Espada Lobera; De Democracias y Demodesgracias


Perikles, referente máximo de la democracia y oratoria ateniense
  De nuevo toca votar, la fiesta de la democracia lo llaman, fiesta que para el común de los mortales viene a ser acudir a un punto electoral sin muchas ganas, a introducir un sobre con una papeleta de tal o cual partido con la leve idea de que no ganen los otros, pues los elegidos para nuestro voto –excepto para quienes viven o se lucran de esto- no suelen ser tampoco tenidos en demasiada estima. Lo llaman democracia, error, como poco hemos de llamarlo “partitocracia”, y además adjuntarle los calificativos de modernista, capitalista y extranjera.

  El odio a lo que machaconamente nos dicen que no es lo nuestro es el motor de este sistema; odio, que bien sazonado con la presión que ejerce el estado y sus diferentes taifas sobre el hombre común, acaban, añadiendo además una indudable igualdad de dichos “ciudadanos” hacia la baja, en valores como la educación, la cultura, la tradición y el derecho que consiguen que solo se pueda votar a los partidos clásicos que llevan décadas saqueando España, o a los nuevos apéndices que el propio sistema crea en un abrir y cerrar de ojos para mantener el engaño, y seguir así manteniendo todo controlado por la dictadura del capital extranjero, bajo el auspicio de la nueva “fe y cultura” que nos impone la “New Age”. Nueva Era que agota y ejecuta nuestra verdadera fe, tradiciones y libertades.  

  Gran invento pues para los malvados este de la democracia post-revolucionaria que otorga el poder al pueblo, para que el propio pueblo se inmole “libremente” agotado en la desidia, el vicio y la falta de referentes morales, y entregando así todo el poder a quienes le desprecian. Ya dijo el gran sabio Aristóteles que la democracia era teóricamente el sistema más justo, pero que teniendo en cuenta los intereses humanos desgraciadamente era inviable (y hablaba de verdadera democracia), y que por tanto la única opción para mantener los derechos y libertades del pueblo es la monarquía.


  Realmente, si una democracia existió alguna vez en el mundo, fue la que diferentes polis griegas configuraron entre los siglos VI y V antes de nuestra Era. Especialmente duradera y ejemplar fue la ateniense. No estará de más recordar ciertas diferencias con lo que ahora llaman “democracia”: En Atenas lo primero era la grandeza de la Patria, garante de la libertad del individuo y de la defensa de la fe y tradiciones. Sirva como simple ejemplo la estructura ético-militar que tenían, en la que no cabían ideas ni acciones que fuesen contrarias a la Polis. Y es que desde niño, el joven ateniense era educado profusamente en el ejercicio físico, el conocimiento de su historia y tradiciones, la oratoria y el derecho; cuando contaban con 18 años entraban en el “irenado”, un periodo de instrucción militar que duraba dos años, y solo cuando se había cumplido con este servicio se podía acceder a la condición de “ciudadano”, con los derechos y deberes que esto conllevaba. Tras este periodo, se pasaba a formar parte del ejército ateniense hasta los cincuenta años -fuese cual fuese el nivel económico, laboral o jerárquico que tuviese el individuo- con la obligación de defender la Patria donde fuera necesario. Tras estos treinta años años, llegaba otro periodo de diez años llamado “presbytatoi” en que los ciudadanos debían de ofrecer servicios defensivos y organizativos a la Polis. Como vemos, la democracia ateniense la defendían los atenienses, y lo hacían para así defender sus derechos y libertades. Pregunto yo, ¿tiene algo que ver remotamente el sistema democrático ateniense, en que cada hombre era verdaderamente responsable de su palabra y su voto con este circo de las vanidades en que se saquea y miente libremente, utilizando y enfrentando a un pueblo acobardado, sin valores ni referentes, para así poder continuar con la -en nuestro caso concreto-  imparable “tragedia española” que ya dura casi dos siglos..?

  Atenas y su democracia pasaron, y nos dejaron infinitos referentes… El mundo moderno y su partitocracia del capital pasará, y solo nos dejará miseria, ignominia y kaos..  Solo una actitud contrarrevolucionaria basada en una innegociable defensa de nuestra fe y tradiciones puede salvar nuestro mundo de la total ruina a la que inevitablemente nos arrojará esta “demo-desgracia”.
                                                                                                                    Dios, Patria y Rey legítimo

23/05/2015
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo

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