó establecida durante unos años en el río Tajo. Este tiempo que pasó hasta la Batalla de “Las Navas de Tolosa”, lo dedicó el Rey tanto a recuperar su ejército, como a unificar acuerdos con otros Reinos cristianos; situación que culminaría en la primavera de 1212 con la obtención de la bula de Cruzada conseguida en Roma por el obispo de Palencia, Don Tello Téllez de Meneses. Así, en julio de 1212 nuevamente se enfrentaron los ejércitos de Castilla –apoyados por Aragón, Navarra y caballeros venidos de Portugal, Francia, Italia y Alemania–, al Imperio Almohade al mando del Califa Al-Nasser (hijo de Yusuf). La victoria fue total para Alfonso VIII en Navas de Tolosa, estableciendo desde ese momento la frontera sur del Reino en el Valle del Guadalquivír.

Batalla de "Las Navas de Tolosa"
Como conclusión al reinado de Alfonso VIII, podemos establecer que no solo consolidó a Castilla como Reino independiente, sino que lo convirtió en el más poderoso de la Cristiandad española, y uno de los más fuertes de Occidente. Además, y esto no debemos olvidarlo, durante su reinado, su principal apoyo fue la familia Lara, la cual se convirtió en la más poderosa de Castilla. Don Nuño, quien con tanto esmero cuidó a Don Alfonso de niño, falleció en 1177, siendo a partir de ese momento sus hijos, encabezados por Don Álvaro Núñez de Lara quienes ocuparon los puestos de poder en el Reino.

23/04/2016 (Autillo de Campos)
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo

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