La Espada Lobera: "Puer natus in Bethlehem, alleluia!"

 


Decía C.S Lewis que “una vez, en nuestro mundo, hubo un establo, y lo que estaba en ese establo era más grande que nuestro mundo”. Pues sí, gracias a Dios, es Navidad. Y, un año más, nos preparamos para celebrar ese momento sublime, que “trastorna el Universo” según Chesterton, y que no es ni más ni menos que el nacimiento de Dios, o la encarnación del mismísimo Dios en hombre.

Pero yo voy a hablar de cine. O más bien, de Navidad y cine.

Hace años adopté la costumbre (¡cómo me gustan las costumbres y las tradiciones!) de ver en Navidad “¡Qué bello es vivir!”.

De un tiempo a esta parte, “Love actually” se ha convertido en un referente navideño, y no es extraño oír decir a unos y a otros que es la película navideña por excelencia, lo cual no es más que un indicador de la decadencia moral en la que se ha sumido la sociedad en no demasiados años. No pretendo hacer un juicio de valor sobre la película, pero lo cierto es que nunca la vería con mis hijos de 10 y 12 años. No voy a negar que tiene ciertas virtudes, lejanamente vinculadas al “espíritu navideño”, sea lo que sea eso, y que entroniza al amor como motor vital o centro en torno al cual giran nuestras vidas. Pero se trata de un amor egocéntrico, el amor a uno mismo, ese amor narcisista, que busca la felicidad propia por encima de cualquier otra cosa. De hecho, por más que busquéis, no hallaréis al niño Jesús en ningún rincón de la película.

¡Qué bello es vivir!” es una formidable película de Frank Capra de 1946. El hecho de que esté rodada en blanco y negro (hay una versión coloreada, ¡ni se os ocurra verla!), que sea un cuento de Navidad, ciertamente, y, según algunos, demasiado “dulzona”, hace que hoy en día sea menospreciada o que sea considerada “ñoña”. Pero lo cierto es que es una cinta que no sólo está de plena actualidad, sino que además toca temas transcendentales para los humanidad, poniendo el foco sobre una serie de valores, hoy denostados y pasados de moda, que, sin ánimo de ser exhaustivo, son los siguientes:

HUMILDAD

George Bailey, el personaje principal de la historia, es un buen tipo, pero por encima de cualquier otra cosa, es un hombre humilde. Salva la vida de su hermano siendo ambos niños, lo que le lleva a perder un oído. Se sacrifica constantemente por los demás, renunciando incluso a ir a la Universidad o a viajar a destinos exóticos, que es con lo que sueña. Cuando su hermano regresa de la guerra, convertido en héroe, no sólo no siente envidia, sino que está henchido de orgullo hacia él. Le mueve el amor, pero no ese amor narcisista y egocéntrico del que hablábamos antes, hoy tan valorado, sino el amor al prójimo, siguiendo el mandato evangélico.

A través de su pequeña empresa de empréstitos, ayuda a los más humildes de su comunidad, un pueblo llamado Bedford Falls, a vivir dignamente, proporcionándoles una vivienda.

TRADICIÓN

Se nos presenta a la familia de George como una familia “tradicional”. Añado la coletilla porque, hoy en día, se nos quiere vender que hay más de 20 tipos de “familia”. No es cierto, sólo hay una, y la forman un padre y una madre, al igual que la Sagrada Familia: Jesús tuvo un padre y una madre, y no fue casualidad.

George encuentra en su padre un modelo al que imitar, al que seguir. Hoy, sufrimos una fractura generacional entre padres e hijos, una victoria más de la ingeniería social que tanto daño está haciendo al mundo.

George conoce a Mary, vemos un noviazgo, un buen matrimonio y la llegada de los hijos. Me gustaría poder decir que es lo normal, pero lo cierto es que se ha convertido en algo excepcional, porque lo cierto es que hoy no hay nada más antisistema que la familia “tradicional”. La familia de toda la vida, vamos.

FE, ESPERANZA Y CARIDAD

Casi nada, las virtudes teologales.

Al comienzo de la película vemos a gente orando: la esposa de George, sus hijos y algunos de sus vecinos rezando por él. George está pasando por un terrible momento, planteándose el suicidio como consecuencia de un grave problema financiero provocado por el Sr. Potter, el “malo” de la película, un capitalista y materialista desalmado, enfermo de envidia hacia la familia de George, muy querida en el pueblo.

La oración como eje vertebrador de nuestra Fe se plasma desde el primer minuto de rodaje, se nos muestra lo mejor de la naturaleza humana, gente que se preocupa por los demás y reza.

Respecto a la Esperanza, es evidente que está presente a lo largo de toda la historia, pero especialmente en los momentos más difíciles. Y cuando todo parece perdido, cuando George no ve otra salida más allá del suicidio, es cuando se produce el milagro y un ángel que aún no se ha ganado sus alas acude en su ayuda.

Los cada vez menos católicos que vamos quedando no debemos dar nunca la espalda a los ángeles y santos, perderíamos el calor que dan a la Fe. Debemos tener siempre presente a nuestro Ángel de la guarda. No olvidemos que alguna de las primeras oraciones que todos hemos aprendido han sido el “Cuatro esquinitas tiene mi cama…” y el “Ángel de mi guarda, dulce compañía…”.

Y no hay mayor razón para la esperanza que el hecho de que Dios se hiciese hombre, encarnándose en un frágil niño, en una cueva, bajo una luz mortecina, reconciliándonos definitivamente con Él. Dios quiso hacerse uno de nosotros.

La Caridad es el hilo conductor de la historia. Frank Capra era católico, más bien de izquierdas (y odiado por las izquierdas, todo sea dicho) e hijo de una familia pobre. La preocupación social y el optimismo del protagonista están presentes en la historia, George no es ningún conformista. De hecho, es todo lo contrario: un hombre humilde que lucha contra las injusticias sociales de un capitalismo salvaje y feroz, encarnado como ya hemos dicho en el Sr. Potter, una alimaña que pretende hacerse con todo el pueblo.

Cuando el ángel nos permite ver cómo hubiese sido el pueblo si George Bailey no hubiese existido, nos encontramos con una sociedad sin alma, caracterizada por un atroz individualismo. Vemos caras largas y de enfado, bares deshumanizados a los que acuden los vecinos para anestesiar sus conciencias, peleas…

Y es aquí donde se pone de manifiesto que, gracias a George y a los fuertes vínculos comunitarios que ha sido capaz de tejer con su ejemplo, el mal y la injusticia pueden ser derrotados.

George no se deja corromper, es tentado en varias ocasiones, pero no sucumbe, porque al final, el bien siempre vence.

FAMILIA

Piedra angular sobre la que se sostiene toda una comunidad, y la solución de los problemas para George y para muchos de nosotros, o por lo menos para aquellos que aún podemos disfrutar de tener familia.

Quizá hoy sea junto con la Iglesia la institución más atacada. En estas fechas, tan alegres para algunos de nosotros, hay muchos que sufren, y no me refiero a enfermedades, pérdidas o guerras, que es un tema más complejo, sino a los desarraigados, a los que no tienen con quién celebrar una fecha tan trascendente, a aquellos que sólo cuentan con el residuo de una familia que sobrevive a los divorcios, a las mesas sin niños, porque no se han querido traer al mundo, o porque se han traído y se ha decidido asesinarlos en el vientre de sus madres, y todos aquellos que han desertado de Dios y de la Iglesia.

En “Qué bello es vivir”, la FAMILIA es lo primordial y más valioso, humaniza a la sociedad, el matrimonio es una auténtica tabla de salvación, no sólo para George, sino para todos. Ante la desesperación de nuestro protagonista, es Mary quien mantiene la cordura, intentando ayudar a su marido ante un problema que ella desconoce, sin preguntar. Sólo sabe que debe ayudarle.

De hecho, descubrimos al final de la película que es Mary la que mueve a familiares y amigos para que ayuden a su marido, algo que nadie duda en hacer, porque George es una buena persona.

La salvación sólo puede venir de Dios, es cierto, pero en este caso son Dios, la familia y la comunidad los que salvan a George.

A modo de conclusión, diré que no es una película tan “simplona” como se nos quiere hacer creer en este mundo regido por la soberbia y la vanidad que ha desechado a Dios de todas partes, este mundo que pretende despojar a la Navidad de su sentido originario, convirtiéndola en una patética falsificación neopagana, llena de luces horteras, consumismo y atracones de alcohol y polvorones.

La Navidad es la humildad de un Dios que se hace hombre, y un momento ideal para reflexionar sobre nuestra pobre existencia.

Y, por cierto, en mi opinión, esta película es una prueba fehaciente de la existencia de Dios.

Disfrutad de este gran cataclismo, en cuanto trastorno del orden social y político, que es la Navidad, porque, gracias a Dios, es Navidad, y ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor.

Feliz y santa Navidad.

 

Loyola.

 

P.D.: No olvidéis que cada vez que suena una campana, un ángel se ha ganado sus alas.