Vista de la Real Abadía de Santa María y San Andrés |
Hoy día, el viajero
curioso que se acerca a esta tierra, busca en ella reminiscencias de aquellos
tiempos heroicos, encontrando para su desgracia la mayoría de esos símbolos en
ruinas, cuando no completamente desaparecidos. La desidia y la usura han
mellado gravemente la imagen de la vieja Bardulia.
Mantener ese
patrimonio a flote es tarea fundamental, pues es nuestra identidad la que está
representada en él. Durante siglos, los castillos sufrieron el desgaste propio
del paso del tiempo, y el lógico abandono que su falta de servicio propició;
pero la gran debacle ha tenido lugar en el último siglo, cuando ni se ha
querido, ni se ha sabido, y a veces no se ha podido cuidarlos como merecían. En
los últimos años, se ha hecho por parte de las instituciones un cierto esfuerzo
por mantener y rehabilitar algunos de ellos, pero desgraciadamente me temo que
serán nuestros castillos los que de nuevo, sufran a partir de ahora la dichosa
y mal llamada crisis. Casos como el reciente derrumbe ocurrido en el castillo
de Belmonte de Campos, o el penoso estado en el que se encuentra el en su día
recuperado castillo de Monzón de Campos, no son un buen presagio.
En el caso de los
monasterios el motivo de su abandono es bien distinto, pues su destrucción fue
propiciada no por falta de uso, sino por una política dirigida a su saqueo y
destrucción desde el siglo XIX, y con ello, al de los valores que representan. Pero
si la desamortización de Mendizábal fue desastrosa para nuestro patrimonio
histórico, no menos lo han sido las ideologías dominantes a partir del siglo
XX, causantes primeras de vaciar al hombre de alma, y por consiguiente a los
monasterios de hombres…
Aún así, hay un
rincón perdido en la palentina comarca de La Ojeda , en el que se encuentra la
Real Abadía de Santa María y San Andrés,
donde el viajero soñador puede reencontrar el sabor de esa Castilla añorada.
Allí, enclavado entre valles y olmos, apartado del mundanal ruido, las hermanas
benedictinas mantienen viva la
Abadía , y a pesar de la avanzada edad de la mayoría de ellas,
es digno de ver la ilusión y alegría con que realizan tan duro trabajo.
Nueve siglos llevan
las hermanas en esta Abadía palentina, desde que en el lejano año de 1181 lo
fundara la condesa Doña Mencía de Lara, contando con el favor del Rey Alfonso
VIII. En San Andrés de Arroyo, como
popularmente se conoce la
Abadía , el viajero tiene la sensación de trasladarse ocho
siglos atrás, en esa Castilla soñada, pues en pocos sitios como allí se puede alguien
impregnar de tanta paz y grandeza espiritual como la que este lugar desprende, y
especialmente cuando se tiene la oportunidad de pasear por su maravilloso
claustro románico en compañía de las hermanas.
De nosotros depende
que este legado cultural y espiritual permanezca vivo.. Es nuestra
responsabilidad.
1/10/2013
Luis Carlón Sjovall
A.C.T. Fernando III el Santo