"Plaza Batalla de Golpejera" en Villarmentero de Campos


El pasado veintisiete de Agosto, una representación de nuestra Asociación estuvo presente en la inauguración de la “Plaza Batalla de Golpejera” en la localidad palentina de Villarmentero de Campos; donde el seis de Enero de 1072 se enfrentaron las huestes de los reinos de León y Castilla. Dos hermanos, Sancho “el Fuerte” y Alfonso “el Bravo”, llevaban pugnando por el dominio de ambos reinos desde que su padre, el rey Fernando “el Magno”, dividió a su muerte la Corona castellano-leonesa entre sus hijos. La Batalla de Golpejera, reconocida como la mayor contienda bélica entre los reinos hermanos, fue vencida finalmente por Sancho, poniendo fin momentáneamente al litigio entre los herederos; y probablemente habría pasado a la posteridad como decisiva en el devenir de la Historia de España, si no hubiese muerto Sancho unos meses después a manos del noble leonés Vellidos Dolfos, durante el asedio de Zamora, que se encontraba aún en poder de su hermana Urraca, infanta que mantenía, a pesar de las dificultades, lealtad a Alfonso. Con la muerte de Sancho, el leonés retornó del exilio toledano en que se encontraba para ceñirse las dos coronas, y comenzar así uno de los reinados más exitosos de nuestra Historia.
La Batalla de Golpejera se produjo con casi toda seguridad en la zona de Tierra de Campos que ocupa la localidad de Villarmentero, en pleno Camino de Santiago palentino, aunque sin duda debió de extenderse al menos hasta terrenos de las cercanas localidades de Lomas de Campos, Revenga de Campos y Villalcázar de Sirga, teniendo en cuenta el numeroso contingente de ambos ejércitos desplazados hasta la zona por ambos monarcas.

Representación de la ACT Fernando III el Santo, junto al alcalde de Villarmentero de Campos
Gentes de la zona con vestidos y pendones representativos de la época

Ciertamente, y a pesar del túnel oscuro en que se encuentra nuestra cultura e identidad, desde la imposición de los estándares de la mal llamada ilustración revolucionaria, poco a poco se va recuperando la conciencia en nuestra tierra de lo necesario que es recordar, realzar e investigar nuestra Historia y tradiciones; y por ello no podemos menos que agradecer a la corporación municipal de Villarmentero de Campos, con su alcalde Don Pedro Burgos a la cabeza, el corregir un olvido inaceptable de casi nueve siglos en la localidad, dedicando ahora una plaza a la Batalla de Golpejera. El acto, al que se acercaron numerosas gentes de la zona, contó además como colofón con la presentación del libro “Hacia un solo Reino, La Batalla de Golpejera” a cargo de su autora Doña María Antonia Mantecón.


http://actfernandoiiielsanto.blogspot.com.es/2016/01/batalla-de-golpejera-1072.html

La turbulenta sucesión de Alfonso VIII


Nuevo podcast de la "Tertulia de la Historia" de la A.C.T. Fernando III el Santo, en el que Ricardo Botín y Luis Carlón repasan los hechos ocurridos en el Reino de Castilla desde la Batalla de Las Navas de Tolosa, en 1212, hasta la Proclamación de Fernando III el Santo como rey de Castilla en Autillo de Campos en el año 1217.

http://latertuliadelahistoria.com/podcast-6-la-turbulenta-sucesion-alfonso-viii/

"Don Sancho reina en Castilla"


Don Sancho reina en Castilla, / Alfonso, en León su hermano;
Sobre cual habrá ambos reinos / Muy gran lid han levantado.
Junto al río de Carrión / los reyes han batallado;
De sus gentes mueren muchas / Don Sancho perdiera el campo,
Y huyera de la batalla, / triste iba y muy cuitado.
Alfonso mandó a su gente / Que no maten a los cristianos;
Gran mancilla tiene de ello / Del rompimiento pasado.
Rodrigo Díaz de Vivar, / Ese buen Cid afamado,
A don Sancho su señor / Estábalo conhortando;
Díjole: -"Rey y señor, / Verdad es lo que os fablo,
Y es que las gentes gallegas, / Están con el vueso hermano,
Ahora están bien seguras / En sus posadas folgando,
Y no se temen de vos / Ni de los de vueso bando.
Faced volver los que fuyen, / Ponedlos sobre esa mano,
Y tras el alba venida / Con esfuerzo denodado
Ferid en todos muy recio / Leoneses y galicianos,
Y con muy fuerte, a sobrebienta / Con ánimos esforzados
Ca ellos ha por costumbre / Cuando ganan algún campo
Alabarse de su esfuerzo / Y escarnecer al contrario,
Y como gastan la noche / en placer y agasajando,
Dormirán por la mañana / Como homes sin cuidado;
Y vos buen rey venceréis / Y quedaréis bien vengado."
Muy bien le pareció al rey / Lo que el Cid le ha aconsejado;
El rey con todas sus gentes / Firieron en los contrarios,
Unos matan, otros prenden / Todos son desbaratados;
Prendieron al rey Alfonso / En un templo consagrado,
Cuando vieron los leoneses / Su señor aprisionado,
Pelean muy fuertemente, / Prendieron al rey Don Sancho,
Y catorce caballeros / Lo llevan a buen recaudo.
El buen Cid cuando lo vido, / En su alcance es ya llegado,
Y díjoles: "Caballeros, / Soltad mi señor de grado,
Darvos he yo a don Alfonso / De quien erades vasallos."
Respondieron los leoneses / Al de Vivar afamado:
-"Ruy Díaz volveos en paz, / sino iréis aprisionado
Con vuestro señor el rey / Que con nusco aquí llevamos."
Gran enojo tomó el Cid / De lo que habían hablado:
Peleó con todos ellos, / Y a su señor ha librado.
Los trece deja vencidos, / El uno se había escapado.
A Burgos llevaron preso / A Alfonso del rey hermano,
Por el gran esfuerzo y fechos / De aqueste Cid castellano.

Lorenzo de Sepúlveda
Romances nuevamente sacados de las historias antiguas de la Crónica de España, Amberes (1551)

El Señorío de Poza en el Monte del Rey

Estado de Poza

No cabe duda de que las piedras nos hablan con mucha más autoridad que la mayoría de las personas; pero para poder comprender lo que nos transmiten, es preciso observarlas con el corazón para así reconocer en ellas la memoria que nos transmiten. Haciéndolo así, entenderemos, sin que nada ni nadie nos turbe el conocimiento, lo que en verdad un día fuimos, y de este modo recuperar lo que en verdad debemos ser.
La Historia de España está escrita en las piedras de sus castillos, iglesias, cruceros, murallas blasones, lápidas y monumentos; y es así en tanto que todos los pueblos que pasaron a lo largo del tiempo por la Península Ibérica nos dejaron su legado cultural, siendo la Roma cristiana quien finalmente logró forjarnos el trascendental sentido que nos unificó como pueblo. Y ese sentido, se transformó en destino esencial desde aquel glorioso día en que el rey Don Pelayo se levantará con la Cruz en Covadonga frente al invasor extranjero.
Para quienes como el que suscribe estas líneas, hemos tenido la dicha de ser castellanos y vivir en sus tierras, las piedras de nuestro pasado forman parte del paisaje cotidiano. Personalmente, desde muy joven siempre me sentí atraído por la mística que desprenden, hasta el punto de aprender a “escucharlas”, y es quizá en buena parte por ello que entiendo el mundo de manera diferente a la mayoría de mis contemporáneos. Sin duda, en este mundo posmoderno donde la búsqueda de la belleza, la justicia y la virtud, parecen haber perdido su sentido, las piedras de nuestra tierra nos recuerdan cual sigue siendo nuestro destino y deber. Sirva como ejemplo de este sentir, una pequeña parte del pasado que desde muy joven me transmitieron las viejas piedras del lugar en que nací.


 Fue durante la etapa que transcurrió entre finales del siglo XIII, desde el nombramiento del séptimo Señor de Rojas, Don Juan Rodríguez de Rojas, como primer Señor de Poza, y el nombramiento de Don Juan de Rojas y Rojas -ya en el siglo XVI- como primer Marqués de Poza, cuando se configuró la actual estructura arquitectónica del caserío del Monte del Rey, nombrado generalmente como “castillo” en las crónicas y mapas antiguos, y que a buen seguro albergó en numerosas ocasiones a los diferentes reyes de Castilla que durante este tiempo fueron, dando así nombre al lugar.

 Si bien el extenso monte que comprendía dicha propiedad en la época, así como numerosos territorios de las actuales provincias de Palencia y Burgos, pertenecían a la casa de Rojas al menos desde el siglo X, es durante el tiempo en que gobiernan los Señores de Poza (Señorío originario de la localidad de Poza de la Sal en la comarca burgalesa de La Bureba), cuando establecen en el Monte del Rey, uno de sus palacio-fortalezas principales; produciéndose así durante ese tiempo algunos de los hechos históricos más significativos ocurridos en el lugar. Actualmente, aún se pueden contemplar en el Monte del Rey tanto el viejo caserón principal construido seguramente durante el gobierno del tercer Señor de Poza, así como la pequeña iglesia consagrada a San Bruno, y que fue añadida al “castillo” en el siglo XVI, ya en época del marquesado de Poza.

 Las antiguas crónicas heráldicas, nos indican que el primer Señor de Poza fue Don Juan Rodríguez de Rojas (nacido en 1285), quien además ostentaba los títulos de séptimo Señor de Rojas, Señor de Pedrajas, Justicia Mayor de la Casa del Rey y Adelantado Mayor de Castilla. Este Juan Rodríguez, fiel colaborador del rey Sancho IV el bravo, casó con Doña Urraca Ibáñez de Guevara, matrimonio del cual nacieron Martín Ruíz de Rojas, Juan Ruíz de Rojas, Ruy Ruíz de Rojas y Hernán Ruíz de Rojas.
 El segundo Señor de Poza fue Don Lope Díaz de Rojas (nacido hacia 1310), quien además era Señor de Rojas, Merino Mayor de Guipúzcoa, Prestamero Mayor de Vizcaya y Adelantado Mayor de la frontera. Fiel colaborador del rey Pedro I de Castilla, casó con Doña Sancha de Velasco, de cuyo matrimonio nacieron Ruy Díaz de Rojas, Sancho Sánchez de Rojas y Sancha Díaz de Rojas. 
 Don Sancho Sánchez de Rojas (nacido sobre 1330) fue el tercer Señor de Poza, siendo probablemente durante su gobierno cuando se construyó el “castillo” del Monte del Rey. Este Sancho, que ganó fama en vida combatiendo a los moros de Granada, casó con Doña Juana de Toledo, naciendo de esta unión Lope Sánchez de Rojas y Sancha García de Rojas. Su hijo Don Lope no llegó a ser Señor de Poza, al morir antes que su padre, pero es posible que el escudo de la Casa de Mendoza que se conserva pertenezca a su esposa Doña María, hija de Pedro González, Señor de Mendoza y Mayordomo del rey Juan I de Castilla.
 Doña Sancha González de Rojas (nacida sobre 1360) fue la cuarta Señora de Poza. Mujer de recio carácter castellano, casó con Don Diego Fernández de Córdoba, Mariscal de Castilla y Señor de Baena con quien se encuentra enterrada en la Real Colegiata de San Hipólito de Córdoba. De este matrimonio nacieron Juan Rodríguez de Rojas, Pedro Fernández de Córdoba y Sancho de Rojas, quien fuese obispo de Astorga y Córdoba.
 A la muerte de Sancha, la sucedió como quinto Señor de Poza su hijo mayor Don Juan Rodríguez de Rojas (nacido sobre 1380), quien sirvió lealmente a los reyes Juan II y Enrique IV de Castilla. Contrajo matrimonio con Doña Elvira Manrique de Lara, naciendo del enlace Gómez Manrique de Rojas, Mencía de Rojas, Diego de Rojas, Sancha de Rojas y Marina de Rojas.
 En 1493, Don Diego de Rojas y Manrique de Lara (nacido sobre 1430) sucedía a su padre como sexto Señor de Poza. Casó con Doña Catalina de Castilla -nieta de Pedro I el cruel-, y de cuyo enlace nacieron Catalina de Rojas, María de Rojas y Elvira de Rojas.
 Doña Elvira Manrique de Rojas (nacida hacia 1460), fue la séptima Señora de Poza, contrayendo matrimonio con Don Diego de Rojas Pereira, a la sazón Señor de Monzón y Cabía. De este enlace nacieron Juan de Rojas, Isabel de Rojas, María de Rojas y Mencía de Rojas.
 Don Juan de Rojas y Rojas (nacido sobre 1485 en Monzón de Campos), fue el octavo y último Señor de Poza, y por lo tanto primer Marqués de dicho nombre, además de ostentar los títulos de Señor de Monzón y de Cabía. Obtuvo el título de marqués en 1530 a manos del rey Carlos I de España, en agradecimiento a su lealtad durante la guerra de las comunidades de Castilla; siendo en esta época -septiembre de 1527- cuando las crónicas flamencas recogen la presencia del ya Emperador -con quien Don Juan mantenía una estrecha amistad- en el Monte del Rey durante varias semanas.

Luis Carlón Sjovall (9-08-2016)