La Espada Lobera; "La Verdad os hará libres"



  El viaje del Santo Padre Francisco a Ecuador, Bolivia y Paraguay llega a su fin. Se ha dado baños de multitudes y ha tenido momentos controvertidos como recoger una hoz y un martillo supuestamente ideado por un sacerdote jesuita español de nacimiento y boliviano de adopción, Luis Espinal. Esa encerrona de mal gusto es perdonable si entendemos que, como han dicho fuentes del Vaticano, no sabía que le iban a dar ese signo de revanchismo y manipulación. Cada persona debe ser responsable de sus actos, no de los actos ajenos, pese a ser el cuarto encuentro entre Evo Morales y el Papa Francisco y haber utilizado Evo Morales todos los anteriores para mejorar su imagen pública.

  El motivo de este escrito es plantear unas reflexiones sobre uno de los momentos más mediáticos del viaje, la condena de la conquista de América por parte del Santo Padre, igual que hicieron sus predecesores. Ante esta moda papal de atizar ahora al que no se puede defender y alegrar los oídos al cacique demagogo-populista que tienen delante y les recibe cual serpiente con manzana envenenada, creo que es necesario dedicarle una Espada Lobera para ser justos con nuestra Historia y con la Historia de la Iglesia hispanoamericana.

  ¿Porqué ningún Papa ha sido capaz de condenar hechos concretos y sólo condenan de modo genérico un periodo digno de admiración por la Humanidad?
El número de católicos españoles, americanos más los católicos de Filipinas es superior al 50% del número total de católicos en el mundo, y hay claros ejemplos de mestizaje en todas las naciones. ¿Qué tiene el Poder Vaticano contra España y la conquista de América? ¿Alguno de tantos apesebrados como cuenta el Papa Francisco que hay en el Vaticano se ha atrevido a explicar estas cifras al Papa? ¿Qué habría pasado con la Iglesia Católica sin la Reconquista en España? ¿Quién hubiera descubierto América y cuantos indios quedarían sin la reina Ysabel la Católica? ¿Cree el Vaticano que la conquista de América ocurrió sin la bendición de Dios?

  Los que alguna vez nos hemos hecho esas preguntas no entendemos el grado de hipocresía y desagradecimiento de los papas en este tema, y especialmente uno argentino, que debería ser conocedor y transmisor de la verdad del pueblo americano.

  De ser la actual América tierra de Satanás hasta 1492, con la brutalidad de sacrificios humanos masivos y esclavitud de los pueblos indígenas menos desarrollados se pasó pronto y gracias a la conquista española, a florecer por todas partes ciudades con catedrales, universidades, leyes justas y dignidad para los pueblos indígenas que quedaban amparados por las Leyes de Indias que daban, desde el principio, a los nativos el estatus de súbditos libres de los Reyes Católicos. Eso sí es revolucionario en la Historia de la Humanidad y no la hoz y el martillo que representa la esclavitud de siempre. Pretender enjuiciar cualquier hecho histórico desde otro punto de vista distinto a las circunstancias del momento en que se desarrolló es una aberración normalmente al servicio de un fraude.

  Si la conquista de América contó en su momento con todos los parabienes de los Papas de la época y los Santos Padres actuales tienen algo que lamentar, que empiecen haciendo crítica de aquellos Papas, y continuen con la devolución de todas las riquezas que tiene el Vaticano llegadas de América y donadas por España. Pero que las devuelvan a su legitimo dueño, España, que fue quien sufrió la sangría de hombres y medios para entregar tan generosos regalos a tan desagradecidos descendientes.

  Cuando España fue expulsada de América hace dos siglos la mayoría de estos indígenas quedaron indefensos ante las élites masónicas que siguen hoy día dominando el continente. Sus tierras fueron arrebatadas y sus pueblos masacrados. Todos recordamos las películas de indios y vaqueros de Hollywood en las que engañaban y mataban a las distintas tribus de América del Norte, pero la situación fue igual o peor en América del Sur.
Da vergüenza ajena oír a un Papa argentino condenar la conquista de América y no decir ni una línea de los exterminios sistemáticos de indios mapuches (araucanos) o tehuelches, llevados a cabo en el siglo XIX en el país menos mestizo de Hispanoamérica. ¿Estando tan ocupado en coger el autobús en Buenos Aires no tuvo tiempo de saber que pasó en Argentina y en el resto de América en el siglo XIX?

  ¿Ha sido arzobispo de Buenos Aires y lo único que es capaz de condenar es la conquista de hace 500 años que convirtió a la Iglesia de Roma en realmente Católica?

  La postura populista-tercermundista que ha mantenido el Papa Francisco hace difícil conceder la inocencia por desconocimiento pues debe poseer una cultura general del continente en que se crió acorde con los puestos que ha desarrollado allí.
El mensaje de Cristo en los Evangelios no puede ser sustituido únicamente por la lucha por la justicia social de los oprimidos, igual que el signo de la Santa Cruz no puede ser sustituido por la hoz y el martillo porque es una burla a los millones de mártires que este símbolo de odio ha causado entre los cristianos por todo el mundo. ¿Eso también lo desconoce el Santo Padre?

  Y ya en el siglo XX, ¿Desconoce el Santo Padre el apoyo cercano a la complicidad que han dado durante años algunos curas y obispos a organizaciones criminales como ETA, las FARC, o Sendero Luminoso? ¿Para cuándo una condena concreta a esos falsos pastores que dignifique y consuele a sus víctimas y familiares?

  Llegados a este punto nos queda rezar por el Papa, por la Iglesia y por España, pues opinar sobre el mayor o menor acierto de Francisco en sus opiniones no debe estar reñido con la fidelidad que le debemos como Papa. Todo esto con la humildad propia de un bautizado y sin ninguna intención de ofender a nadie.

  Quiero terminar con la expresión de los Cristeros mejicanos, que en lucha desigual defendieron su fe contra el Estado opresor ante la desidia de las autoridades eclesiásticas de su época, para que sea como un abrazo en Cristo a toda la Iglesia Universal,

¡¡VIVA CRISTO REY!!

13/07/2015
Juan Bermejo Herrrero
A.C.T. Fernando III el Santo

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