Carta enviada por el Rey Don Carlos VII de España al Jefe Delegado del Partido Carlista, Don Matías Barrio y Mier, en el año 1902, con intención de que este la hiciese pública. Mensaje este, en el que S.M.C. expone la realidad de la Patria en aquel momento, así como recuerda cual era-es el único remedio a todos sus males.
Como podremos entender con su lectura, los problemas de la Patria hace más de cien años, no diferían mucho de los actuales, con la salvedad de que transcurrido este tiempo, solo han hecho que agravarse.
S.M.C. Don Carlos VII, Rey de España |
Españoles:
Hace diez y seis años que desde Lucerna protesté
solemnemente contra la proclamación de mi sobrino Alfonso como Rey de España,
mediante la cual se confirmaba una vez más la usurpación cometida a la muerte
de Fernando VII, último monarca legítimo que, de hecho, ha ocupado el solio de
San Fernando.
El derecho me pertenece. Por él, y por los sagrados
intereses que simboliza, he luchado con gloria, aunque si fortuna, en todos los
campos de batalla, seguido por mis leales y heroicos defensores, cuya fe y cuyo
entusiasmo no decaen, a pesar del tiempo que transcurre y de la desgracia que
hasta ahora nos ha perseguido. Con ellos cuento siempre, para reivindicar en el
momento oportuno, y por la vía que proceda, la corona que nuevamente se me
arrebata con la declaración de la mayor edad del titulado Alfonso XIII, tan
intruso e ilegítimo como sus inmediatos predecesores.
Triste legado le deja la Regencia, que tan funesta ha sido
para la pobre España. Perdidas, con deshonra, las colonias, mermado el territorio,
desatendida la Iglesia ,
desorganizado el Ejército, deshecha la Marina , recrudecida la cuestión religiosa y
social, sin Hacienda, sin Crédito, y casi sin Patria, su trono se asienta
únicamente sobre las ruinas y escombros de lo que un día fue la poderosa Nación
Española, dueña de ambos Mundos, cuando estaba regida por el cetro de sus Reyes
de Verdad. Menguado porvenir le espera; y más lamentable será aún el de nuestra
España, si Dios no pone pronto remedio a sus males, como yo, lo espero.
Mientras tanto, hijo fiel y sumiso de la Iglesia , español amante de
mi país, Monarca de derecho, protesto de nuevo contra la usurpación que se
consuma, contra la irreligión y la inmoralidad que crecen y se desbordan,
contra la Revolución
hasta aquí triunfante, contra las tendencias anárquicas y anti-sociales que por
doquiera se extienden, y contra todo lo que se oponga al sagrado lema de Dios,
Patria y Rey, escrito en mi bandera, hoy plegada temporalmente, pero pronto a
enarbolarse con brío, cuando sea menester.
Soy el mismo de siempre. Mi actitud, mis ideas, mis
propósitos y mis convicciones no varían. Dispuesto estoy, como siempre lo he
estado, a todos los sacrificios , para cumplir mis deberes; contando con que
también vosotros, abriendo los ojos a la luz de la verdad, sabréis igualmente
cumplir los vuestros, para que, unidos, podamos salvar a España, y con ella, la
causa de la Religión ,
la del Derecho y la del Orden social.
Así lo espera vuestro Rey. CARLOS
Venecia, 3 de Mayo de 1902
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