El próximo mes de abril, contaremos en Palencia con el
historiador Andrés Barón que presentará la biografía sobre el conde Pedro Ansúrez,
que acaba de publicar. Con ese motivo, desde la
ACT Fernando III el Santo le hemos
realizado una entrevista para que el autor nos adelante alguno de los temas que
se tratarán en la conferencia que impartirá en la Biblioteca Pública
de Palencia el 4 de abril a las ocho de la tarde.
Andrés Barón, además de este último libro titulado “El conde
Pedro Anzúrez, Poder y dominio aristocrático en León y Castilla durante los
siglos XI y XII”, es un experto en esta época, y es autor entre otros, de artículos
como “Un magnate del siglo XIII, Alvar Fernández Podestad. Problemática y posibilidades
sobre su origen y parentela”; “Aristocracia laica y fundaciones monásticas en
el siglo XI. El ejemplo de San Salvador de Cantamuda”, “Poder y vasallaje en
los siglos XI y XII. La militia de Pedro Ansúrez”, “Estructuras de vasallaje en
el área eumesa durante el siglo XII. El círculo de fideles del conde Fernando Pérez”
y “Magnates y nobiles en la curia del conde Raimundo de Borgoña”. O de la
extensa monografía “Grupos y dominios aristocráticos en la Tierra de Campos Oriental.
Siglos X-XIII”, el cual constituye un elemento de primer orden para el
conocimiento de las parentelas aristocráticas, tanto de los grandes señores
como de la nobleza inferior, asentadas en la región palentina de la Tierra de Campos, durante
los siglos centrales del Medievo.
ACT Fernando III el Santo – Andrés, en tu nueva obra te sumerges
en el medievo de los Reinos de León y Castilla de los siglos XI y XII. Como
definirías la figura del noble que da título a tu nuevo libro, el conde Pedro
Ansúrez?
Andrés Barón – Habría que establecer una doble
perspectiva, distinguiendo en este caso entre lo histórico y lo
historiográfico. Desde el punto de vista histórico no cabe duda que Pedro
Ansúrez puede ser considerado como el magnate por excelencia de la curia de
Alfonso VI de León y Castilla. Sin duda alguna, esa relación de amistad entre
ambos personajes -que probablemente debió fraguarse desde la infancia o
adolescencia, ya que debieron criarse y crecer juntos en la corte de Fernando
I-, superó ampliamente los límites de lo que puede considerarse como
estrictamente vasallático, de esa fidelidad que todo vasallo debía a su señor,
incrementándola sobremanera, y participando junto al mismo en los hechos y
acontecimientos más relevantes de su época. Esto le llevó a convertirse en su
vasallo favorito, en su principal consejero, y por ende, en el miembro más
poderoso de la aristocracia de su época; llegando a ocupar una posición de
primacía sobre el resto de los integrantes de la aristocracia del reino.
Ya desde un punto de vista
historiográfico, la figura del personaje es única, no sólo para el estudio de
su figura como tal, sino también para mostrar todo ese mundo que rodeaba al
sector de los miembros de la aristocracia laica, a ese orden de los guerreros
que configuraba el primero en los que se dividía la sociedad de los siglos
centrales de la Edad
Media. Y es que el número de referencias documentales que se
ha conservado, directas o indirectas, supera con creces las de cualquiera de
los otros condes o próceres de la curia de Alfonso VI, vamos, que lo único que
nos faltaría ya sería un poema épico que narrara sus gestas. Esto permite
abordar su estudio con garantías más que suficientes. De este modo, se puede
incidir en todos los puntos, aspectos o temáticas, que requiere la metodología
de análisis propia para el estudio de los poderes laicos. Es decir, el análisis
de su parentela, tener una visión más que satisfactoria de lo que fueron sus
dominios territoriales, de su participación en la política del reino, concretar
quienes componían ese conjunto de caballeros que configuraban su mesnada, y
establecer cuáles fueron los dominios eclesiásticos con los mantuvo algún tipo
de relación. Todo esto es lo que permite escribir una monografía de estas
características, amplia e independiente, que de lo contrario, y como puede
verse con otros de sus contemporáneos, no pasaría de ser un breve artículo de
investigación en cualquier revista especializada.
ACT Fernando III el Santo – La familia Banu-Gómez tuvo una
importancia enorme durante esa época, y siempre fue de las familias más fieles
al Rey de León. Por tanto, podemos entender desde tu punto de vista, que
Palencia es históricamente más leonesa que castellana?
Andrés Barón – Vayamos por partes. En lo que respecta
al primero de los puntos que me planteas, siento tener que defraudarte, y
entrecomilla el verbo defraudar. Porque si bien es cierto que Pedro Ansúrez es
paradigma de lealtad, de lo que fue un vasallo fiel, también resulta ser en
cierto modo la paradoja. Y es que sí en algo se caracterizaron sus antecesores,
entre ellos su propio progenitor, fue por mantener, y de forma continuada, una
actitud de rebeldía hacia la institución regia leonesa. Ya desde la primera
mitad del siglo X, se tiene constancia de la rebelión que junto con el conde de
Castilla Fernán González, llevó a cabo el que puede ser considerado como primer
conde de Saldaña, Diego Muñoz, contra el monarca Ramiro II. De igual modo,
debemos recordar las rebeliones del conde García Gómez contra Vermudo II a
finales del siglo X, que le llevaron en ocasiones a aliarse con el mismísimo
al-Mansur, y posteriormente contra Alfonso V en el año 1008. Y por último, cabe
recordar que el conde Asur Díaz, padre de Pedro Ansúrez junto con sus hermanos,
tomaron partido en un primer momento por el monarca navarro Sancho III el
Mayor, cuando éste llegó a anexionarse amplias zonas del territorio de León
durante la década de los años treinta del siglo XI, y posteriormente por su
hijo, el entonces conde de Castilla Fernando I en su aventura de conquistar el
trono leonés, luchando a su lado en la batalla de Tamarón, donde como es sabido
Vermudo III falleció en este combate, dando lugar a la implantación de una
nueva dinastía en los reinos del occidente peninsular. Como puede verse, se
trata de una verdadera tendencia en contra de la autoridad regia leonesa, la
mostrada por los miembros de este grupo aristocrático, que les lleva a aliarse
con enemigos exteriores del reino, cristianos o musulmanes o a dirigir
embajadas, a título personal, al Califato Omeya de Córdoba. Todo ello, eso sí,
en una época en que tiene lugar la formación del sistema feudal en el reino de
León. Ahora bien, dicho esto, repito, Pedro Ansúrez es probablemente el miembro
de este grupo aristocrático que mantuvo siempre una fidelidad continuada hacia
quien fue se señor natural, el monarca Alfonso VI“. Que buen vasallo si tuviera
buen señor” nos dicen los versos del Cantar de Mío Cid. Bueno, pues es una
premisa que puede ser perfectamente aplicable al caso de Pedro Ansúrez. Es buen
vasallo, un servidor fiel y leal, y tiene un buen señor, al que le unía, no
sólo una relación de obediencia, sino también una amistad posiblemente desde
los tiempos de su juventud como ya se ha señalado, que le lleva a luchar con él
frente a las aspiraciones de su hermano Sancho II de Castilla por hacerse con
el domino en León, tras la división de los reinos en las disposiciones
testamentarias de Fernando I; que posiblemente pudo acompañarle a su exilio en
la taifa de Toledo o luchar por sus derechos al trono en Zamora; que va a estar
a su lado en todos los acontecimientos bélicos que van a producirse en ese
siglo XI, o en todos los eventos de importancia que se desarrollaron a lo largo
de esta época. Y que por otra parte, tienen un buen señor que sabe premiar con
creces esa fidelidad mostrada. Fidelidad que desempeñará de igual modo hacia su
sucesora la reina Urraca, tras su ascenso al trono de León y Castilla una vez
fallecido su antiguo señor.
Y respecto a lo que me preguntas sobre
Palencia. Te diré que en mi opinión, se trata de un territorio que conserva por
igual tanto una herencia leonesa como castellana. El punto de inflexión hay que
buscarlo en el año 1157, momento en que tiene lugar el fallecimiento del
emperador Alfonso VII. Hasta esos momentos, los territorios de Palencia habían
formado parte indiscutible del reino de León (los Banu-Gómez son una parentela
leonesa y el conde Pedro Ansúrez es un conde leonés). Sin embargo las
disposiciones testamentarias de Alfonso VII establecían que los territorios
comprendidos entre el Pisuerga y el Cea, es decir, los antiguos Campos Góticos,
y por ende también el resto de las tierras al norte de los mismos, debían pasar
a formar parte a partir de entonces del reino de Castilla. A partir de esos
momentos, las tierras de Palencia pasan a ser castellanas, y sus habitantes,
vasallos del rey castellano, iniciando de este modo una nueva andadura
histórica. Los territorios de Palencia dejan de ser leoneses para pasar a ser
castellanos, iniciando de este modo una nueva andadura histórica, esta vez con
Castilla, en un momento en que con la subida al trono de un monarca tan
destacado como Alfonso VIII (cuyo noveno centenario de su muerte se conmemora
precisamente este año de 2014), Castilla llega a consolidarse como el más
poderoso de los reinos de la
Cristiandad hispánica. Aunque ciertamente, es un periodo
relativamente corto, apenas setenta años, ya que una vez que Fernando III
accedió al solio castellano, la muerte de su padre Alfonso IX de León propició
que el primero accediese a su herencia paterna, volviéndose a unir ambos reinos, e iniciando una nueva
andadura histórica, que habría de dar lugar a la posterior Corona de Castilla y
después a España.
ACT Fernando III el Santo – Nos podrías explicar como estaba
organizada la sociedad en un territorio como el Condado de Saldaña durante la
época en la que gobernó Don Pedro Ansúrez?
Andrés Barón – Ni más ni menos que como toda la
sociedad feudal: en tres órdenes o estamentos. Y no porque lo digamos nosotros
sino porque así quedó establecido por los politólogos de la época. El orden
social del Medievo establecía la existencia de tres grupos o ordenes. En primer
lugar los bellatores, los
aristócratas, los guerreros, aquéllos cuya misión y deber era velar por la
protección y la seguridad del resto de los integrantes de la sociedad, gente de
armas que nacían para el desempeño de la función guerra y hacían de esta última
su particular modo de vida, y a veces de subsistencia. En segundo lugar, los oratores, los miembros de ordo eclesiásticos, encargados, en una
época en el que el temor a lo divino o lo sobrenatural era habitual, de
procurar aplacar la Ira
Divina con sus oraciones, actuando como intermediarios entre
el hombre y la divinidad, e intercediendo ante ésta para ganar el paraíso para
los fieles cuando tuviera lugar el temido Día del Juicio Final. Por último, ya
en tercer lugar, los laboratores, los
miembros del campesinado, y cuya misión no era que procurar el sustento de
aquéllos que no trabajaban la tierra. Es cierto que también puede hablarse, y
sobre todo con el desarrollo en el siglo XI de esa importante vía de
comunicaciones que fue el Camino de Santiago, que precisamente pasaba por la
antigua ciudad de Santa María de Carrión, cabecera de unos de los condados en
poder de Pedro Ansúrez, de comerciantes, tenderos o artesanos entre otros. Pero
la esencia de la sociedad radicaba precisamente en esos tres órdenes que
acabamos de mencionar.
ACT Fernando III el Santo – El conde Ansúrez es conocido sobre
todo por ser el repoblador de Valladolid, pero qué legado, a nivel cultural,
espiritual o arquitectónico podemos encontrar de él en lo que fueron sus
dominios?
Andrés Barón – Desafortunadamente muy poco. Fue en
Valladolid donde Pedro Ansúrez, en los procesos de desarrollo urbanístico y
demográfico a los que sometió a la villa, fundó su gran obra magna, la Abadía o Colegiata de Santa
María la Mayor.
¿Qué queda del antiguo templo?, pues a excepción de parte de lo que fue la
antigua torre de estilo románico, nada. Y es que no podemos decirlo de otra
manera, porque a excepción de unos restos tardorrománicos o protogóticos, lo
que debió ser la Colegiata
de Santa María la Mayor,
no existe. Esto en lo tocante a restos arquitectónicos, pero se observa lo
mismo en otras manifestaciones artísticas. ¿Que queda del sarcófago donde
fueron depositados sus restos mortales, y que debía de ser de fábrica similar a
los que pueden observarse en San Zoilo de Carrión, donde se enterraron sus tíos
y sus primos?, nada en absoluto. Por suerte, y éste si pertenece a su época,
todavía se conserva el sarcófago de su hijo Alfonso Pérez que, procedente del
antiguo Monasterio de Sahagún, podemos encontrar en la exposición permanente
del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Sarcófago que debió de ser encargado
por sus progenitores, ya que como es sabido Alfonso Pérez falleció en el año
1093, mucho antes que estos últimos. Quizá en este caso, ese legado por él que
me preguntas, halla que buscarlo más bien dentro del ámbito del Patrimonio
Documental, con toda esa serie de diplomas originales de los siglos XI y XII,
expedidos por el propio personaje y que se custodian en diferentes archivos
nacionales, como el Archivo Histórico Nacional o el Archivo de la Corona de Aragón, o los
Archivos de las Catedrales de Valladolid, León, Palencia, Segovia o Huesca.
Documentos de un valor incalculable en función de su antigüedad y por lo tanto
dignos de cualquier exposición.
Pero bueno, añadiría que en cierto
modo, quizá podamos resarcirnos un poco en lo tocante a sus descendientes. No
hay que olvidar que su nieta Estefanía Armengol fue la fundadora del Monasterio
de Santa María de Valbuena, o que su otra nieta, Elo Álvarez, fundó igualmente
el Monasterio de Santa María de Retuerta, ambos a orillas del Duero, y que
todavía permanecen en pie en la actualidad. Por otra parte, aquéllos que pueden
considerarse como sus descendientes más significativos desde nuestro punto de
vista: los Téllez de Meneses, también han dejado una huella que sigue vigente
en lugares como el propio Camino de Santiago, ya que no hay que olvidar que
fueron ellos quienes llevaron a cabo la fundación del hospital de San Nicolás
del Real Camino, ubicado en esta población palentina. O en monasterios del
Cister como Santa María de Trianos o Santa María de Matallana, cuyas ruinas
todavía se conservan; siendo también posible evocar su recuerdo el ámbito de la
arquitectura militar, al ser constructores de fortalezas como las de Villalba
de los Alcores o Montealegre de Campos, lugares donde defendieron frente a las
mesnadas de los Lara y durante la minoría de edad de Enrique I, la causa de
Berenguela de Castilla y por lo tanto de su hijo el infante Fernando, que había
de ser poco después el monarca Fernando III de Castilla y León.
ACT Fernando III el Santo – De alguna manera podemos entender que
el Condado de Saldaña fue el origen físico de la actual provincia de Palencia?
Andrés Barón – El condado en los siglos de la Alta y Plena Edad Media era
una entidad administrativa y territorial, al frente de la cual se sitúa un
delegado de la autoridad regia: el conde, encargado del gobierno y
administración del territorio adscrito al mismo. Durante el siglo X surge en
Palencia una de estas demarcaciones: el condado de Saldaña, y ya en la primera
mitad del siglo XI, se constata la consolidación de una nueva estructura
administrativa, que probablemente surge de la desmembración de la anterior: el
condado de Carrión. Se trata de dos circunscripciones territoriales que van a
estar vinculadas a los miembros de la parentela de los Banu-Gómez, ya que no en
vano se sitúan en zonas donde estos últimos aparecían como los principales
propietarios territoriales. De hecho, Pedro Ansúrez accedió al gobierno de
ambas entidades, siendo el último de los miembros de su grupo o que ostentó
este título, antes de que el sistema condal diera pasó a la nueva realidad
administrativa y territorial que se consolidó durante los siglos XII y XIII.
Pero el condado de Saldaña, o el condado de Carrión, o el también antiguo
condado de Monzón, no dejan de ser eso, entidades territoriales, no puede verse
el origen de la provincia de Palencia en los mismos. Eso es algo que debe
buscarse en la posterior división provincial que tendrá lugar en el siglo XIX,
pero no cualquiera de los antiguos condados, que no dejan de ser estructuras
administrativas que conviven unas con otras hasta su total desaparición. En el
periodo medieval, sólo existe a mi entender una entidad que más o menos,
englobaría la mayor parte de las comarcas que en la actualidad configuran la Provincia de Palencia, y
que no es otra que la antigua Diócesis Palentina, restaurada al parecer por
Sancho III el Mayor en el año 1035.
ACT Fernando III el Santo – La lealtad, el afán de justicia y el
valor personal, son algunos de los valores que conocemos del conde Pedro
Ansúrez. No crees que este tipo de hombres debieran de ser más conocidos? y que
sus hazañas, piedra sobre las que se asienta nuestra tierra debieran ser
divulgadas entre los jóvenes?
Andrés Barón – Entre los jóvenes y los no tan jóvenes.
Ahora bien, resulta difícil. Y si ya es complicado para la gente relativamente
adulta, la dificultad se acrecienta en el caso de los jóvenes. Afortunadamente
para mí, tengo la suerte de no ser docente, por lo tanto, no cabe duda de que
la pregunta que me formulas me resulta un poco difícil de contestar. Pero sí
puntualizaría, y ya desde un punto de vista de lo que verdaderamente soy,
historiador y gestor cultural, que quizá deberían cambiarse los planteamientos
docentes o pedagógicos que parecen haber imperado hasta estos momentos. Quizá la Historia no deba
únicamente de aprenderse, sino como dicen mis amigos de “Castellum” -ampliamente comprometidos con una actividad
cultural como las recreaciones históricas, que cada día parece cobrar no sólo
más adeptos para llevarla a cabo, sino también una mayor aceptación por parte
del público-, quizá deba vivirse. Desde luego, en algunos momentos en que he
podido compartir impresiones con ellos, según me dicen, las experiencias que
han empezado a cosechar con determinadas actividades llevadas a cabo con grupos
de escolares en el Aula Arqueológica de Fuenteungrillo en Valladolid, donde a
través de juegos o recreaciones, enseñan a los integrantes de este colectivo o
segmento social, como eran las costumbres y la vida en la Edad Media, son
ampliamente positivas; y existe una buena aceptación y un elevado grado de
satisfacción por parte de estos últimos, dado que ellos se convierten en
partícipes directos o protagonistas de esa experiencia, vamos, que les gusta
verse llevando encima una túnica de la
Orden del Temple. Y experiencias satisfactorias añadiría, que
no se limitan sólo a los jóvenes, sino también a los adultos. Quizá ésta pueda
ser la llave de un futuro éxito. Quizá cuando esos jóvenes, y los no tan
jóvenes, que siempre suelen formular esa misma pregunta sobre la Historia, “bueno esto para qué sirve”, quizá entonces
comiencen a comprender que ésta consiste en algo más que memorizar un simple
listado de fechas donde tuvieron lugar unos determinados acontecimientos, que
es su pasado, y que su conocimiento puede ser una experiencia enriquecedora en
todos los sentidos. Quizá entonces estén preparados ya para aventurarse en la
lectura de un libro como el conde Pedro Ansúrez o de un poema épico como el
Cantar de Mío Cid. Pero en estos momentos, puntualizaría que ese grado de
preparación, todavía deja bastante que desear.
ACT Fernando III el Santo – La Edad Media desde hace
algún tiempo es vendida como tiempo de miseria y oscuridad. Crees que esta
visión tan sesgada es real, o por el contrario se trata de una forma de ocultar
los valores y principios que regían las vidas de sus contemporáneos?
Andrés Barón – Como todas las épocas en la Historia, en la Edad Media se pueden
constatar épocas de desarrollo y épocas de crisis. Pero no cabe duda de que
éstas han sido las que más han prevalecido en la mentalidad popular.
Ciertamente, un año como 1348, en el fondo tiene que dejar huella: crisis
generalizada, Guerra de los Cien años, hambrunas, Peste Negra, aumento de los
índices de mortandad, la representación continua de la muerte que está palpable
en la sociedad y en la cultura, etc.. Y ésta es la imagen que más parece haber
perdurado de aquella época en el imaginario intelectual y popular, quizás por
su dureza extrema, llegando a provocar la total animadversión hacia la época en
sí. Por cierto, una animadversión hacia lo medieval que no es reciente, ya en
la época del Renacimiento o del Siglo de Oro hispánico también se arremetió
contra el Medievo, y un ejemplo más palpable lo tenemos en el propio Cervantes,
dado que son aquellas nefastas Novelas de Caballería no lo olvidemos, quienes
consiguen llevar a su ingenioso hidalgo a la locura. Como puedes observar, esa
tendencia que existe en España por rechazar el pasado, no sólo es algo actual,
sino que también se percibe en otras épocas.
Pero también como se ha señalado hubo
épocas de desarrollo. De hecho, el siglo XI, el siglo de Pedro Ansúrez, es una
de esas épocas. No en vano aquí se habla del Despegue o el Despertar de Europa,
es un momento de la expansión agraria, del renacimiento urbano y comercial, es
la época precisamente en que se produce la consolidación de uno de los
fenómenos más importantes de la época, como son las peregrinaciones a
Compostela, que no sólo fue una vía de peregrinaciones, sino de intercambios
comerciales y culturales con el resto de los reinos europeos, a los que hay que
añadir otros con el mundo musulmán de Al-Andalus a través de las vías y rutas
hacia el sur. Y como éste se podrían poner más ejemplos a lo largo de todo ese
periodo de casi mil años que fue la Edad Media.
Por lo tanto, época de crisis, pero
también de desarrollo, a la que acompaña la existencia como bien dices ciertos
valores y principios, de códigos de ética, de moral e ideales de la caballería;
algo que supo captar muy bien la literatura romántica del XIX, al menos en
Europa. Por lo tanto, no creo que se trate tanto de ocultar, sino que más bien
la idea que ha prevalecido sobre la Edad Media lamentablemente es la primera,
existiendo un fuerte desconocimiento en lo que respecta a la segunda.
ACT Fernando III el Santo – Cambiando de tema, la Historia en general, es
tratada como el hermano pobre en los planes educativos, cuando no manipulada o
inventada. Consideras que el desconocimiento que hay en las nuevas generaciones
sobre nuestra Historia puede ser una de las principales causas de la falta de
amor a lo propio que tenemos en España?
Andrés Barón – Como te he dicho antes, no sabes la
suerte que tengo de no dedicarme a la docencia. Si como mero espectador, cuando
se ven los índices y estadísticas proporcionados por la Unión Europea, y el
lugar que ocupan -en la cola por supuesto-, los estudiantes españoles de
primaria y secundaria, no sólo en historia -que no se llama historia, se llama
Sociales, al menos así se denominaba hace tiempo ahora no lo sé-, sino también
en otras materias como es el caso de esta lengua milenaria que es el castellano,
pues..., sin comentarios; así que imagínate si estuviera dentro de todo ese
ámbito. Si a ello se la añade la manipulación a la que es objeto una materia
como la historia, para la consecución de determinados fines políticos y partidistas
donde sólo se persiguen resultados electorales, pues la cosa todavía tiende a
complicarse aún más.
No obstante, y siendo un poco menos
dramático, creo que también hay que romper una lanza a favor de todos aquéllos
sectores que comienzan a estar interesados en conocer algo más de su pasado y
su patrimonio, y defenderlo también como se ha dado en muchos casos. Y
recordar, como he dicho antes, que quizá la solución radique en cambiar
determinados planteamientos dentro de las políticas culturales y los métodos
educativos. Vuelvo a reiterar lo que decía anteriormente, a la hora de
referirme esa serie de nuevas iniciativas culturales, que se están llevando a
cabo por parte de iniciativas como CASTELLUM. Igualmente, no hay que olvidar a
distintas asociaciones de particulares que sin ánimo de lucro, se han ido
formado para potenciar la divulgación y fomentar la defensa del patrimonio o de
la historia. Sin olvidar, por otra parte, que desde hace unos años, la proliferación
de Centros de Interpretación o Aulas Arqueológicas, ha contribuido a mostrar la
historia desde un punto de vista más accesible para el público, donde éste
interviene directamente convirtiéndose en protagonista, y no sólo como un mero
espectador que acude a un museo a contemplar un cuadro o una pieza. Es posible
que a través de ellas o de otras similares, pudiera estar surgiendo un nuevo
horizonte, la cuestión radica en saber ¿llegará a consolidarse o será sólo algo
pasajero?
ACT Fernando III el Santo – De los muchos responsables de esta
situación de pérdida de memoria propia, que grado de responsabilidad otorgas a
cada parte, universidades, políticos, ciudadanos etc..?
Andrés Barón – Por lo que yo recuerdo, y dado que
estoy fuera de ese ámbito, en las universidades existía ante todo una tendencia
a realizar una historia sólo para profesionales, una historia para
historiadores, que conllevaba estos últimos se mostrasen incapaces de comunicar
con el conjunto de la sociedad, transmitiendo el resultado de sus
investigaciones sólo a profesionales en la materia. De este modo, se formaban
profesionales de similares características, que a pesar de ser buenos
conocedores de la ciencia histórica, eran incapaces de vender este producto al
conjunto de la ciudadanía. Hablando en términos económicos, no sabían vender el
producto, ni conocían las técnicas de marketing adecuadas para ofertar la Historia como un buen
producto cultural, y conseguir que esta última pudiese tener la consiguiente
demanda por parte de la sociedad. Y aunque también es cierto que ha habido
voces críticas, movimientos que comenzaron a dar la voz de alarma, de que ese
no podía ser el camino a seguir, aún así, la impresión que se obtiene es que ese
inmovilismo todavía permanece muy latente, ya que la herencia recibida es muy
fuerte. Y es que ha existido una tendencia a realizar una historia que,
tildándose de social o de total, era ante todo cuantitativa y económica, que no
abarcaba o no quería abarcar otras temáticas, y eso es algo que resulta muy difícil
de vender o inculcar a un público no especializado. Incluso yo mismo tengo mis
dudas si habré sabido enlazar con determinados sectores de este último. Por
eso, en esa evolución personal que todos tenemos, he llegado a la conclusión de
que el oficio de historiador quizá no deba limitarse únicamente a exponer o
explicar una serie de hechos que tuvieron lugar hace siglos, o a explicar
determinadas coyunturas; sino que el profesional de la Historia debe de ser capaz
de poder recrear mundos, plasmar en negro sobre blanco, sociedades que ya no
existen y transmitir al conjunto de la sociedad como fueron estas ultimas en
todos y cada uno de sus aspectos. Pero además, añadiría a todo ello, ya desde
un punto de vista de como Gestor Cultural, que la Historia es también un
producto cultural de primer orden, capaz de crear riqueza y contribuir al
desarrollo económico -como cualquier otra actividad cultural-, en mayor o menor
medida. Es difícil sí, pero no imposible.
Respecto a los políticos, independientemente
de esa manipulación a la que en ocasiones someten a la historia y de la que ya
se ha hecho mención, parece dar la impresión de que existe una absoluta falta
de interés y voluntad por la creación de políticas culturales adecuadas, amparándose
en la actual recesión económica. Políticas que no tienen porque requerir
exactamente un desembolso económico, porque a veces éste ya se realizó en
épocas pasadas; sino buscar el aprovechamiento idóneo a unos recursos
culturales, de los que muchas veces, la sociedad no tiene conocimiento de la
existencia de los mismos, con la creación por ejemplo de nuevas actividades, de
nuevas rutas culturales. Cómo es posible que muchos pueblos de la Castilla y León, que conservan
un importante patrimonio histórico heredado del pasado, y que en ocasiones han
sido objeto de intervenciones que han requerido fuertes inversiones económicas
con un objetivo claro: contribuir a su desarrollo, todavía a día de hoy, su situación continúe
siendo tan precaria como antes, sino incluso peor. Que dicha inversión no haya
servido en absoluto para obtener ese efecto multiplicador que se perseguía, y
todo por una falta de una estrategia y una logística adecuadas. Que todo ese
esfuerzo económico generado se pierda, dando lugar a que ese bien cultural que
se ha costeado con el esfuerzo del contribuyente a la hora de restaurarlo,
corra el riesgo nuevamente de caer en el abandono.
Y en cuanto a la ciudadanía, lo que
impera es el desconocimiento. ¿Ese desconocimiento es voluntario?, en muchas
ocasiones sí por supuesto, por que existe una completa falta de interés por la
materia, o por que entiende que su conocimiento no le aporta ninguna utilidad,
o no le proporciona satisfacción personal. Pero en otras, deriva de lo que ya
hemos mencionado en los casos anteriores, porque quienes deberían de ser los
verdaderos responsables de transmitir, inculcar, dar a conocer, o simplemente,
intentar mostrar -independientemente de que se consiga o no-, lo que es la
historia y el patrimonio histórico a la sociedad, en la mayor parte de las
ocasiones tienen a desentenderse.
Entonces, resumiendo, cuál es el camino
que debería seguirse para hacer que esa historia -que aparentemente “no vale
para nada” como siempre se ha dicho por ahí-, consiga el favor del público, que
es al que verdaderamente se pretende llegar. Pues simplemente, concebirla en términos
de mercado, hacerla atractiva para el público; y no tiene porque ser algo aberrante
o que suene mal. ¿De qué modo? Sencillamente como un buen producto cultural,
que además de enriquecer intelectualmente, de proporcionar esa satisfacción en
el público, pueda contribuir al desarrollo económico y social; que se observe a
la misma como algo que sí puede tener utilidad. ¿Con qué? Pues con nuevas técnicas
pedagógicas, con nuevas políticas e iniciativas culturales tanto públicas como
privadas, pero sobre todo, con imaginación y con mucha paciencia. Reitero, es
difícil pero no imposible.
ACT Fernando III el Santo – Para finalizar, puedes adelantarnos
alguno de tus próximos proyectos?
Andrés Barón – Pues realmente en estos momentos..., no
tengo ninguno..., pero se admiten todo tipo de sugerencias.
ACT Fernando III el Santo – Muchas gracias Andrés por acercarnos
una importante parte de nuestro pasado, y por nuestra parte, recogiendo el guante, te proponemos una investigación sobre los acontecimientos que precedieron en Palencia a la coronación de Fernando III el Santo como Rey de Castilla.