La cita estaba prevista para este próximo Jueves Santo. Una monolítica caterva de caras rancias, de color sepia, de la misma tonalidad añeja de las fotografías de ataques milicianos, con imágenes sacrílegas de momias exhumadas y expuestas con sus carcomidos ropajes sacerdotales, de imágenes sagradas mutiladas a hachazos, de iglesias y conventos mancillados a sangre y fuego, tenía pensado salir a las calles de Madrid con un fin claro: atacar una vez más a la expresión de religiosidad popular más importante de la cristiandad. Pero esa procesión bufa, atea, irrespetuosa, es una más de la infinitas agresiones a las que nos vemos sometidos los católicos en el ejercicio de nuestra libertad religiosa. Y ya no sólo los católicos, si no cualquier español de bien que desea que el respeto y la tolerancia con las distintas expresiones religiosas impere en una sociedad que se quiere creer civilizada y moderna.
Pese a que estos ramalazos de furia anticlerical y atea llevan siglos produciéndose en España, lo que actualmente está aconteciendo tiene un momento especialmente señalado. Desde la elección del actual presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, la escalada de ataques a la Iglesia no ha hecho más que aumentar exponencialmente, fomentados por un gobernante que ha hecho de la resurrección de los odios entre las dos españas su punto programático principal. Y lo más preocupante es que todo parte de una irracional inquina a la religión católica, tan ancestral, atávica y cavernaria como los principios masónicos a los que tanta obediencia profesa el presidente.
Al albur de este ambiente sobrealimentado desde las altas instancias, han ido apareciendo distintas agrupaciones de índole anticlerical y atea, formadas por lo que ellos denominan librepensadores –seguramente incapaces de comprender la carga de ironía que contiene el nombrecito-. Su acción más conocida fue la campaña del “Autobús Ateo”, aunque también se encuentran detrás de los asaltos a varias capillas universitarias de España. Y para la Semana Santa que ahora comienza habían preparado uno de sus golpes más mediáticos: la organización de una “contraprocesión” para el Jueves Santo, con el fin de reventar las tradicionales procesiones de Jesús Nazareno el Pobre y de Jesús del Gran Poder. Como tengo muy claro que estos librepensadores no se caracterizan precisamente por su respeto y tolerancia, es evidente que dicha burla a las creencias de miles de madrileños tenía como fin “castigar a la conciencia católica”, en palabras del propio instigador del chusco evento. “Nuestro propósito –continuaba- es hacer daño en las ideas de la gente. No nos andamos con contemplaciones”.
Creo que no es necesario resaltar las concomitancias entre este discurso supuestamente expelido en el año 2011 y los que pregonaban rebuznos parecidos en los oscuros años de la II República liberticida y bolchevique. Mas si quedaba alguna duda sobre las influencias inspiradoras de estos demócratas, hay que dejar constancia de que los organizadores pensaban detenerse en la plaza de Agustín Lara, donde se erigen las ruinas de las Escuelas Pías, incendiadas por hordas de cultos librepensadores de la CNT el 19 de julio de 1936.
Pero parece que la Delegada del Gobierno en Madrid, después de haber declarado que era “una manifestación festiva”, ha recapacitado y ha decidido prohibir la burla anticlerical, debido a que todas las administraciones implicadas –Ayuntamiento y Comunidad de Madrid- se posicionaron en contra de la celebración.
Pero el verdadero trasfondo de la prohibición se basa sobretodo en el miedo a que puedan producirse incidentes y altercados que enturbiarían la imagen turística de Madrid, con el lleno hotelero casi asegurado para el Jueves Santo. Es decir, que la prioridad pública se centra en los ingresos hosteleros, y no en el respeto a las creencias religiosas. Pero si seguimos esta línea de pensamiento, y dejamos en segundo plano el carácter religioso de las procesiones de Semana Santa, debería ser el estado el principal protector de las celebraciones cofrades ya que su importancia a nivel económico es fundamental. De no ser por las hermandades que llevan cientos de años procesionando por las calles de España, no podrían desarrollarse actividades artesanales minoritarias por la escasez de clientes, que perviven exclusivamente gracias a las cofradías penitenciales y que dan de comer a un número muy importante de familias españolas. Imagineros, talladores, ebanistas, orfebres, bordadores, joyeros, restauradores, sastres, floristas, fabricantes de velas,… Por no hablar de los bares, restaurantes, hoteles y apartamentos que ven estrenarse la primavera con la afluencia de miles y miles de visitantes que acuden a la llamada de la conmemoración popular de la Pasión de Cristo.
Es triste que todo haya que reducirlo a dinero, pero parece evidente que el Gobierno, molesto con la china en el zapato de la crisis económica que tanto molesta a Rodríguez Zapatero, no ha querido que nada desbarate la única posibilidad de que disminuya el paro en el mes de abril. Por eso se han tenido que tragar el sapo de sus principios anticlericales. Poderoso caballero es don Dinero. Mucho más que el clamor de miles de católicos que firmaron un manifiesto exigiendo la prohibición de dicho esperpento. Pero al menos el objetivo se ha conseguido.
Hoy es Viernes de Dolores. En muchas localidades de España las cofradías empezarán esta misma noche a salir a la calle en cortejos procesionales que tratan de rememorar los inhumanos sufrimientos de Nuestro Señor Jesucristo. Pasión y muerte de Jesucristo con un único fin: la redención y la salvación de la humanidad entera, incluida aquella parte que se empeña en negarle y en ningunearnos a los que creemos en Él.
Los que somos católicos necesitamos vivir en paz esta semana de recogimiento y meditación. Y necesitamos también paz para todos aquellos que, católicos o no, disfrutan y se emocionan con las procesiones de Semana Santa. Para todos aquellos que vibran con el bullicio de la Esperanza de Triana y de la Macarena en Sevilla; con el museo en la calle de la Procesión General de Valladolid; con los tronos barrocos, verdaderos barcos aproados hacia el mar, del Jesús Cautivo o de la Esperanza de Málaga; con el sobrio discurrir castellano del Nazareno Viejo y de la Soledad de Palencia; con los asombrosos pasos de Salzillo en Murcia; con el rigor y piedad de las procesiones zamoranas como las Capas Pardas o el paso del Cinco de Copas; con la Rompida de la hora de Calanda; con el vitoreado andar de Nuestro Padre Jesús Nazareno el Abuelo en Jaén;… ¡Feliz Semana Santa!
15/04/2011
Ricardo Botín Fernández-Maríñez
A.C.T. Fernando III el Santo
4 comentarios:
Fantástica Lobera Ricardo.
No se puede decir mejor, buenísimo.
Bravo, bravo, bravo.
Magnífico artículo Ricardo, enhorabuena y Feliz Semana Santa para tí también.
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