Adviento del heroe


Los mares todos de España
_¡qué salados los cristales!_,
ya hasta el cielo levantaron
clamores de viento a mares.

Anhelo de España, anhelo,
Castilla, de tus verdades,
que ya no cabe en tus tierras
ni en las entrañas te cabe.
El tiempo gritando: ¡Alerta!,
al revolver sus quiciales.

Todo el ardor de estas ansias,
como una voz inefable,
canta en almas de Castilla,
en nube, en piedra y en aire.

Debajo este signo, fuentes,
debajo este signo, cauces,
hierro _vena en la montaña_,
y óleos en las Catedrales.

Voz de Dios que honda palpita
dentro del vientre a las madres,
y en aradas, pardas tierras,
y en las celdas monacales.

¡Qué anhelo, España, qué anhelo
de santos y capitanes!
Voluntad de amor, destino
de una fe de puertas grandes.
En la noche, por los cielos,
raya el zafiro el diamante.

Castilla, madre Castilla,
desnudo el pecho entre eriales,
anhiesta en la soledad
santa de tus soledades.

Tu sangre la mano crea
que hará divinas señales.
Castilla, la vocación
del holocausto _antiguo cáliz_,
altos se te ven los ojos
para en milagros gozarte.

Sed recóndita de espadas,
llamas votivas de altares...
De tu afán remontan humos;
Dios ya ha decretado : "Hágase".

Rafael Laffon, Romance al Santo Rey Don Fernando (1951)

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